La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha publicado los resultados de otro de sus estudios comparativos de productos cosméticos, en esta ocasión sobre cremas hidratantes, para llegar a la misma conclusión, que “es recomendable comprar las cremas más baratas, donde por poco dinero se tienen los mismos efectos”.
Así, en su último análisis, que compara 17 cremas hidratantes, la mejor valorada es Cien, del supermercado Lidl, con un precio de 2,99 euros. OCU defiende la validez de su estudio, realizado en laboratorio “mediante técnicas rigurosas y con aval científico”, afirma. Sin embargo, hay voces que cuestionan la rigurosidad del análisis.
Sin entrar a valorar la calidad de la crema Cien, Tomàs Muret, vocal de Dermofarmacia del Colegio de Farmacéuticos de Baleares, afirma a Diariofarma que este tipo de análisis carecen de fundamento y son arbitrarios. “El estudio de la OCU está muy enfocado a conseguir unos resultados concretos”, señala. Además, en su opinión, “basta con ver la composición de la crema de Lidl para comprobar que hay muchas mejores, no solo en oficina de farmacia”.
La titular de farmacia en Madrid, Carmen Torres, y conocida bloguera (farmalista.es), en su post publicado a raíz del análisis de OCU, subraya sobre la crema Cien que “su fórmula no merece ni siquiera una reseña”, añadiendo: “Le calculo un gasto menor a 30 céntimos en ingredientes, y los milagros ¡no existen!”.
Desviaciones en los resultados del estudio
El estudio de OCU no es transparente en la metodología empleada, según la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética, Stanpa. “Entre otras carencias, en la información hecha pública no se indican ni el laboratorio en el que se llevan a cabo los ensayos, ni los parámetros utilizados”, aseveran desde esta patronal. Tras una revisión detallada del informe, concluyen que el estudio realizado no parece cumplir con todas las características necesarias de un ensayo, “lo que puede haber llevado a importantes desviaciones en los resultados y, como consecuencia, falta de rigurosidad”, apuntan desde esta patronal.
Las fuentes mencionadas coinciden en que un producto de calidad requiere de una importante inversión en I+D, y que esto repercute en su precio final. “Está claro que esto cuesta dinero y que los laboratorios tienen que rentabilizar sus investigaciones”, aclara Muret. Considera, además, que los esfuerzos en esta área están consiguiendo importantes aportaciones, en cuanto a formulación y galénica. “En la actualidad disponemos de texturas magníficas, y para muchos tipos de piel. Los consumidores han cambiado mucho, y ahora demandan productos de absorción más rápida y menos untuosos, y gracias a la investigación se han conseguido que las texturas sean más ligeras y nutran mucho la piel”, explica.
Los activos y conservantes también son fundamentales a la hora de fabricar una crema cuyo precio forzosamente superará los 2,99 euros. “No basta con que una crema contenga Vitamina C, coenzima Q10 o ácido hialurónico, es importante que estas substancias actúen correctamente”, añade. Para Muret, este tipo de características las cumplen los productos ofrecidos en oficinas de farmacia, que siguen un control, están validados por Sanidad y deben superar unos trámites legales para poder estar en las farmacias.
A estas garantías de calidad y seguridad de los dermocosméticos en las boticas, se suma el consejo del farmacéutico. “Estamos formados, conocemos la piel, las texturas de las cremas y sus ingredientes, por lo que sabemos qué producto recomendar a cada persona en función de sus necesidades. En la farmacia, no se llevará el producto equivocado”, señala el vocal de Dermofarmacia del Cofib.
Por su parte, la bloguera Carmen Torres reconoce que los laboratorios también invierten para que las ventas en farmacias aumenten. “Efectivamente, hay laboratorios que incluyen en el coste de la crema los gastos de promoción en el punto de venta (probadores, muestras, carteles, expositores, etc.); sin embargo, me consta que la mayoría de farmacéuticos recomendarán siempre el cosmético que les parezca más adaptado a las necesidades de la piel de su cliente”, señala.
Ni caro ni barato
Las partidas más elevadas a la hora de poner en el mercado una crema, y que condicionan su precio, son, por un lado, la I+D y, por otro, la publicidad y el márquetin. Ambas representan los gastos más cuantiosos y requieren de una inversión muy elevada, según Torres, pero ¿de cuál de ellas se beneficiará la piel? “Ya podrán gastar los millones de euros que quieran en publicidad y márquetin, tu piel no se inmutará ni mejorará su estado por ello”, subraya esta farmacéutica.
Respecto a la búsqueda de la mejor relación entre la calidad y el precio, Torres aclara que éste último es un concepto subjetivo y que hay que diferenciar entre valor y precio. “Un producto de 2,95 euros puede ser carísimo si la calidad del mismo no cumple unos estándares mínimos”, asevera.
Stanpa carga contra el análisis de OCU
La patronal de los cosméticos rebate gran parte de los puntos del análisis de OCU. Coincidiendo con Torres y Muret, en Stanpa opinan que una valoración sobre el precio de las cremas debería incluir el costo que supone la investigación, desarrollo e innovación del producto.
Según esta entidad, “la mera valoración del factor de hidratación es una simplificación de los beneficios del producto”, pues no se tienen en cuenta otras aspectos que los laboratorios añaden a la fórmula, como el factor de protección solar, el efecto tensor, el de antipolución o de antiarrugas. Al parecer de Stanpa, el no considerar estos factores de valor añadido hace que la clasificación que realiza OCU sea “muy simplista”.
Por otro lado, Stanpa desmiente a OCU cuando esta organización afirma que hay conservantes, como determinados parabenos, que son sustancias “bajo sospecha”. Desde la patronal piden que no se desaconsejen ingredientes que han demostrado ser seguros y que han pasado todas las aprobaciones marcadas por la ley.
De la misma forma, OCU recomienda evitar fragancias alergénicas y afirma que es necesario que el producto las indique en su etiquetado. Sobre este punto, Stanpa insiste en que la industria cosmética “es absolutamente transparente y, en cumplimiento del Reglamento Europeo, se indican en el etiquetado aquellos ingredientes con posible potencial alergénico”.
Stanpa también ha querido responder a la siguiente de las afirmaciones de la organización de consumidores: “No haga caso de la publicidad ni de menciones como hipoalergénico, dermatólogicamente testado, con control dermatológico o no comedogénico. Estos términos no tienen significado legal y cada fabricante los usa a su antojo, más bien como reclamo comercial”. Según la patronal, el Reglamento Europeo de Productos Cosméticos establece que cualquier alegación ha de estar soportada por pruebas científicas, por lo que no se debe inducir a inseguridad sobre alegaciones científicamente probadas. La opinión del vocal de Dermofarmacia del Cofib sobre esta cuestión es que los productos que se venden en farmacias ofrecen seguridad y sus alegaciones están validadas.