En España existen unas 20.000 personas que pueden tener hepatitis C sin diagnosticar y tratar. Sacarlos a la luz y promocionar la realización de pruebas de detección es el objetivo de 17 organizaciones de pacientes y sociedades científicas que acaban de poner en marcha una campaña de concienciación, en el contexto de la European Testing Week, que aspira a concitar los esfuerzos de todo Europa para la detección, tratamiento y prevención de hepatitis virales, el VIH y las ITS.
La campaña cuenta con el testimonio de cuatro personas que fueron diagnosticadas de hepatitis C en momentos diferentes de los últimos 30 años, pero con un mensaje común: “hoy la enfermedad se cura”.
La campaña, liderada por la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), en la que han participado 17 organizaciones implicadas en la eliminación de la hepatitis C en España, informa de los factores de riesgo y de algunos falsos mitos sobre el diagnóstico y el tratamiento de la hepatitis C, y anima a hacerse la prueba a todas las personas que tengan dudas sobre su estado serológico. Todos los materiales de la campaña, que cuenta con la colaboración de Gilead.
En España ya se han beneficiado de los nuevos tratamientos más de 165.000 personas, lo que convierte a nuestro país, en el que más pacientes se han tratado y curado de hepatitis C por millón de población. “Sin embargo, aunque tenemos los deberes muy avanzados, no están terminados”, explica presidente de la AEEH, Manuel Romero. Romero espera que esta campaña suponga un paso más hacia un logro que no duda en calificar de gran “gran hazaña colectiva” y “éxito histórico sin precedentes”, pues se trataría de la primera vez en que se elimina en apenas tres décadas una enfermedad infecciosa para la que no existe vacuna.
Para lograrlo, los especialistas consideran fundamentales dos estrategias: el cribado oportunista por edad, que actualmente solo se desarrolla o está contemplado en unas pocas comunidades autónomas, como Galicia, Cantabria o Andalucía y que debería extenderse a toda España, para lo cual el abaratamiento diagnóstico que permite el pooling de muestras (técnica utilizada durante la Covid19) representa una gran oportunidad; y la búsqueda activa de casos en población vulnerable que habitualmente no accede al sistema sanitario: personas sin hogar, usuarios de drogas por vía parenteral… Un desafío en el que también se han dado pasos importantes en los últimos años.
Extendiendo el cribado oportunista por edad en toda España y avanzando en la detección de casos en la población vulnerable, la AEEH considera una previsión “más que razonable” la desaparición de este problema de salud pública en nuestro país a muy corto plazo, en dos-tres años.
La campaña
En videos testimoniales individuales, los pacientes rememoran su experiencia, muy diferente en cada caso, pues vivieron momentos históricos muy distintos en el conocimiento de la enfermedad y en los tratamientos disponibles. A dos de ellos, Carmen y Rafael, se les detectó cuando aún faltaban muchos años para la aparición de los antivirales de acción directa, que curan la enfermedad en más de un 95% de los casos. A Carmen se le detectó el virus en 1993 y a Rafael en el año 2000, por lo que solo pudieron beneficiarse de estos tratamientos cuando ya la hepatitis C les había provocado daño hepático: Carmen convive con su cirrosis y Rafael tuvo que ser trasplantado. Ambos coinciden en que “ojalá” les “hubiera pasado ahora”, avisan que la hepatitis C se presenta sin síntomas y espolean a los pacientes que hayan podido estar en situación de riesgo para que se hagan la prueba, un sencillo análisis de sangre.
Los otros dos protagonistas de la campaña pudieron curarse y recuperar su vida normal. Ambos también coinciden en que sobran las razones para curarse y animan a todos a hacerse la prueba en caso de haber pasado por situaciones de riesgo como compartir material (jeringas y otros) para el consumo de drogas, sexo sin protección en entornos de riesgo como el chemsex, como cuchillas de afeitar o cepillos de dientes, tatuajes, pendientes o piercings realizados con material sin esterilizar, o transfusiones de sangre o intervenciones quirúrgicas anteriores a 1992.
Diego, que vivió el doble estigma de la coinfección por VIH y hepatitis C y fundó la ONG Adhara para ayudar a los pacientes en esa situación, recuerda que los nuevos tratamientos fueron la “salvación absoluta” para personas como él y se congratula de que la coinfección esté por debajo del 0,85% actualmente en España. Gracias también a los nuevos tratamientos, la hepatitis C no hizo mella en la exitosa trayectoria profesional de Paco, que es uno de los directores de escena y escenógrafos más reconocidos y premiados de nuestro país, con trabajos operísticos en el Teatro Real de Madrid, Teatro de la Zarzuela, Gran Liceo de Barcelona el Festival de Mérida, entre otros muchos.
La campaña cuenta, por último, con el testimonio del hepatólogo sevillano Manuel Romero, quien explica que “la historia de la hepatitis C en nuestro país es un sueño hecho realidad: nunca pudimos pensar en poder curar una enfermedad crónica en apenas tres meses y que esto impactara de tal modo en la calidad de vida de las personas”.
Los materiales de campaña inciden mucho en malentendidos o falsos tópicos sobre el diagnóstico y tratamiento de hepatitis C como “no necesito el tratamiento hasta que no empiece a sentirme mal, “he oído que el tratamiento de la hepatitis C es muy largo, tiene un montón de inyecciones, provoca agotamiento físico y requiere de una biopsia del hígado”, “para recibir el tratamiento, tendría que haber dejado de beber alcohol y consumir drogas, y no lo he hecho”, “me he infectado de nuevo de hepatitis C, por lo que no puedo recibir el tratamiento por segunda vez” o “una vez curado, ya no puedo reinfectarme”. Afirmaciones todas ellas erróneas que pueden estar disuadiendo o desanimando del diagnóstico y el tratamiento. La realidad es que la hepatitis C cursa sin síntomas en la mayoría de los casos, que no es posible alcanzar la inmunidad en la hepatitis C, por lo que la reinfección sí es perfectamente posible, que la enfermedad se diagnostica con un simple análisis de sangre o muestra de fluido oral, y que los tratamientos actuales son eficaces, de corta duración (de 8 a 16 semanas), presentan pocos efectos adversos y son fáciles de seguir.