Terapéutica

Los farmacéuticos se comprometen con la lucha contra la fibromialgia

Con motivo de la celebración este miércoles del Día Mundial de la Fibromialgia y el Síndrome de Fatiga Crónica, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) ha publicado un punto farmacológico que aborda en profundidad el papel del farmacéutico ante esta enfermedad.

Con motivo de la celebración este miércoles del Día Mundial de la Fibromialgia y el Síndrome de Fatiga Crónica, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) ha publicado un punto farmacológico que aborda en profundidad el papel del farmacéutico ante esta enfermedad.

El objetivo es de concienciar a la población y a las Administraciones de las necesidades médicas y sociales de los pacientes. Se estima que en España la fibromialgia puede llegar a afectar en torno a un millón de personas (hasta el 4,5% de la población). Además, anualmente se diagnostican cerca de 120.000 nuevos casos, con mayor prevalencia entre las mujeres, y en la franja de edad comprendida entre los 60 y los 69 años.

El Consejo General de Farmacéuticos se suma a la celebración de este Día Mundial con la publicación del Punto Farmacológico 152, titulado Fibromialgia: una enfermedad incomprendida. Un informe técnico que revisa el conocimiento actual sobre aspectos generales de la enfermedad, su fisiopatología, epidemiología, manifestaciones y diagnóstico, centrando el foco sobre el posible tratamiento y el papel asistencial que el farmacéutico, desde distintos ámbitos de actuación profesional, puede desarrollar con estos pacientes.

Enfermedad incomprendida

La fibromialgia fue reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1992, definida como una patología reumatológica no prevenible, caracterizada por el padecimiento de un dolor musculoesquelético crónico (durante al menos 3 meses), generalizado y de intensidad variable, y que puede estar asociado a otras manifestaciones como fatiga o trastorno del sueño.

Todo ello tiene un alto impacto en la calidad de vida de los pacientes, con un elevado componente psicológico que puede derivar en frustración, ansiedad y depresión. También, hay que destacar el impacto social, laboral y económico asociado a esta enfermedad. Por ejemplo, los costes sanitarios directos, según cálculos de hace una década, superan los 1.677 euros, de los cuales hasta 656 euros pueden corresponder a medicamentos.

La extraordinaria complejidad de esta enfermedad, su amplia gama de síntomas y la ausencia de marcadores que permitan prever su evolución crean un contexto en el que los profesionales farmacéuticos, desde todos los ámbitos profesionales y de competencias, tienen mucho que aportar para un adecuado asesoramiento y asistencia sanitaria a los pacientes con fibromialgia.

Si bien el farmacéutico hospitalario influye en la consecución de los mejores resultados en salud en la farmacoterapia de los pacientes más graves, que han sido ingresados por complicaciones de la enfermedad o comorbilidades asociadas, el farmacéutico comunitario se sitúa como el profesional sanitario más cercano y accesible para los demás afectados por esta enfermedad, que habitualmente reciben tratamiento crónico ambulatorio.

Y es que la práctica totalidad de los medicamentos usados por estos pacientes son de dispensación en oficina de farmacia. De modo que la red de 22.102 farmacias comunitarias constituyen un recurso sanitario esencial para estos pacientes, garantizándoles el acceso a los tratamientos y la continuidad asistencial, así como asesoramiento e información rigurosa. Todo ello sin listas de esperas, ni cita previa, y en un momento en que la pandemia ha tenido un efecto muy negativo en la salud física y psicológica entre los enfermos de fibromialgia.

En materia de educación sanitaria, el farmacéutico puede trasladar al paciente que la fibromialgia consiste en un conjunto de síntomas de curso crónico, siendo el dolor muscular el más frecuente, y de origen desconocido. A partir de ahí, recomendará, entre otros aspectos, que se controlen las emociones, se evite el estrés y la fatiga, que mantengan las relaciones sociales, o que contacte con alguna de las asociaciones de pacientes de fibromialgia que hay en España.

El farmacéutico también puede contribuir a una detección precoz de la enfermedad. Aunque el diagnóstico es complejo y corresponde al médico, se pueden identificar una serie de síntomas que alerten de que el paciente puede estar sufriendo la enfermedad, como el dolor muscular insistente que no remite con analgésicos habituales, fatiga permanente o insomnio, ante los cuales se le derivará a consulta médica.

Dada la inexistencia de un único tratamiento farmacológico que controle todos los síntomas de esta enfermedad crónica, el paciente con fibromialgia está habitualmente polimedicado, siendo conveniente una monitorización estrecha que ponga el énfasis en la promoción de la adherencia y seguimiento farmacoterapéutico, orientado a maximizar los beneficios del tratamiento y a detectar, atenuar y resolver la posible aparición de resultados negativos y problemas relacionados con la medicación.

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