Terapéutica

SEMI demanda más coordinación en red para mejorar la demora diagnóstica en EE.RR.

El 44º Congreso Nacional esta sociedad científica aborda las novedades en la actualización y tratamiento de este tipo de patologías.

Mayor coordinación y trabajo en red es una de las principales alternativas que pueden facilitar un mejor abordaje  de las denominadas enfermedades poco frecuentes en España. Así lo aseguran los organizadores del 44º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI)- 15º Congreso de la Sociedad de Medicina Interna de la Comunidad Valenciana (SMICV), que tendrá lugar del 15 al 17 de noviembre en Valencia, y en el que analizarán las novedades en la actualización y tratamiento de este tipo de patologías.

Los retrasos habituales en el diagnóstico sumados al “carácter crónico y progresivo de muchas de estas patologías, con elevado número de comorbilidades y polifarmacia, genera un alto grado de discapacidad e impacta directamente en la calidad de vida de los pacientes y las personas de su entorno, “multiplicando la complejidad asistencial y requiriendo un grado mayor de especialización y un enfoque multidisciplinar”, según expone Álvaro Hermida Ameijeiras, médico internista y miembro del CSUR de Enfermedades Metabólicas Congénitas del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS).

Hermida modera la mesa ‘Actualización en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades minoritarias que son competencia del internista’ en la que se disertará de manera especial sobre el manejo diagnóstico y el seguimiento de pacientes adultos con neurofibromatosis tipo 1, sobre los avances en el diagnóstico y tratamiento de la amiloidosis cardiaca TTR, y sobre el tratamiento en la enfermedad de Fabry.

“El especialista en Medicina Interna se debería convertir en el eje asistencial central de referencia para muchas EEMM, coordinando la atención con el resto de los agentes sociosanitarios implicados (red de atención primaria, especialistas hospitalarios, enfermería especializada, farmacia hospitalaria, trabajadores sociales, asociaciones de pacientes, nutricionistas…)” y en que “por la propia formación integral de los internistas y por el desarrollo de su actividad asistencial en los hospitales, los campos de acción del especialista en medicina interna contemplan, entre otros aspectos, la atención al paciente sin diagnóstico y la atención a pacientes adultos con enfermedades poco frecuentes y de afectación multisistémica”.

En palabras de este especialista, los internistas “debemos adquirir una adecuada formación y desarrollar habilidades y competencias para situarnos en el eje de un equipo multidisciplinar, así como impulsar la participación y formación a través de foros y sesiones formativas”. Esta formación “debe incluir específicamente, un acercamiento a los servicios clínicos centrales; en especial el laboratorio de bioquímica clínica y biología molecular para una adecuada interpretación de los resultados, especialmente de los estudios genéticos y la adquisición de competencias en consejo genético”. Por último, para el médico internista es “esencial potenciar la investigación epidemiológica y clínica, básica y traslacional en las enfermedades minoritarias como llave para mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes”.

EE.RR. y nuevos tratamientos

Se consideran enfermedades minoritarias en Europa las que tienen una incidencia de menos de 5 casos por 10.000 habitantes; mientras que se consideran ultrararas las que tienen una prevalencia de menos de 1 caso por cada 50.000 habitantes. Son crónicas, discapacitantes y muchas no tienen “tratamiento curativo”. Solamente en un 5% hay tratamiento farmacológico que pueda prevenir la discapacidad o desenlace o situación clínica que ponga en riesgo la vida. Además, se estima que hasta un 30% de los pacientes con enfermedades minoritarias “no tienen un diagnostico establecido o definitivo de la enfermedad”.

Su baja prevalencia “dificulta el conocimiento exacto sobre sus causas, factores pronósticos y terapéuticos” y se calcula que “alrededor de 3 millones de españoles padecen algún tipo de enfermedad considerada poco frecuente”. Además, entre un 50% y un 75% de los casos afectan a niños o adolescentes. Además, se sabe que el 80% de ellas tienen en su origen una causa genética y que, en el mundo, existen catalogadas alrededor de 8.000 enfermedades distintas de este tipo, que afectan aproximadamente al 7% de la población mundial, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las enfermedades minoritarias más frecuentes atendidas por el médico internista son “las enfermedades metabólicas hereditarias (incluyendo enfermedades de depósito lisosomal y porfirias), las enfermedades raras hereditarias del tejido conectivo y los síndromes genéticos neurocutáneos”.

Respecto a la media de edad de los pacientes con este tipo de patologías atendidos en Medicina Interna, cabe resaltar que “se sitúa entre la tercera y cuarta décadas de la vida”, y que existe un “ligero predominio de mujeres”.

Desde el comienzo del siglo XXI, se ha asistido “a una revolución en el desarrollo de nuevos tratamientos para pacientes con EEMM” basadas en múltiples estrategias (terapias enzimáticas, chaperonas, regulación del ARN o la modificación genética entre otras). En los últimos años, además se dispone de novedades importantes para el tratamiento de la amiloidosis por transtiretina, la enfermedad de Pompe, el déficit de lipasa ácida lisosomal, la porfiria hepática aguda, el déficit de esfingomielinasa ácida, la fenilcetonuria o la enfermedad de Castleman, entre otras.

El elevado número de enfermedades minoritarias (EEMM) o poco frecuentes, la gran heterogeneidad de sus manifestaciones clínicas, el desconocimiento que rodea a la mayoría de estas entidades y la falta de circuitos de derivación de pacientes con sospecha clínica a profesionales o centros especializados son algunos de los factores que condicionan que, en la actualidad, el 50% de los pacientes con enfermedades de este tipo “hayan sufrido retrasos en el diagnóstico”. En un 20% de los casos esta demora diagnóstica puede superar los 10 años desde la aparición de los síntomas hasta la confirmación en el diagnóstico e inicio del tratamiento. Además, se estima que en un 30% de los pacientes, por la inespecificidad de los síntomas o por tratarse de enfermedades ultrararas, no es posible establecer un diagnóstico o lograr un juicio diagnóstico de forma definitiva.

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