Terapéutica

El papel del farmacéutico, clave para aprovechar el potencial disruptivo de la inmunoterapia

La profesión, en ámbitos como la investigación, la industria, la docencia y, especialmente en el hospitalario y el comunitario es imprescindible para el avance de la inmunoterapia y la optimización de sus resultados

Los farmacéuticos desempeñan funciones clave en el desarrollo de la inmunoterapia desde sus distintos ámbitos profesionales. Así lo asegura el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacia (CGCO), que aprovechando la próxima celebración del día mundial de esta disciplina, el próximo sábado 29 ha lanzado un informe monográfico el papel de estos profesionales un área terapéutica, que ha supuesto un cambio de paradigma a la hora de enfrentarse a muy diversas enfermedades

En la industria, la investigación y la docencia, su formación multidisciplinar abre la puerta a los farmacéuticos tener un papel protagonista en el desarrollo preclínico y clínico de nuevas terapias y en la transferencia de este conocimiento a futuros profesionales.

Por su parte, en el ámbito hospitalario, el farmacéutico especialista desempeña una función clave en la optimización del tratamiento, de gran relevancia si se tienen en cuenta los posibles eventos adversos asociados al tratamiento con agentes inmunoterapéuticos, en una amplia mayoría de dispensación y uso intrahospitalario; además de estar obligado a un constante reciclaje formativo con el objetivo de mantenerse actualizado en el perfil farmacológico de estos novedosos tratamientos.

En lo que se refiere a los farmacéuticos comunitarios, actúan como centinelas en el sistema de farmacovigilancia mediante el seguimiento farmacoterapéutico, incluyendo el registro y comunicación de los eventos adversos observados y la posibilidad de interacción con el resto de tratamientos. De igual modo, son agentes claves en la educación sanitaria de pacientes y usuarios, insistiendo en las medidas útiles para prevenir complicaciones derivadas de la inmunosupresión: se puede minimizar el impacto de factores de riesgo mediante la recomendación de una vida saludable y físicamente activa, una dieta variada y equilibrada, el consejo de no consumir tabaco u otras sustancias tóxicas, de evitar la exposición solar excesiva o sin protección, o de usar mascarillas quirúrgicas o FFP2 en contextos de aglomeración.

El CGCOF se suma a la conmemoración del Día Mundial de la Inmunología a través de un nuevo punto farmacológico en el que se describen los aspectos más destacados de los tratamientos inmunoterapéuticos, con especial énfasis en aquellos con mayor impacto a la hora de abordar determinadas enfermedades. Simultáneamente, se pone el foco en el futuro, centrándose en las estrategias que se espera que puedan introducirse en la práctica clínica a corto y medio plazo, con efectos disruptivos en sus respectivos campos.

Disciplina con potencial

Si bien puede considerarse que la inmunología, como disciplina científica, tiene sus orígenes a finales del siglo XVIII con la vacuna de Jenner, ha sido dos siglos después cuando se ha producido una verdadera eclosión de estrategias terapéuticas basadas en la modulación de la respuesta inmunitaria. Hoy, las terapias dirigidas a estimular o suprimir la acción del sistema inmunitario tienen un enorme potencial en el tratamiento de muchas enfermedades. Esa es una de las razones por las que, en 2012, la Organización Mundial de la Salud puso en marcha por primera vez la Semana Mundial de la Inmunización, que se celebra la última semana de abril y que culmina con la conmemoración del Día Mundial de la Inmunología el 29 de abril.

Además de que la vacunación representa la estrategia terapéutica que más vidas ha salvado en la historia de la humanidad, los avances producidos en los últimos años, con el desarrollo en tiempo récord de vacunas basadas en ARN mensajero –que contienen el material necesario para que las propias células de nuestro organismo fabriquen un antígeno que desencadena una respuesta inmunitaria humoral y celular– abren nuevos horizontes.

Sin embargo, desde hace tiempo, su utilidad ya no se limita a la prevención de enfermedades infecciosas, estando en estos momentos muy avanzados diversos estudios clínicos encaminados a la aplicación de esta tecnología al tratamiento personalizado del cáncer, que es el área terapéutica en que la inmunoterapia ha concentrado y continúa concentrando el mayor número de investigaciones en los últimos años.

El progreso en este ámbito ha sido indiscutible y en buena medida ha venido protagonizado por nuevas herramientas como los anticuerpos monoclonales, los virus oncolíticos o la prometedora terapia basada en células CAR-T. Esta última actualmente centrada en neoplasias hematológicas, pero cuyas indicaciones podrían ampliarse más allá del campo de la oncología.

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