En los próximos años la aplicación de la nanomedicina permitirá contribuya de manera significativa el abordaje del diagnóstico y tratamiento de las enfermedades de manera más precoz, eficaz y de forma personalizada. Así lo asegura el “Informe Anticipando: Nanomedicina”, elaborado por el Observatorio de Tendencias en la Medicina del Futuro de la Fundación Instituto Roche.
“Tradicionalmente, los principales esfuerzos en el desarrollo de la nanomedicina se han dirigido a combatir el cáncer; sin embargo, en este informe se presentan también otros ámbitos de aplicación de nanopartículas o nanoestructuras para la liberación controlada de fármacos en otras patologías, nanodispositivos para el diagnóstico de diferentes enfermedades o el desarrollo de nanomateriales para aplicaciones en medicina regenerativa. La nanomedicina ofrece grandes posibilidades para la medicina del presente y la medicina del futuro, tal como queda patente en este informe”, afirma Consuelo Martín de Dios, directora gerente de la Fundación Instituto Roche.
Ramón Martínez Máñez, coordinador del informe, catedrático de Química Inorgánica en el Instituto Interuniversitario de Investigación de Reconocimiento Molecular y Desarrollo Tecnológico (IDM), del Departamento de Química de la Universitat Politécnica de Valencia, y director Científico del CIBER-BBN, asegura que “una de las principales revoluciones en el tratamiento de los pacientes es poder establecer decisiones terapéuticas de forma personalizada, es decir, en función de las características genómicas y moleculares de cada paciente. En el ámbito de la Oncología, la nanotecnología puede aportar el diseño de nanopartículas especialmente diseñadas para cada paciente en particular, cargados con fármacos adecuados al paciente y maximizar la entrada de las nanopartículas en las células determinadas”.
Además, Martínez Máñez añade que “otro de los campos donde la nanotecnología puede aportar es en el diseño de sistemas simples y económicos de detección de biomarcadores que puedan servir para detectar enfermedades en sus estadios más tempranos y evaluar los efectos terapéuticos de fármacos, incluyendo el uso de nanopartículas terapéuticas”.
La nanomedicina abarca, de forma generalizada, tres grandes áreas: el nanodiagnóstico; la nanoterapia, que incluye la liberación controlada de fármacos; y las aplicaciones particulares en medicina regenerativa. Así, el nanodiagnóstico está basado en el uso de nanodispositivos, como nanobiochips, nanoelectrodos o nanobiosensores, y sistemas de contraste para una detección precisa y rápida de una enfermedad. La nanoterapia emplea nanoestructuras que contribuyen a la administración controlada de fármacos de forma preferencial en las células enfermas; y, por último, la nanomedicina regenerativa pretende ayudar a reparar o reemplazar tejidos y órganos dañados utilizando herramientas basadas en nanotecnología.
Estos tres aspectos contribuyen a que la nanomedicina ofrezca la posibilidad de tratar enfermedades que no eran posibles de abordar hace tan solo unas décadas atrás, a través de nuevos enfoques.
Por otro lado, cabe destacar que la nanomedicina tiende al empleo de sistemas únicos para la combinación simultánea del diagnóstico y la terapia en el desarrollo de estrategias “teranósticas” o la aplicación de la nanomedicina en las técnicas in vitro y de imagen para el “companion diganostics”, que permite guiar el tratamiento e incluso determinar el perfil molecular del paciente para poder así estratificar mejor a aquellos que se van a beneficiar de una determinada terapia.
Además, aunque la gran mayoría de las aplicaciones de nanomedicina se han desarrollado principalmente en el campo de la oncología, en los últimos años se están explorando nuevas áreas de aplicación. De hecho, se prevé que el desarrollo de vacunas contra la Covid-19 basadas en nanotecnología suponga un punto de inflexión tanto para el desarrollo de nuevas aplicaciones en nanomedicina como para su aprobación por parte de las agencias reguladoras.