La monitorización de las concentraciones plasmáticas de imatinib se perfila como una herramienta esencial para optimizar su uso en enfermedades como la leucemia mieloide crónica (LMC) y los tumores del estroma gastrointestinal (GIST) y avanzar hacia una medicina personalizada. Así lo afirma Eva Legido Perdices, farmacéutica especialista en farmacia hospitalaria del Hospital Arnau de Vilanova de Valencia, quien lidera PerSefh, un proyecto pionero dentro del marco de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) y que fue presentado en el último congreso de la SEFH celebrado de La Coruña.
“Estamos en un momento en el que podemos afirmar que la monitorización de las concentraciones plasmáticas de imatinib sitúa su efectividad en valores equiparables, si no superiores, a los inhibidores tirosina cinasa (ITKs) de segunda generación”, explica Legido. Además, esta experta considera que este avance cobra especial relevancia ante el crecimiento de la medicina personalizada y el desarrollo de tratamientos adaptados a las necesidades específicas de cada paciente.
Un proyecto innovador liderado por la SEFH
El programa PerSefh de la SEFH, centrado en la personalización de tratamientos, incluye dos estudios observacionales en pacientes españoles con LMC y GIST. Según detalla Legido, “se pretende demostrar cómo las concentraciones plasmáticas de imatinib se relacionan con la efectividad y toxicidad del tratamiento, ya que muchos de los pacientes con una respuesta insuficiente o problemas de tolerancia tienen una dosificación inadecuada”.
Hasta ahora, los kits necesarios para medir las concentraciones plasmáticas de imatinib estaban descatalogados. Sin embargo, este proyecto ha conseguido reactivar su fabricación. “La idea es que todo paciente en tratamiento con imatinib tenga un control estrecho de su enfermedad mediante la individualización del tratamiento”, añade. Con cada kit se permite realizar unas 93 determinaciones y se asegura la disponibilidad de kits si existe una demanda suficiente, explica esta farmacéutica.
La implementación de esta técnica es sencilla. “En los servicios de farmacia hospitalaria con Unidad de Farmacocinética Clínica, la determinación de imatinib es compatible con los autoanalizadores existentes. Además, se establecerán centros de referencia para aquellos hospitales que no dispongan de esta tecnología”, destaca Legido.
Impacto clínico y económico: resultados avalados por la evidencia
Los beneficios de la monitorización están ampliamente respaldados por estudios científicos. “Sabemos que los pacientes con concentraciones de imatinib entre 1000 y 1300 ng/ml logran respuestas moleculares óptimas. Por ejemplo, en el estudio OPTIM se demostró que los pacientes con dosis ajustadas alcanzaban tasas de respuesta molecular del 63%, frente al 37% en aquellos sin monitorización”, señala la especialista y una menor tasa de efectos adversos.
En GIST, la situación es “alarmante”, según explica: “Solo el 51% y el 47% de los pacientes tratados con 600 y 400 mg/día, respectivamente, alcanzan concentraciones objetivo”.
La farmacéutica también destaca que, además de los beneficios clínicos, el proyecto tiene implicaciones económicas importantes. “En un horizonte de cinco años, medir las concentraciones plasmáticas de imatinib reduce el coste del tratamiento en LMC. Esto se suma al hecho de que imatinib, desde la aparición de su genérico, es el ITK de menor coste, unas 50 veces más económico que las alternativas de segunda generación”, subraya Legido.
Sin embargo, el enfoque principal del proyecto no es el ahorro, sino garantizar que cada paciente reciba un tratamiento optimizado. “La monitorización permite incrementar la persistencia al tratamiento” y reducir la toxicidad, mejorando la calidad de vida del paciente, añade.
Legido recuerda que uno de los investigadores del estudio, Fernando Gutiérrez Nicolás y su equipo del Hospital Universitario de Canarias, llevan años trabajando en este campo con diversas publicaciones que muestran como esta monitorización no sólo reduce la toxicidad, sino que aumenta la supervivencia de los pacientes.
Reconocimiento desde la hematología y la oncología
La monitorización de imatinib ha sido bien recibida por hematólogos y oncólogos médicos, quienes destacan su utilidad como herramienta para personalizar los tratamientos. “Contar con un dato objetivo sobre las concentraciones plasmáticas permite tomar decisiones más precisas y optimizar las dosis para cada paciente”, comenta Legido.
Esta técnica no es nueva en farmacia hospitalaria, pero su aplicación en áreas como la onco-hematología está en pleno desarrollo. “La farmacocinética clínica es un área con más de un lustro de trayectoria y una herramienta indispensable en múltiples patologías. Su ampliación progresiva a nuevos campos, como la oncología, refuerza su papel en la medicina personalizada”, concluye.