Política

La experiencia previa de los países asiáticos pesa en su mejor gestión de esta pandemia, según expertos

Un grupo de autores analiza en un artículo en 'The Lancet' las distintas estrategias seguidas por países asiáticos y europeos. La audacia de las medidas, la robustez de los sistemas sanitarios y la cooperación ciudadana, fruto de experiencias previas, podrían haber sido claves.
Imagen de la pasada pandemia, cuando se hizo obligatorio el uso de mascarillas.

Un grupo de expertos ha analizado las distintas estrategias de alivio de las medidas de confinamiento aplicadas en Hong Kong, Japón, Nueva Zelanda, Singapur, Corea del Sur, Alemania, Noruega, Reino Unido y España, así como la efectividad de las mismas, y han remarcado la importancia de que se produzca un intercambio de experiencias entre países para responder al SARS-CoV-2. Lo han hecho en un artículo publicado en The Lancet bajo el título 'Lessons learnt from easing COVID-19 restrictions: an analysis of countries and regions in Asia Pacific and Europe'.

Los autores reflejan las divergencias en cuanto a la rapidez, escala e intensidad de las medidas, que al fin y al cabo son similares, y aprecian una clara distinción entre los países asiáticos y los europeos. "Varios países asiáticos, excepto Japón, comenzaron inmediatamente con el rastreo y el aislamiento de todos los casos, no solo los graves, desde el comienzo, además de acompañar esta labor con tecnologías innovadoras de vigilancia, procesos que se han visto más retrasados en la mayoría de los países europeos, excepto Alemania", explican. Otra medida típica de los países asiáticos, que no se ha visto tanto en Europa, tiene que ver con el aislamiento de estas personas en centros habilitados para ello, en vez de mantener a estos conviviendo en sus domicilios.

En cuanto al seguimiento de las recomendaciones y obligaciones del uso de mascarillas, apuntan también que éste ha sido "mucho mayor" en los países asiáticos, y explican esta cuestión con el hecho de que en estas zonas tienen precedentes recientes con otras pandemias, así como con el debilitamiento de los sistemas sanitarios europeos durante los años de austeridad.

En relación con el primero de estos aspectos, los autores indican que la experiencia previa hace que la ciudadanía asiática haya mostrado, en general, mayor disposición a cooperar con las medidas restrictivas impuestas por los estados. En cuanto a los sistemas sanitarios, señalan que las pandemias de SARS, en 2003, y MERS, en 2015, "llevaron a muchos países asiáticos a invertir en sistemas robustos de Salud Pública y Atención Primaria para atender a eventos futuros".

Con todo, consideran que no es tarde para que los países se pertrechen bien de cara al peor de los escenarios, lo que implicaría, opinan, "disponer de un plan transparente" donde se expliciten "qué factores serán tenidos en cuenta para el alivio de las restricciones y para los cambios de fase".

Apunta la necesidad, también, de "no aliviar las restricciones hasta que no dispongan de sistemas robustos para monitorizar la situación". En este sentido, consideran que para tomar la tasa de reproducción (R) como referencia, "es preciso disponer de datos de calidad y en tiempo real que puedan ser interpretados adecuadamente a nivel epidemiológico". "Un pequeño brote localizado puede causar un incremento de R para todo el país, pero eso no quiere decir que sea preciso confinarlo entero", precisan.

Recomiendan también la aplicación continuada de algunas medidas para reducir la transmisión, como puede ser la reducción de las interacciones sociales a un número reducido de personas para crear las famosas burbujas. Aluden, también, a la efectividad del uso de mascarillas y llaman a la implicación de las comunidades en la adopción de medidas para evitar la sensación de imposición.

Un aspecto esencial es que cada país disponga de un sistema efectivo para descubrir, analizar, rastrear y aislar a los nuevos casos. Aluden aquí al modelo surcoreano, basado en pruebas proactivas a posibles contactos, y llaman a tener en cuenta la efectividad del aislamiento en centros específicos aplicado en algunos países asiáticos, con el fin de reducir la transmisión comunitaria. Confieren también valor a las app de rastreo de casos. A falta de datos concluyentes que avalen la efectividad de estas medidas, consideran que podrían ayudar a los países a mantener la supresión viral y evitar confinamientos completos.

Toda esta infraestructura requiere de inversiones en Atención Primaria y Salud Pública, para desarrollar las capacidades actuales y los recursos necesarios. Recuerdan, a este respecto, que tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Fondo Monetario Internacional (FMI) han alentado a los países a priorizar el gasto en sanidad, para fomentar la formación y ser capaces de retener talento.

Finalmente, en un momento en el que muchas fronteras entre países permanecen abiertas, defienden la implantación de cribados y la aplicación de cuarentenas para identificar posibles casos y evitar la eventual transmisión del virus en la comunidad receptora.

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