La formación de Yolanda Díaz, Sumar, ha aglutinado un intenso poder alrededor de la Sanidad. A la dirección del Ministerio de Sanidad, al nombrar a Mónica García como ministra, se le suma la presidencia de la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados, para la que se ha elegido al diplomático Agustín Santos, diputado de Sumar. Diariofarma ha entrevistado a Santos para profundizar en la visión que tiene sobre la Sanidad y sobre cómo ve el papel que tendrá la Comisión en los próximos años.
Pregunta. Ud. se estrena en la política en esta legislatura, aunque su experiencia como embajador le será muy útil. ¿Qué objetivos se ha marcado para su entrada en política?
Respuesta. Creo que lo podría resumir como contribuir mi experiencia en una encrucijada a nivel internacional y nacional. El cambio climático, la crisis de la deuda, las guerras provocadas por las tenciones geopolíticas amenazan nuestra forma de vida cotidiana y el futuro de quienes nos sucedan. Tras la crisis de la pandemia de Covid se está gestionando de otra manera, con el apoyo de los fondos Next Generation de la Unión Europea. Se trata de ampliar derechos universales, no de recortarlos con las políticas de austeridad que han demostrado su ineficacia desde la Gran Recesión de 2007-2008. Este nuevo giro hacia una ampliación de los derechos universales de la ciudadanía pide más democracia. Por eso no nos podemos permitir la vuelta a políticas neoliberales, ahora reforzadas con la radicalidad de la extrema derecha en Europa.
P. Y, ¿en concreto como presidente de la Comisión de Sanidad? ¿Será dialogante y flexible o seguirá el reglamento de forma estricta?
R. La Sanidad es la joya de nuestro sistema de bienestar social, uno de los mejores y más rentables del mundo. Pero necesita una puesta a punto tras el estrés de la pandemia, asegurar la universalidad, reformar la primaria y la sanidad pública con su sistema hospitalario, poner al día el marco legal, cuidar a quienes nos cuidan porque se lo merecen y porque de ellos depende la calidad del sistema, ampliar la cartera de servicios, incluyendo la salud mental, el desarrollo de una industria farmacéutica pública. Es decir, poner las bases, desde lo que hemos heredado, de la sanidad pública del Siglo XXI. Para eso se necesita construir un nuevo consenso social amplio, con todos los agentes. Es decir, se necesita diálogo, flexibilidad y compromiso.
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“Tras la epidemia de covid hay que reflexionar sobre la reforma de las leyes marco del SNS, así como sobre las limitaciones evidentes de la Ley 15/97”
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P. Su padre y su abuelo eran médicos. Eso le habrá supuesto un determinado interés por la salud, ¿no?
R. Sí, y ambos estuvieron implicados en el impulso de la sanidad pública en Málaga. La mitad de nuestra familia amplia trabaja en la sanidad como médicos, analistas clínicos, farmacéuticos, enfermeros y otras profesiones del sector. Esas cosas marcan y creo que me han permitido comprender mejor el sector. También estudie sociología médica y he sido Embajador ante la OMS e impulsado en Naciones Unidas la diplomacia sanitaria.
P. En su intervención nada más ser elegido presidente de la Comisión llamó a la Sanidad ‘joya de la Corona’. ¿Qué aspectos son los más relevantes que se deben cuidar?
R. No hay más que seguir la evolución de las encuestas para darse cuenta de la importancia en nuestra forma de vida de la sanidad pública como un derecho universal de ciudadanía. Por delante de cualquier otro aspecto de nuestro sistema de bienestar, con la excepción de las pensiones. Como he señalado antes, tenemos un programa de puesta al día y reforma para poner las bases del sistema del siglo XXI, desde un modelo que es el quinto mundial en excelencia pero que necesita atención.
P. También explicó que el objetivo de “defender a la sanidad pública y la sanidad en su conjunto” obligaba a tratar de alcanzar “el mayor número de acuerdos posibles”. Desde hace años, uno de los objetivos inalcanzados ha sido poder lograr un Pacto de Estado por la Sanidad. ¿Trabajará Ud. por ello? ¿Qué objetivos cree que debe tener? ¿Cuáles pueden ser los escollos?
R. Un sistema tan complejo como la Sanidad Pública exige para su gestión y reforma un “sentido común” colectivo que nace de la experiencia de todos los agentes, del diálogo social y del consenso político. Lo ideal es que eso se plasme en una hoja de ruta que dé estabilidad al sistema, teniendo además en cuenta que está bastante descentralizado por las transferencias a las comunidades autónomas. Pero hay que asegurar la igualdad de acceso a lo que es un derecho universal de todos los ciudadanos vivan donde vivan, para lo que, de nuevo, hacen falta consensos. El objetivo es un Pacto de Estado que, sobre la base de la universalidad y lo público, asegure ese derecho universal constitucional y vaya ampliando prestaciones de manera sostenible.
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“El objetivo es un Pacto de Estado que, sobre la base de la universalidad y lo público, asegure ese derecho universal constitucional y vaya ampliando prestaciones de manera sostenible”
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P. ¿Cree que hay que evitar la politización de la sanidad para evitar su uso partidista?
R. Si se repasa la historia del desarrollo de la sanidad pública, como institución social desde comienzos del siglo pasado, la política, en el mejor de sus significados, la gestión del bien común, ha ido conformando nuestro sistema hasta donde hemos llegado hoy, que es asegurar el acceso a la sanidad de todos los ciudadanos por el hecho de serlo, sin diferencias de situaciones económicas y sociales, y ahora territoriales. Es fundamental asegurar esa universalidad que además está ligada a lo público como un bien común. Lo que hay que evitar, porque solo reflejan intereses espurios enfrentados, es la politiquería. Los ciudadanos no lo consienten.
P. ¿Qué elementos cree que deben pesar más a la hora de establecer políticas sanitarias? ¿Evidencia, visión técnica, pragmatismo, cumplir con el programa electoral, ideología?
R. Hay que partir de una cierta visión histórica del sistema de sanidad pública como he señalado antes. La salud es un derecho constitucional. Y las políticas sanitarias públicas deben estar guiadas por criterios científicos, las mejores prácticas, el diálogo social entre los agentes y resolviendo democráticamente los inevitables conflictos de intereses parciales que puedan surgir con el objetivo del bien común.
P. ¿Cómo han sido estos primeros compases de la legislatura? ¿Ha encontrado apoyo de los parlamentarios más experimentados? ¿Cree que eso facilitará su labor?
R. La Comisión de Sanidad se ha reunido una vez para escuchar los objetivos de la ministra Mónica García, que como todos sabemos viene del sector, como anestesista, y como defensora de la sanidad pública. Y se ha reunido una vez la mesa de la comisión para fijar su programa de trabajo. Más allá del ambiente de polarización política en la que vivimos creo que todos los miembros de la comisión compartimos nuestro compromiso con la sanidad pública, con sus profesionales y usuarios. Y sin duda, la gran experiencia acumulada en sus miembros ayudará a centrarse en lo importante y obviar lo accesorio.
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“No hay más que seguir la evolución de las encuestas para darse cuenta de la importancia en nuestra forma de vida de la sanidad pública como un derecho universal”
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P. A lo largo de la legislatura se espera la tramitación de bastantes leyes de gran impacto en el ámbito sanitario. ¿Con qué visión afronta esta responsabilidad?
R. El primer proyecto de Ley será la creación de la Agencia de Salud Pública, que debe ser una pieza esencial en la puesta al día y reforma del sistema. Las leyes marco son de 1986 y 2011 y es evidente que tras la epidemia de covid hay que reflexionar sobre su reforma, así como sobre las limitaciones evidentes de la Ley 15/97. Todo ello exige consensos amplios porque, además, con el programa diseñado por el Ministerio de Sanidad, se trata de una tarea que sobrepasará más de una legislatura.
P. ¿Alguna cuestión más que quiera comentar?
R. Lo esencial en esta fase inicial es crear conciencia de la necesidad de las reformas desde el orgullo compartido de nuestra sanidad pública, cuidar de los que nos cuidan, racionalizar las inevitables fricciones del sistema, garantizar la universalidad y avanzar en la ampliación de derechos. Afortunadamente hay unos presupuestos para ello que deben ser una plataforma estable y suficiente. ¿Puede haber una tarea más apasionante que comprometernos con todo ello?
