Artículo de opinión de José María López Alemany, director de Diariofarma.
El abordaje del covid-19 hubiera sido muy diferente, mucho más sencillo, si se hubiera actuado de modo distinto. Mucho antes, pero también aportando una mejor información a los ciudadanos y profesionales.
En este mes que ha transcurrido, desde que la pandemia nos estallara en la cara, han sido muchos los errores. Algunos con trasfondo político y otros con trasfondo técnico, pero errores al fin y al cabo que explican por qué estamos como estamos en España, a diferencia de otros países como Corea, Japón o por no irnos tan lejos, nuestro vecino Portugal. Es más, lamentablemente estamos peor que cualquier otro país del mundo ya que España es triste líder mundial en fallecimientos por cada 100.000 habitantes. ¿Alguien se habrá equivocado en algo, o en mucho, digo yo?
Pero bueno, hoy no quiero analizar errores del pasado, sino los del presente, los de esta misma semana. Y esta semana tenemos dos: el caso de las mascarillas y el de la información de los datos sobre diversos parámetros de cómo evoluciona la enfermedad.
Cambio de opinión en las mascarillas
En el caso de las mascarillas, el error vuelve a ser, una vez más, llegar tarde y, especialmente de cara al futuro, no explicar los motivos del cambio de opinión. Hemos tardado un mes en analizar lo que habían hecho en otros países y que les había funcionado, para ponerlo en práctica aquí. Y eso que nuestra urgencia, por razones obvias es mucho más acuciante que la de cualquier otro país del mundo. Pero bueno, al final parece que algún día se tomará la medida de hacer obligatorio el uso de mascarillas.
Muchos dirán que la decisión llega a la par del cambio de opinión de la OMS. Y será cierto, pero lo que está claro es que desde el 1 de febrero se conoce que hay transmisión por pacientes asintomáticos y ya en la primera quincena de marzo se publicaron estudios que cifraban en el 80% los contagios producidos a partir de pacientes asintomáticos.
El gran error del Gobierno en esta materia fue no solo no analizar por sí mismos la situación de la epidemia y tomar medidas, como se hizo en muchos otros países, sino desincentivar la adopción de medidas de protección, no tanto para uno sino para los demás, que supone la utilización de mascarillas. Si estos elementos se recomendaban para los enfermos porque podían contagiar, ¿cómo es que no se recomendaban para todo aquel que pudiera ser asintomático?, es decir, para todos… El sentido común, a la vista de la evidencia de la transmisión por asintomáticos, así lo aconsejaría. Pero no, los técnicos en los que el Gobierno se basa para tomar sus decisiones se equivocaron, de nuevo. Y cada equivocación, significa miles de muertos y más tiempo de crisis económica que también traerá asociados muertos en el futuro.
Ahora, este cambio de criterio, del que no se han explicado los motivos, generará, además de una inmensa confusión en la población, una reducción adicional en la confianza que se tiene sobre los mensajes oficiales, así como sobre la información que los profesionales sanitarios aporten a los ciudadanos, tanto ahora como en un futuro. Se han pasado todo un mes diciendo que no hace falta usar mascarillas si no tienes síntomas, y aunque vaya contra el sentido común mucha gente ha hecho caso y, de repente, cambian de opinión. ¿Por qué no se entretienen un poco en tratar de explicar las causas del cambio de criterio para evitar esa falta de credibilidad de cara al futuro? Se siguen haciendo las cosas mal.
Además, mucho se ha hablado en días atrás de los riesgos de un mal uso de las mascarillas. Más allá de que considero esta protección en el ámbito social, no profesional, más como una barrera ante pacientes asintomáticos que para protegerse a uno mismo, que también, creo que ya se está perdiendo el tiempo para instruir a la población sobre su utilización. A este respecto envidio el uso que hacen en países como Japón de los medios de comunicación de masas para dar información de servicio público, por ejemplo, durante un terremoto. Aquí tienen hasta el 26 de abril para ilustrar por tierra, mar y aire a todo el mundo sobre el uso seguro y eficaz de mascarillas, así como de las medidas de distanciamiento y relación post-confinamiento. Espero que así se haga.
Errores en los datos
Pero los errores de información y desinformación de la crisis no se quedan ahí. Tenemos otro caso que se está produciendo ahora mismo y que es increíble que el Gobierno no tome medidas desde ya.
No hay que ser muy listo para llegar a la conclusión de que la información sobre los casos y los fallecidos por covid-19 no es real. No solo en España, en todo el mundo. Solo se considera caso de covid-19 aquel al que se le haya hecho PCR y resultado positiva. Lo mismo en el caso de los fallecidos, por lo que todos aquellos fallecidos fuera del sistema sanitario, en sus viviendas o residencias de ancianos, no serán contabilizados. Habrá que esperar a las estadísticas para conocer el impacto real, aunque sin diferenciar el directo del indirecto, del covid-19 sobre la mortalidad.
A causa de esta disfunción, los parámetros que quedaban como más fiables para ver la evolución del virus, ya que no se hacen test suficientes, eran la hospitalización y el ingreso en UCI. Pero ya no. Ya no son fiables esos datos porque cada comunidad autónoma los envía de la forma que considera oportuna.
Covid-19: los datos que aportan las CCAA, ni homogéneos ni comparables
Unas envían los datos de número de ingresos hospitalarios y en UCI totales desde que empezó la crisis y otras remiten la cifra de pacientes ingresados o en UCI en el día del informe, por lo que tenemos bajo un mismo paraguas peras y manzanas que hacen muy difícil si no imposible cualquier análisis.
Pero, es más, desde el principio, con la información que se ofrece no es posible conocer los niveles de saturación del sistema sanitario o si se está funcionando mejor o peor en algún lugar, si se producen casos más graves, si se ingresa a mayor o menor porcentaje de pacientes en UCI, etc. Y no se corrige esa información.
Con lo fácil que sería, para cada parámetro, a partir de un dato fijo establecido un día, aportar la información de altas e ingresos en cada estamento asistencial. Así se vería mucho más fácil cómo va evolucionando la pandemia.
Pero no, aquí volvemos a ver cómo cada comunidad autónoma (cinco van por un lado y doce por otro) informa como le da la gana y el Ministerio de Sanidad no pone orden en ello. Y eso que la información que se tenga es esencial para determinar los siguientes pasos para el desconfinamiento y la vuelta progresiva a la normalidad….
Podríamos pensar que es un problema de transparencia, es decir que tienen los datos pero no los publican, lo cual ya sería grave en esta situación. Pero yo ya dudo hasta de eso, y creo que, en especial en el intercambio de información entre comunidades autónomas y Ministerio de Sanidad, lo que hay ya es falta de información, por lo que ya es trágico.
Hace unos días, poníamos en evidencia en Diariofarma la diferente utilización de recursos sanitarios por parte de cada comunidad autónoma. Mostrábamos las grandes diferencias que había entre unas y otras en las relaciones entre casos y porcentaje de hospitalización o entre el porcentaje de hospitalización y el de ingreso en UCI. Con ese análisis ya estaba claro que o había una asistencia sanitaria muy diferente en cada comunidad autónoma o la información que se aportaba no era la misma y, por tanto, no se podía comparar.
Ahora ya sabemos que no nos podemos fiar tampoco de la información sobre hospitalizaciones e ingresos en UCI para ver la evolución de la pandemia. La pregunta es, puesto que de Fernando Simón y su equipo han fallado estrepitosamente unas y otras vez, ¿hay algo objetivo, algún dato que sea mínimo reflejo de lo que está pasando y del que nos podamos fiar?
José María López Alemany es director de Diariofarma.