Es necesario revisar periódicamente los calendarios de vacunación y las estrategias de prevención con el fin de adaptarlos continuamente a las necesidades de la población ya que estos calendarios no tienen que ser estáticos, sino que deben contar con la flexibilidad suficiente para incorporar las nuevas vacunas que surjan a raíz de las investigaciones, o retirar las que ya no sean efectivas. Esta es la visión de Javier Castrodeza, director general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, que ha trasladado en su intervención durante el IV Curso de actualización en Vacunas que, con motivo de la Semana Europea de la Vacunación y el 40 aniversario del primer calendario vacunal, ha tenido lugar en la Real Academia Nacional de Medicina.
Según ha apuntado Castrodeza, estas decisiones además deben estar basadas en criterios de coste efectividad y evidencia científica. En este sentido, durante la jornada se ha insistido en que hay que poner el acento en la vacunación del adulto ya que las vacunas de la infancia no protegen durante toda la vida. Por ese motivo, y porque a medida que avanza la edad su sistema inmune se debilita y aumenta el riesgo de contraer enfermedades infecciosas, los expertos han insistido especialmente en la importancia de la vacunación de adulto.
Las jornadas, coordinadas por el Ángel Gil de Miguel, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos, ha repasado los grandes logros de las vacunas y del calendario vacunal, así como su contribución en el ámbito de la salud pública. El mayor éxito de las vacunas ha sido la erradicación y/o el control de enfermedades infecciosas que hace años suponían un gran riesgo para la población. En este contexto, se ha recordado la apuesta por la prevención de la mayoría de países del mundo. Una apuesta que ha permitido contar con altas coberturas vacunales que evitan la circulación de los virus, y con ello, la muerte de entre 2 y 3 millones de personas al año. Sin embargo, todavía 22 millones de niños en el mundo no tienen acceso a las vacunas. Por ello, el coordinador de las jornadas ha recordado la importancia de seguir trabajando en materia de prevención.
En concreto, los expertos han recordado cuáles son las principales enfermedades a tener en cuenta en la edad adulta: gripe, el tétanos, la difteria, la tosferina, el neumococo y el Herpes Zóster. No obstante, los profesionales médicos han insistido que en la edad adulta la vacunación hay que revisarla de forma individualizada teniendo en cuenta principalmente, el grupo de edad de la persona y su condición médica.
La importancia de la prevención en el paciente crónico.
El paciente crónico es considerado como grupo poblacional prioritario en materia de prevención al contar con un sistema inmunitario debilitado. En estos pacientes, el riesgo de contraer enfermedades infecciosas prevenibles se multiplica.
Para este grupo de pacientes padecer estas enfermedades puede suponer la descompensación y agravamiento de su patología de base, acompañado de problemas en el curso de su tratamiento habitual. Por ello, evitar enfermedades infecciosas y debilitantes prevenibles se trata de una medida adecuada puesto que les evita sufrir un proceso doloroso mantenido en el tiempo, que además de complicar el control de su patología, genera un consumo adicional de recursos sanitarios.