La Federación Farmacéutica Internacional (FIP) publicó recientemente un informe, titulado 'Reporting medicines Shortages. Models and Tactical options', basado en un análisis de los sistemas de información de desabastecimientos desarrollados por distintos países (Estados Unidos, Canadá, Holanda, Austrtalia, Sudáfrica y Eslovaquia, concretamente), y que pretende ser "una guía para los países que vayan a desarrollar su propio sistema, o mejorar uno ya existente". El objetivo final, además de incentivar las iniciativas a nivel nacional, es "facilitar la puesta en marcha de un sistema global de notificación que incluiría información para detectar y entender mejor las causas de las faltas de suministro" de medicamentos y vacunas.
Los autores del informe de la FIP concluyen que disponer de estos sistemas puede ayudar a los estados a "tomar decisiones" de salud pública sobre la base de la evidencia existente. Asimismo, destacan su valor para los profesionales sanitarios, incluidos los farmacéuticos, "para que puedan limitar el impacto de los desabastecimientos" -un ejemplo de esto son los sistemas holandés y americano, que incluyen la recomendación de alternativas terapéuticas-.
En cuanto a las fuentes de información, éstas pueden variar. Los sistemas analizados van desde aquellos en los que son los fabricantes y distribuidores los encargados de iniciar el flujo de datos sobre las faltas, como es el caso de Eslovaquia; a una combinación de todos los actores implicados en el suministro de medicamentos, incluyendo a fabricantes, importadores, distribuidores, pacientes y profesionales sanitarios, como ocurre en Estados Unidos y Holanda. Como novedad, hacen referencia al sistema francés, en el que la notificación de desabastecimientos se ha integrado como un elemento más del software de gestión de la oficina de farmacia, que informa al National Council of the Chamber of Pharmacist of France (el homólogo del Consejo General español) para que éste procese la información y la envíe después a las autoridades sanitarias, que la hacen pública a través de la web de la Agencia Francesa de Medicamentos.
Precisamente, la accesibilidad de la información es otro de los aspectos analizados y, en este sentido, destacan programas como el eslovaco o uno de la FDA, en Estados Unidos, circunscrito a los farmacéuticos. En este sentido, desde la FIP reconocen que "la oferta abierta de información sobre los desabastecimientos aumenta la transparencia, aunque algunos actores comerciales pueden hacer un mal uso de estos datos para aumentar sus ingresos acaparando medicamentos, especialmente en aquellos países donde los precios de los medicamentos no están regulados".
En cuanto a la propiedad de los datos, reconocen cierta variedad en los sistemas existentes. En Eslovaquia, Estados Unidos y Australia, son las agencias regulatorias las encargadas de recoger y procesar los datos. No obstante, en los dos primeros también hacen esta labor las asociaciones u organizaciones de farmacéuticos, que lideran este proceso en el sistema holandés. En Canadá y Sudáfrica es una coalición de stakeholders la encargada.
El informe recoge además las diferencias en lo que respecta a los desabastecimientos registrados, que van desde las dos semanas en Holanda, a los 20 días en Canadá o los 60 días en Eslovaquia, siendo la duración temporal un aspecto fundamental para abordar este problema. También distingue entre aquellos sistemas que cuentan con un histórico con situaciones resueltas, que permite analizar si un desabastecimiento es recurrente u ocasional. Australia va más allá y cuenta con un listado de posibles faltas por anticipado.
Por último, concluyen que la resolución de una situación de este tipo se entiende de diferente forma según los países. En Estados Unidos, por ejemplo, basta con que uno o más laboratorios puedan abastecer el mercado. En Sudáfrica, en cambio, se da por concluido cuando el centro sanitario confirma que cuenta ya con producto en su stock.