Si hay algo en lo que confluyen las distintas farmacias con las que ha hablado Diariofarma es que todas se han visto desbordadas por la ola inicial de pacientes y por la demanda de producto como consecuencia de la expansión del coronavirus Covid-19 y la consiguiente aplicación de medidas restrictivas a la movilidad de los pacientes. Lo mismo en Madrid capital, con casi cinco millones de habitantes, que en la localidad barcelonesa de Gavá, con 50.000, o en el municipio de Zafra, en la provincia de Badajoz, con casi 17.000.
Ana Oliver, titular de una farmacia en el barrio de Vallecas, en Madrid, reconoce que los primeros días estuvieron "desbordados". "Los pacientes creían que se iban a quedar sin medicación", asegura, y admite que se hicieron algunos acopios por encima de las necesidades de cada uno. "Si les quedaba media caja de atorvastatina, en una situación normal aguantaban hasta la próximo visita, pero en aquellos días se llevaban todo lo que se les permitía", dice, refiriéndose a los primeros días tras el estado de alarma, donde tuvo que aumentar sus pedidos para dar respuesta a este pico d demanda.
Mónica Pérez, titular de una farmacia en Zafra, utiliza la misma palabra, "desbordados". José Ibáñez, con una farmacia en Gavá, reconoce igualmente que todo se precipitó "muy rápido", y admite el temor entre los propios empleados de su farmacia ante lo que se les venía encima: el virus, por un lado, y la gestión de la situación, por otro.
Desde el primer momento, todos tuvieron claro que era preciso protegerse, y comenzaron a idear sus propias maneras. Ibáñez narra cómo en esos primeros días "comenzaron a crearse grupos de Whatsapp" en los que los farmacéuticos comenzaban a intercambiar informaciones sobre cómo organizarse.
Medidas de protección
La primera idea que comenzó a hacerse fuerte, pese a la incertidumbre general, fue la de la utilidad de instalar mamparas de seguridad. "Esto empezó un viernes", dice, en referencia al estado de alarma, "y el domingo ya la teníamos puesta. Pagando la urgencia, eso sí, aunque el precio ha ido bajando". Pérez también tomó la misma decisión desde el principio. Y eso que en Zafra no había casos. "Pero preveíamos que, tarde o temprano, iban a llegar", recuerda, como así ha sido.
Además de eso, la limpieza es la mejor arma de esta farmacéutica segedana. Todos los días friegan suelos y barandillas. En cuanto a la protección del personal, reconoce serias dificultades, como la mayoría de sus compañeros, para conseguir guantes y mascarillas, así como gel hidroalcohólico. "Hasta hace dos días no nos llegaba nada. Estaba todo bloqueado", asegura.
Ibáñez y su equipo se vieron en la misma situación. Tampoco conseguían mascarillas ni guantes y, aunque en un primer momento optaron por extremar las medidas higiénicas, pronto se quedaron "sin gel y sin alcohol". En ese momento, decidieron implantar dos medidas: la primera, establecer circuitos dentro de la farmacia para que los pacientes pudieran mantener distancias. La segunda, establecer un régimen de autoservicio para la zona de parafarmacia, de modo que se redujera el contacto entre los trabajadores de la botica y los clientes. También montó dos turnos para reducir el contacto entre empleados.
Oliver indica que cuando comenzó a recibir las noticias de China ya estableció un triple turno. Cuando todo se desató, comenzaron a permitir la entrada de pacientes en función del número de farmacéuticos que hubiera dentro. El resto debía esperar fuera. En su caso, además, improvisó con una mampara casera en el primer arreón, aunque enseguida puso una de fabricación profesional. Además, ha impuesto el uso de geles hidroalcohólicos para acceder a las denominadas zonas blancas. "Tenemos que tener la tranquilidad de que la parte de dentro está limpia. Además, pulverizo con alcohol constantemente. Y entre paciente y paciente, nos ponemos gel hidroalcohólico sobre los guantes", apunta.
Esta farmacéutica de Madrid, que en los primeros días acusaba ese pico demanda (lo sorteó aumentando pedidos y echando horas de más), reconoce que el número de dispensaciones ya se ha reducido. Ibáñez, que habla de "un incremento brutal en los primeros días", dice también que ahora ha caído "muchísimo".
Estado de ansiedad en la población
Pasada la vorágine, lo que sí ha quedado es un estado de ansiedad generalizada, que a veces recae sobre los farmacéuticos, los cuales tratan de aliviar a los pacientes. "Noto mucha ansiedad. Muchas veces estamos haciendo de psicólogos. Tratamos de transmitir tranquilidad, confianza y cercanía. Algunos vienen con posibles síntomas y les ayudamos a descartarlos. Otras veces, vemos claro que son positivos, les damos recomendaciones para aplicar en sus casas, sobre todo si conviven con otras personas, ofreciendo educación sanitaria. En ocasiones, ante la duda, les pedimos que nos llamen al día siguiente, para ayudarles a tomar la decisión de ir al centro de salud o a Urgencias. Si podemos contribuir a evitar visitas innecesarias, lo hacemos", asegura, reconociendo que "el teléfono está todo el día sonando".
Ibáñez manifiesta que su teléfono también "hecha humo". "Tenemos a una persona solo para responder consultas", asegura, las cuales llegan también por e-mail y whatsapp. "Nos preguntan si tal o cual medicamento se lo podemos dispensar sin receta. Incluso antibióticos, que saben que no lo hacemos. No quieren ir al médico, tienen miedo. Y cada vez que sale algo en la tele de Dolquine, nos llegan cientos de llamadas, para preguntarnos si tenemos", narra.
Por su parte, Pérez sospecha que hay muchos pacientes, incluso con posibles síntomas, que van a la farmacia para evitar ir a los centros de salud, y habla de "pánico" cuando se refiere al estado mental de personas a las que atiende: "La gente sigue teniendo sus dolores de muelas, sus ciáticas, para lo que antes iban al centro de salud. Ahora están muy restringidas las visitas y muchos creen que no pueden acceder a su médico. Nosotros vemos si podemos atenderles y, en caso de que veamos que necesitan ir, les advertimos de que está activa la vía de la teleconsulta".
Además de estas labores, es conocido que hay iniciativas en marcha para que las farmacias lleven la medicación al domicilio de pacientes vulnerables o aislados. Es el caso de Madrid. Oliver ya está funcionando con el protocolo del Colegio Oficial de Farmacéuticos (COF) de Madrid. Lo primero, es asegurarse de que ese paciente no está saliendo a la calle. Si es así, van a su casa con medidas de protección, tratando de agrupar los pedidos lo máximo posible para no tener que desplazarse cada día.
En el caso de Ibáñez, reconoce que, aunque las autoridades allí lo permiten también para esas personas vulnerables, ellos solo lo están haciendo en casos extremos. "Hay demanda alta de entrega a domicilio, pero para nosotros supone un riesgo añadido, y no estamos preparados. No tenemos medios humanos para ello", asegura, y admite que ha hecho "alguna entrega" aislada por "responsabilidad social". Además, en el caso de esta localidad, parece que, al menos de momento, no han salido muchos voluntarios para llevar a la práctica el acuerdo alcanzado entre el CGCOF y Cruz Roja. La solución más habitual está siendo la de que que sean los propios vecinos de estas personas los que les llevan la medicación.