La Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa) ha elaborado un decálogo de medidas para poder incorporar la innovación oncológica. En este sentido, su presidente, Joaquín Estévez, ha afirmado que "el papel de la innovación en la supervivencia al cáncer está siendo fundamental y lo seguirá siendo en los próximos años, si bien esta evolución puede detenerse debido a las dificultades para la financiación de las nuevas terapias que irán llegando".
Para que eso no ocurra, la clave está, según indican desde esta sociedad, en valorar la innovación más allá del coste y financiarla. Esto implica, según Estévez, buscar una situación de equilibrio, ya que se dan intereses contrapuestos en relación con esta innovación. "Las compañías necesitan mantener el negocio para mantener, con ello, su actividad investigadora; las administraciones sanitarias luchan contra la falta de sostenibilidad y solvencia y ven la innovación como gasto y no como inversión, con una visión cortoplacista; los pacientes quieren ser tratados con la terapia más eficaz, y los clínicos, en una continua formación científica, tienen el compromiso de ofrecer a sus pacientes lo mejor”, ha señalado.
En lo que respecta a los directivos de la salud y gestores sanitarios, éstos se enfrentan, indican desde Sedisa, a una factura de farmacia hospitalaria "muy alta, "siendo éste el punto más complicado de cumplir en cuanto a la cifra objetivo implantada, sin normalmente negociar, por parte del servicio regional de salud en el marco de los contratos de gestión que se firman de forma anual". “En dichos contratos gestión no se tiene en cuenta la llegada e incorporación de nuevas terapias o tecnologías innovadoras. Al revés, la cifra de este objetivo se fija en base al fijado el año anterior", explica Estévez.
Para hacer frente a este entorno tan retador, y no perder acceso a la innovación, Sedisa propone 10 medidas concretas, que pasan por analizar el coste real de los tratamientos y de la innovación tecnológica, para lo cual ven necesario medir la eficiencia y el valor que aportan, además del precio; medir resultados, usando los análisis de datos y convirtiéndolos en conocimiento, para gestionar y planificar sobre la base de estos resultados; educar en hábitos saludables; idear fórmulas de pago innovadoras, como techos máximos de pago, pago por resultados, riesgo compartido, socio tecnológico, etcétera; fomentar la colaboración público-privada en todas las fases (pago, investigación, implementación de la innovación, etcétera.); concebir el gasto en innovación como una inversión, teniendo en cuenta los ahorros en recursos sanitarios y en costes laborales; trabajar por el acceso rápido y equitativo a la innovación, reduciendo la variabilidad y la transparencia; implicar a los pacientes en todas las etapas (investigación, valoración de la innovación y análisis de procesos asistenciales); profesionalizar la gestión, y articular un pacto nacional para poder asumir el gasto, que integre a profesionales, directivos, portavoces políticos, industria farmacéutica y pacientes
En lo que respecta a los directivos, Estévez entiende que esta concepción le "obliga a conocer la innovación; medir para conocer resultados, lo que facilitará dejar de hacer cosas y poder reinvertir en lo verdaderamente eficiente; implementar la innovación estratégica en la gestión sanitaria para obtener ahorros y calidad y reinvertir, de nuevo, en procesos y productos innovadores que aporten al paciente; conocer la visión de los clínicos y compartir con ellos las necesidades de la gestión, facilitando al mismo tiempo la investigación y la formación, y conocer la visión de los pacientes sobre qué significa para ellos la innovación, cómo viven el proceso en el hospital”.