La pandemia ha puesto a prueba tanto a las oficinas de farmacia como al sistema de distribución farmacéutica cooperativista. Los responsables de estas entidades analizan su experiencia durante la crisis, la aportación del sector de la distribución a la sociedad y los retos para el próximo año.
El pasado 14 de marzo el gobierno decretó en España el estado de alarma debido a la pandemia provocada por la irrupción del coronavirus SARS-CoV-2. En ese momento, el virus y la enfermedad que provocaba eran prácticamente desconocidos. Empezaron a imponerse medidas básicas como el distanciamiento social, el uso de mascarillas y de geles hidroalcohólicos para evitar su contagio, ya que el sistema sanitario estaba en una situación crítica. La distribución y las oficinas de farmacias, en calidad de centros sanitarios, se enfrentaron a una situación sin precedentes que tuvieron que afrontar día a día.
“Desde que empezó la pandemia, lo primero que detectamos fue la falta de productos relacionados con la covid, sobre todo de geles hidroalcohólicos y mascarillas, pero también de otros que no estaban presentes en el mercado nacional, lo que generó mucha incertidumbre entre la población”, afirma Jesús Lens, gerente de la Cooperativa farmacéutica leonesa (Cofarle). “Con todo, en 2020 los farmacéuticos han desarrollado un papel que todavía no se les ha reconocido suficientemente, ya que fueron los únicos sanitarios con los establecimientos abiertos desde el primer momento, y tuvieron que asumir, en cierta medida, funciones mayores que las que tienen encomendadas por ley. A esto se unió la falta de Equipos de protección individual (EPI)”.
De la misma manera que las farmacias tuvieron que adaptarse a la legislación en términos de medidas de protección y asumir los costes derivados de proteger a sus empleados, las cooperativas se vieron obligadas a poner en marcha acciones para garantizar el cumplimiento de su trabajo.
En Bidafarma, por ejemplo, se produjeron importantes cambios en el ámbito interno. Según su director general, Jesús Porres, “diseñamos planes de contingencia para estar preparados frente a cualquier incidencia en las instalaciones logísticas, aplicamos estrictas medidas de seguridad y se crearon muchos planes de prevención, entre los que podemos destacar una idea pionera: los rastreadores internos, que se incorporaron a finales de verano y que certificamos a través de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Todo para garantizar el suministro a nuestras 10.000 farmacias”.
De hecho, esa fue la finalidad en todo momento tanto de las cooperativas como de las farmacias: mantener el suministro de medicamentos y de productos sanitarios. “Tal vez la impresión fue que no se hizo nada extraordinario, pero en realidad fue todo lo contrario. En situaciones tan adversas, mantener un nivel de servicio óptimo requiere de un gran esfuerzo en recursos humanos y logísticos, por lo que debemos agradecer a los equipos de trabajo de todas las cooperativas su implicación absoluta para alcanzar este objetivo”, señala José Comas, director general de la Cooperativa d’Apotecaris.
A las funciones básicas de las farmacias comenzaron a unirse otras, fruto de colaboraciones con la Administración para evitar saturar más el sistema sanitario. “Por un lado, la apertura de regulación por parte de todos los colegios durante la pandemia para poder acercar el medicamento a personas dependientes o con patologías graves al domicilio, por otro, el acceso a los medicamentos hospitalarios, aunque muchas comunidades autónomas no lo están haciendo a través de la farmacia, sino de empresas logísticas ajenas al sector. En este sentido, se está trabajando para lograr una armonización. Sería una forma de que la farmacia recuperase el rol de productos hospitalarios que se le ha ido escapando en los últimos años de manera progresiva”, afirma Alfonso Roquero, director general de la Cooperativa farmacéutica asturiana (Cofas).
Igualmente, el momento que se vivió durante la crisis sanitaria provocada por la covid fue un buen momento para poner a disposición de los socios servicios que les facilitasen su labor. David Pardo, director general de Fedefarma, sostiene que “como partner integral de la farmacia fuimos conscientes de la necesidad de ayudarla a anticiparse a los escenarios. Por ejemplo, con herramientas digitales como 'farmaoffice go' y 'canalfarmaciaonline', que potencian su presencia en el canal online y que han contribuido a que mantuvieran la comunicación con el cliente/paciente durante el confinamiento sin riesgos. También la hemos acompañado con una serie de formaciones sobre temas de salud y gestión”.
El valor de la farmacia para la sociedad
Debido a la escasez de productos, desde el principio de la crisis han aparecido multitud de proveedores que han visto una oportunidad clara de negocio. “Algunos han puesto productos en el mercado sin cumplir con los requisitos sanitarios que están establecidos. La marca farmacia es la única garantía para el ciudadano de que todos los productos que adquiere respetan los estándares requeridos por las autoridades sanitarias”, afirma José Comas.
Según Jesús Lens, “tanto las cooperativas como las farmacias somos entidades hiper reguladas. En los inicios de la pandemia comenzaron a venderse mascarillas en todo tipo de establecimientos y al único al que se le exigía cumplir las regulaciones fue a la farmacia. De hecho, hubo muchas inspecciones al respecto, lo que acabó generando mucha confusión entre los pacientes”.
A esta garantía de calidad se unen otras características propias de este canal. Como afirma Eduardo Padilla, director gerente de la Cooperativa farmacéutica de Tenerife (Cofarte), “tanto la distribución como la farmacia han sido muy rigurosas a la hora de comprobar certificaciones y fichas técnicas. También se han dado muchos cursos de formación, desde los colegios oficiales o desde entidades como Fedifar”. Esto ha hecho reafirmarse al canal en una de sus grandes ventajas competitivas, tal y como recuerda Jesús Porres: “el usuario final va a contar con el consejo del profesional de farmacia, que siempre le va a indicar el uso correcto de los productos farmacéuticos. Esto nos otorga un valor impresionante”.
Oportunidades derivadas de la pandemia
Todo apunto a que en 2021 comenzará a vacunarse a la población contra el SARS-CoV-2. Con todo, “a pesar del gran esfuerzo realizado a nivel sanitario, sabemos que el Covid-19 ha venido para quedarse. Por tanto, hay que minimizar el impacto que pueda tener en la población y aprender a convivir con él”, señala José Comas.
Para Lens, “los equipos de protección seguirán vigentes, aunque haya una vacuna a medio plazo. Incluso creemos que pacientes con ciertas patologías, como las alergias, van a utilizar la mascarilla de forma permanente. El objetivo es que al igual que ocurre con los medicamentos, los ciudadanos tengan claro que la farmacia es un establecimiento que les ofrece estos productos con todas las garantías, por lo que se acabe convirtiendo en su centro de referencia para adquirirlos”.
El hecho de seguir trabajando estas referencias durante 2021 también puede ser una oportunidad de crecimiento para la farmacia, “mejorando la categorización y estableciendo recomendaciones al paciente”, recalca Roquero. Y Padilla apunta más alto: “también es una oportunidad para reforzar tanto el papel de la cooperativa como de la farmacia dentro del sistema sanitario español”. David Pardo ahonda en esta idea aseverando que “el Covid-19 ha vuelto a evidenciar todo lo que aporta y todo lo que tiene que aportar a la sociedad y al sistema sanitario. Así, imagino una farmacia asistencial, implicada como siempre con el paciente, contribuyendo a la eficiencia del sistema y al bienestar de todos, dotada de más servicios, y como no una farmacia omnicanal, adaptada a las necesidades de sus clientes para garantizarles el mejor servicio y el consejo farmacéutico tanto en el canal offline como en el online”.
En definitiva, tal y como afirma Juan del Río, director general de Unnefar, “la farmacia debe desempeñar en el futuro el papel que tiene ahora, ser un espacio de salud cercano al ciudadano, adaptándose a todos los cambios que la sociedad y la tecnología vayan imponiendo. El propósito, la razón de ser de la cooperativa, debe ser contribuir a que esto pueda ser así, proporcionando los productos, las herramientas y los servicios que sean necesarios al colectivo”.