Cuatro de los 26 expertos convocados por la subcomisión sobre el uso del cannabis medicinal han abierto este martes la primera de las sesiones de la subcomisión del cannabis del Congreso de los Diputados, con el objeto de exponer su experiencia en torno a la posible regulación de esta sustancia en España.
Esta subcomisión, creada a parte de una iniciativa de la Comisión de Sanidad, tiene por objeto en escuchar las diferentes voces que plantean el uso de cannabis como remedio, principalmente en tratamientos dirigidos a evitar el dolor.
En la jornada de este martes han participado Francisco Pascual Pastor, presidente de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías, Rosa Calvo Escalona, doctora en Psiquiatría y Psicología Infantil y Juvenil en el Instituto Clínic de Neurociencias (ICN) del Hospital Clínic de Barcelona, Manuel Ibarra Lorente, jefe de departamento de Inspección y Control de Medicamento de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios y Carlos Bouso Saiz, director científico de la Fundación International Center for Ethnobotanical Education, Research and Service.
Para los tres primeros resulta evidente que en la actualidad, el cannabis carece de una evidencia científica contrastable a la hora de determinar su uso terapéutico, mientras que Carlos Bouso, sin entrar en la aportación científica realizada hasta ahora, ha defendido que su uso “si aporta calidad de vida” a los pacientes, algo que “no se puede ver en los ensayos clínicos”.
Por el contrario Francisco Pascual Pastor, que según su intervención, ha acudido al Congreso para tratar “de poner los puntos sobre las ies”, ha recordado que los estudios que actualmente existen sobre la sustancia son pequeños y en términos generales “no está claro si puede ser beneficioso o no”.
Pastor, que ha hablado desde su experiencia “de más de 35 años” en torno a estas sustancias se ha mostrado crítico con el nombre de la propia subcomisión, al incluir el término ‘uso medicinal del cannabis’; “parece que vamos a hablar del uso del porro terapéutico”; y desde luego no se trata de eso.
En su opinión, “no inventamos nada; puesto que los chinos ya lo tomaban hace 5.000 años para algunos dolores”, pero lo que en su valoración está claro es que algunos alcaloides que se obtienen a partir del cannabis que han sido objeto objeto de muchos estudios (CBD y THC fundamentalmente), cuentan “con una ‘n’ demasiado escasa”.
Este experto no descarta que “pueda servir en algunos casos”, pero el objetivo indica “es aportar evidencia científica” y por tanto “más allá de experiencias personales”, sólo tenemos estudios muy pequeños que no aportan esa evidencia.
Por su parte, Rosa Calvo ha recordado el estudio realizado a cabo por el Colegio de Médicos de Cataluña del efecto de esta sustancia en jóvenes y ha recodado que, “de lo que sí que de verdad sabemos son de los efectos adversos del cannabis” especialmente en la población más joven especialmente en riesgos de episodios psicóticos, problemas de aprendizaje y otros.
Calvo se muestra partidaria de realizar estudios que aporten evidencia, no tanto del cannabis en sí, si no de determinados alcaloides, que aporten datos reales de sus posibles beneficios.
Manuel Ibarra Lorente, por su parte ha aportado la visión de la Aemps. Hasta el momento los estudios realizados por este organismo tienen “una calidad metodológica inferior". A su entender, los trabajos sobre el uso del cannabis se deben realizar en un contexto de generación de evidencia y en “comparación con los tratamientos disponibles”.
También ha explicado que la Aemps ha indicado que la AEMPS “ha autorizado en España 17 ensayos clínicos” con cannabinoides en distintas formas y en distintas indicaciones terapéuticas. Los estudios, en términos generales tienen una “calidad metodológica inferior a lo que consideramos el patrón estándar: ensayos clínicos aleatorizados y controlados”.
Todo ello lleva a la conclusión en palabras de Ibarra que estos trabajos “no permiten establecer el beneficio-riesgo del medicamento estudiado con la suficiente garantía”.
Ibarra también ha indicado que en los países de nuestro entorno, la postura ante el cannabis medicinal “no es homogénea”, y por ello ha instado a que las experiencias permitan aprender y se valoren a la hora de plantear una regulación nacional.
El objetivo de toda regulación debe ser “la protección pública y buscar el bien del paciente”, lo cual implicaría que el cannabis, “quedaría así sometido a todos los controles y garantías” del resto de los medicamentos.
En el lado contrario al del resto de comparecencia, Carlos Bouso Sanz ha defendido el avanzar “en el conocimiento y la divulgación” de los usos medicinales del cannabis, fundamentalmente como remedios contra el dolor.
En su defensa ha usado argumentos diferentes de los que han usado el resto de comparecientes y ha indicado que la importancia de un tratamiento también está en la aportación de la calidad de vida del paciente.
En ese sentido ha considerado que los ensayos clínicos no pueden atender ese concepto dentro de su estudio, “porque sería inabarcable”, pero existe otros trabajos y otros seguimientos que permiten demostrar que el cannabis, “no quita el dolor”, pero “ayuda a llevarlo” y por tanto genera una mejora en la calidad de vida de aquellas personas que padecen dolor, o que están sometidas a procesos oncológicos que afectan gravemente su estándar de vida.