Con motivo de la celebración el próximo jueves del Día Mundial del Cáncer Renal, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) se suma a la conmemoración publicando un informe monográfico sobre esta enfermedad en el que destaca el papel del farmacéutico tanto como comunitario, como de hospital.
Bajo el lema ‘Necesitamos hablar de cómo nos sentimos’, se pretende generar conciencia sobre el impacto clínico y social de esta patología, y las medidas para prevenirla.
Y es que su carácter asintomático en los primeros estadios hace que el cáncer renal sea menos conocido en comparación con otro tipo de tumores. Sin embargo, la realidad es que, anualmente, en el mundo se diagnostican unos 430.000 nuevos casos, de los cuales más de 7.300 corresponden a España -5.000 de ellos en varones- donde provoca más de 2.000 fallecimientos, una cifra sensiblemente superior a los muertos por accidentes de tráfico.
Además, es muy importante incidir en la necesidad de ese diagnóstico temprano, pues si su tratamiento se inicia cuando se encuentra en el estadio 1, el índice de supervivencia a los 5 años alcanza el 95%. En estos momentos, cerca de 8 de cada 10 casos se detectan en esa primera fase de forma incidental, al realizar revisiones médicas por otros problemas de salud.
Aunque no se ha identificado ninguna causa concreta vinculada al cáncer renal, se reconocen una serie de factores de riesgo, tales como el tabaco, la obesidad, la hipertensión arterial, la exposición ambiental a determinadas sustancias químicas, además de ciertos factores genéticos. De ahí, que desde la profesión farmacéutica se insista en la necesidad de mantener un buen estado de forma, controlar regularmente los niveles de glucemia y la presión arterial, seguir una dieta equilibrada, no fumar o monitorizar frecuentemente la función renal, entre otros consejos.
Más allá de la prevención, las funciones del farmacéutico -ya sea hospitalario o comunitario- son esenciales para los pacientes de cáncer renal.
Así, el farmacéutico hospitalario tendrá una función destacada en el tratamiento del carcinoma de células renales, que emplea muchos medicamentos de uso hospitalario, respecto a los cuales hará un seguimiento farmacoterapéutico dirigido a evaluar posibles ajustes, comprobar su efectividad y vigilar su seguridad, sobre todo si hay otros tratamientos concomitantes.
Por su parte, el farmacéutico comunitario cobra especial relevancia ante el cáncer renal en varios aspectos. En primer lugar, puede actuar como agente centinela en la detección de signos de alarma del cáncer renal, identificando los síntomas más habituales, como la presencia de dolor en un costado, sangre en la orina, o la palpación de una masa abdominal, en cuyo caso derivará al paciente a la consulta médica a la mayor brevedad.
En lo que se refiere a los pacientes de cáncer renal que reciben su tratamiento -o parte del mismo- de forma ambulatoria, el farmacéutico comunitario puede aportar información con rigor científico sobre la medicación, su pauta y administración; ideas generales sobre la enfermedad; o la recomendación de integrarse en asociaciones de pacientes, cuyo listado puede consultarse en la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha contra las Enfermedades del Riñón. En este contexto, se hace especialmente recomendable el desarrollo de los Servicios Profesionales Farmacéuticos Asistenciales y, lógicamente, la integración efectiva del farmacéutico comunitario en los equipos multidisciplinares de atención primaria, potenciando su coordinación con otros profesionales sanitarios.
Tanto en el ámbito hospitalario o comunitario, el farmacéutico es especialmente importante en la optimización de los tratamientos farmacoterapéuticos. La razón es que los medicamentos para combatir el cáncer renal tienen un alto riesgo de toxicidad, del mismo modo que existen otros medicamentos nefrotóxicos que deben evitarse en estos pacientes. En este contexto, el farmacéutico puede contribuir eficazmente a que el paciente reaccione con rapidez ante efectos adversos de la medicación. De hecho, las estadísticas confirman que los fármacos nefrotóxicos son responsables de hasta 1 de cada 4 ingresos hospitalarios por insuficiencia renal aguda entre la población en general, y de hasta 2 de cada 3 entre personas de edad avanzada.