Reducir la contaminación proveniente de los sectores farmacéutico, agrícola y de salud es esencial para reducir la aparición, transmisión y propagación de bacterias resistentes a antibióticos. Así lo asegura el informe publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) sobre los aspectos ambientales de la resistencia a los antimicrobianos, que ya está afectando gravemente la salud de los seres humanos, los animales y las plantas, así como la economía.
El informe, titulado Bracing for Superbugs: strengthening environmental action in the One Health response to antimicrobial resistances fue presentado en la Sexta Reunión del Grupo de Liderazgo Mundial sobre la Resistencia a los Antimicrobianos que tuvo lugar en Barbados. En él, se hace un llamamiento por una respuesta multisectorial mediante el enfoque 'Una sola salud'. Esta solicitud secunda el trabajo de la Alianza Cuatripartita, conformada por el PNUMA, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA).
"La crisis ambiental de nuestro tiempo también es una crisis de derechos humanos y geopolítica: el informe sobre la resistencia a los antimicrobianos publicado por el PNUMA es otro ejemplo de inequidad en el sentido de que la crisis por la resistencia a los antimicrobianos está afectando desproporcionadamente a los países del Sur Global", declaró la primera ministra Mia Amor Mottley, presidenta del Grupo de Liderazgo Mundial sobre la respuesta ‘Una sola salud’ a la Resistencia a los Antimicrobianos. "Debemos mantener los esfuerzos para cambiar el rumbo de esta crisis tomando medidas de concienciación y otorgándole una posición prioritaria a esta cuestión en la agenda de las naciones del mundo".
La resistencia a los antimicrobianos figura en la lista de la OMS sobre las 10 principales amenazas mundiales para la salud humana. En efecto, se estima que, en 2019, se atribuyó un vínculo de causa directa entre 1,27 millones de muertes en todo el mundo y las infecciones por patógenos resistentes a los medicamentos; en paralelo, se atribuyó un vínculo de asociación entre 4,95 millones de muertes en todo el mundo y la resistencia a los antibióticos (RAM bacteriana, cifra que incluye los vínculos de causa directa atribuidos a todos los tipos de RAM).
Se estima que la resistencia a los antimicrobianos podría provocar hasta 10 millones de muertes cada año para 2050. Esta tasa de mortalidad mundial de 6 millones por resistencia a los antimicrobianos se equipara a la tasa de mortalidad mundial por cáncer en 2020.
“La contaminación del aire, el suelo y los recursos hídricos vulnera el derecho humano a un medio ambiente limpio y saludable. Las mismas causas de la degradación del medio ambiente están empeorando el problema de la resistencia a los antimicrobianos. Las consecuencias de la resistencia a los antimicrobianos podrían destruir nuestros sistemas alimentarios y de salud”, afirmó Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA. “Reducir la contaminación es un prerrequisito para en este nuevo siglo lograr progresos hacia el hambre cero y la buena salud”.
El informe destaca un conjunto integral de medidas para hacer frente tanto al declive del medio ambiente como al aumento de la resistencia a los antimicrobianos, en particular mediante estrategias que permiten combatir las fuentes clave de contaminación por: el saneamiento deficiente, el alcantarillado y los desechos comunitarios y municipales.
En el informe se plantea como alternativa crear marcos sólidos de regulación y legislación a nivel nacional, y elaborar mecanismos de coordinación y cooperación; multiplicar los esfuerzos mundiales dirigidos tanto a mejorar la gestión integrada de los recursos hídricos y la higiene; impulsar a los países a que integren un enfoque ambiental en sus planes nacionales de acción relativos a la resistencia a los antimicrobianos, al tiempo que integran las consideraciones de la resistencia a los antimicrobianos en los planes de acción relacionados con el medio ambiente, por ejemplo: los programas nacionales de gestión de los residuos y de la contaminación química, los planes de acción en materia de biodiversidad nacional y la planificación frente al cambio climático; establecer estándares internacionales relativos a los indicadores microbiológicos adecuados de resistencia a los antimicrobianos a partir de muestreo ambiental, que pueden usarse para fundamentar la toma de decisiones en materia de reducción de riesgos y crear incentivos efectivos de implementación de los estándares; explorar opciones para atraer inversiones, establecer incentivos y sistemas financieros nuevos e innovadores, así como justificar la conveniencia económica de las inversiones para garantizar una financiación sostenible, incluida la asignación de recursos nacionales suficientes para hacer frente a la resistencia a los antimicrobianos; y por último, reforzar el monitoreo y vigilancia ambiental, así como dar prioridad a la investigación científica con el fin de obtener más datos y evidencia que fundamenten mejor las medidas por ejecutar.
La resistencia a los antimicrobianos (RAM) requiere una respuesta mediante el enfoque "Una sola salud" que tenga en cuenta que la salud de las personas, de los animales, de las plantas y del medio ambiente están estrechamente vinculadas y son mutuamente dependientes. La prevención constituye el núcleo de la acción que se necesita para detener la aparición de la resistencia a los antimicrobianos y, justamente, el medio ambiente es una parte clave de la solución. El hecho de fortalecer de manera integral y coordinada la acción ambiental en la respuesta a la RAM va a reducir el riesgo y los perjuicios que suponen para los seres humanos y la naturaleza, al tiempo que va a ayudar a hacer frente a la triple crisis planetaria, asegura el informe.