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Terapéutica

Los sensores para detectar adherencia en asma y EPOC pasan a examen

El servicio de Farmacia del Hospital de la Santa Creu y San Pau de Barcelona acaba de publicar un trabajo sobre el impacto que tiene la implantación de sensores para el mejor control de la adherencia y otras variables clínicas en los tratamientos de EPOC y asma.

A lo largo de varios meses, profesionales del servicio, en colaboración con el equipo de Neumología han revisado de forma sistemática y analizado los resultados de los diversos estudios publicados y concluyen que la aplicación de estas soluciones innovadoras sí resulta beneficiosa en términos de adherencia y control de síntomas.

El asma y la EPOC son dos enfermedades conocidas en todos los servicios de Urgencias por provocar frecuentes agudizaciones y episodios realmente complicados para los pacientes, en muchos casos relacionados con la falta de adherencia. Noé Garin, del servicio de Farmacia del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau explica que en la actualidad “sabemos que más o menos el 50% de los pacientes no tienen una buena adherencia al tratamiento y además a veces se añade que no solamente la adherencia, sino que además los dispositivos no se usan bien”.

Una de las soluciones para intentar corregir esta situación ha pasado por la disposición de sensores en inhaladores que permitieran una detección rápida de esa falta de adherencia o del uso excesivo de tratamiento de rescate para poder interactuar con  el paciente. Los sensores, las aplicaciones y la metodología utilizadas hasta el momento son variadas y diferentes, según el modelo que se ha seguido en cada centro. Sin embargo, sigue faltando mucha información y conocimiento para saber la eficacia real de estas soluciones innovadoras.

El objetivo del trabajo realizado por la Farmacia del hospital catalán acaba de ver la luz en un trabajo publicado en ‘Pharmaceuticals’ y consiste en una revisión de toda la información que de forma aislada se ha venido realizando sobre la implantación de esos dispositivos electrónicos para ver cuáles de ellos han funcionado.

En total, según explica Garin, la revisión abarcó unos 5.000 artículos. “El metaanálisis nos procuró resultados de gran interés, porque vimos que el uso de estos programas clínicos que incluyen estos sensores funcionan y mejoran la adherencia de los pacientes”. La mejora también se puede aplicar a los síntomas, “si bien en esto último hay menos estudios”.

Igualmente indica, que “también se han encontrado otras mejoras en otras variables como menor uso de rescate, mejor calidad de vida”, aunque estos datos, aclara “proceden de estudios más reducidos”.

El objetivo de este trabajo, indica Garin es que “en el futuro podamos ver que tipo de pacientes se pueden beneficiar de hacer esa inversión en los centros hospitalarios”.  Una inversión que según indica, no solamente para por poner un sensor en el aparato, lo cual ya tiene un coste, sino también un coste humano en la realización de la revisión clínica de los datos, la selección de pacientes, etc.

Sensores e información

El uso de la implantación de sensores en este tipo dispositivos viene marcado por la confluencia de factores como la prevalencia de ambas enfermedades, como de la falta de adherencia característica a ellas.

“Como en todas las disciplinas, cuando hay problemas se empiezan a buscar soluciones y una de ellas ha sido ver si somos capaces conocer de forma remota el uso que los pacientes hacen de los tratamientos”, explica Garin.

De lo que se trata es de generar información y que esta pueda llegar a un clínico para que pueda detectar de forma inmediata si hay alguna variación y además pueda intervenir, ya sea a través de una consulta, un cambio de medicación, provocando la solución del problema.

Los beneficios de estos dispositivos son claros para este farmacéutico “no solamente se consigue un mejor uso del medicamento, sino que a través de esa información también implicas al paciente”. Esa información, recuerda Garin, “no solo vale para el profesional, sino también, a través de una serie de alertas, advertir al paciente que no está usando el medicamento de forma adecuada. El paciente adquiere información y educación en su enfermedad, sin que ningún médico le este ‘persiguiendo’”.

Noé Garin considera que el trabajo publicado, sobre todo, “sirve para seguir caminando”, a través de él se exponen experiencias y datos que pueden ayudar en la selección de pacientes y en la decisión de inversiones, pero además vale también para que el paciente se implique de una forma más directa en el control y en el desarrollarlo de su enfermedad.

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