La aplicación de soluciones en Inteligencia Artificial (IA) es un reto para todas las organizaciones del sistema sanitario, sin embargo, hay sectores que se pueden ver más beneficiados que otros. Este es el caso de la Farmacia Hospitalaria, “un sector particularmente potente” para la incorporación de estas tecnologías. Así lo asegura Julio Mayor, director de la Unidad de Innovación del Instituto de Investigación Sanitaria San Carlos (IdSSC), quien considera que los retos de la aplicación de estas tecnologías “no están en las máquinas, sino en las personas”: Valor, confianza y tiempo son los tres ejes en los que, a su juicio se debe basar la integración
Mayol, que actualmente coordina el Smart Health Hackaton, una iniciativa lanzada con la colaboración de Sandoz para afrontar el reto de la incorporación de estas tecnologías, considera que las particularidades de la Farmacia Hospitalaria hacen de ella un servicio ideal para este tipo de aplicaciones. “¿Por qué? Porque se trabajan con muchos datos. Muchas decisiones se basan en análisis complejos y multifactoriales y la inteligencia artificial generativa va a ayudar a eso”.
Según explica el experto, la integración de estos procesos van a permitir por un lado “liberar tiempo de los farmacéuticos para que se dediquen a cosas realmente importantes y no a estar rellenando hojas Excel, algo que puede hacer mucho mejor inteligencia creativa”, pero además de eso, en la Farmacia Hospitalaria “hay muchos aspectos de predicción y de prevención de interacciones medicamentosas que una inteligencia artificial bien entrenada puede solucionar muy fácilmente”.
La visión de este experto sobre los pasos que se están dado dentro de los servicios es positiva. “A pesar de las dificultades que tiene el cambio tecnológico, el cambio de visión y el cambio cultural hay un gran interés”. “Me consta que la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria está muy interesada en estos procesos de innovación y de innovación tecnológica y me consta también que trabajan en ellos”. “Otra cosa es cómo se integra”, asegura.
“No va de máquinas, sino de personas”
Y es que la integración de la IA es precisamente el gran reto. Un reto “que no va de máquinas, sino de personas”. “El problema ahora mismo es que no hace falta integrarlo con la realidad porque los pacientes lo tienen ya”, asegura Mayol. “Una vez que lo tienen los pacientes, porque estas soluciones tecnológicas están disponibles en el mercado, el problema lo tenemos nosotros. La dificultad real es la que tienen los sistemas tan complejos como el nuestro para incorporar soluciones tecnológicas y reorganizar sus procesos internos”.
En ese sentido este experto señala que “el problema no es un problema de tecnología, no es un problema, ni siquiera de costes; es un problema de cultura de las organizaciones, de cómo se toman las decisiones. Ahí es donde vamos a tener el choque más importante, entre otras cosas porque existe el miedo a las diferentes repercusiones”.
¿Y cuales pueden ser esos retos? el director de la Unidad de Innovación del Instituto de Investigación del IdSSC apunta diferentes opciones: “Uno de ellos puede ser el preguntarse qué va a pasar con mi puesto de trabajo: si esto lo hace la máquina mejor que yo, ¿a qué me dedico?; otro problema es conocer cuál es mi grado de entrenamiento para utilizar estas herramientas", indica el experto para quien una de las claves de la incorporación de estos procesos es conocer "cómo va a afectar esto la relación entre personas, no solo entre pacientes y profesionales, sino dentro de los servicios, entre profesionales”.
A este respecto, Mayol señala que “este trabajo, y esto es una opinión personal desde la perspectiva que yo tengo, no se está llevando con la prioridad, la celeridad y la intensidad que debería. La clave no va a ser la herramienta tecnológica, la clave es cómo nos relacionamos las personas en presencia de una tecnología que es casi tan inteligente como nosotros”, asegura.
En ese sentido, este experto apunta a que uno de los ejes “es la formación, por un lado y por otro, el abordar desde dentro del sistema las implicaciones legales y éticas e incorporar estas herramientas”. Desde ese punto de vista el responsable de la Unidad de Innovación se pregunta sobre el impacto legal de la IA en las organizaciones sanitaria y especialmente la regulación europea del Espacio Europeo de Datos Sanitarios (EEDS) cuya implementación es uno de los objetivos para el nuevo mandado de la Comisión.
“La Ley europea de inteligencia artificial no aborda estos problemas específicamente porque primero este tipo de normas regulan la parte alta de los asuntos y no bajan a un nivel tan granular y segundo, porque la está escrita antes de que apareciese la IA en el contexto actual”, explica. “La norma analiza el impacto que puede tener la aplicación de estos procesos en los usuarios y los pacientes, analiza los riesgos actuales y los riesgos medio plazo, pero no analiza como esto va a impactar en el funcionamiento de las propias organizaciones”.
La gestión de estas cuestiones a nivel micro “es una responsabilidad de las organizaciones y los profesionales deben implicarse en la solución de los conceptos éticos que van a surgir. No podemos esperar que la legislación lo haga antes de que nosotros”. “Nosotros somos más rápidos y conocemos el problema real. En Bruselas es muy poco probable que sepan cómo va a impactar en un servicio de farmacia la incorporación de inteligencia artificial”.
En ese sentido, “la tecnología no es el problema, el problema es cómo nos relacionamos los humanos en presencia de una tecnología que simulan nuestras capacidades”. Por eso, explica, “nuestra primera obligación y es básicamente generar más valor desde el punto de vista de los humanos; en segundo lugar debemos abordar la confianza y tercero el tiempo. Estas son las tres claves: Valor, confianza y tiempo. Y esto es lo que tenemos que gestionar. Esto no va de máquinas, esto va de personas”.
Smart Health Hackaton
Para dar una respuesta práctica a estas cuestiones, Mayol coordina el Smart Health Hackaton, una iniciativa lanzada en colaboración con Sandoz, en la que con personas de diferentes perfiles se quiere aportar nuevas soluciones a los retos que genera la implicación de la IA.
“En nuestro caso contamos con gestores sanitarios, médicos y farmacéuticos, fundamentalmente, también algún investigador, además de estudiantes o expertos en el análisis de datos avanzados que vienen de la universidad, como pueden ser matemáticos e ingenieros, biomédicos, ingenieros de telecomunicaciones que están cursando su última formación y lo que tienen que hacer es trabajar juntos durante un cierto tiempo con herramientas de inteligencia artificial, para abordar retos y necesidades no cubiertas del sistema sanitario”.
El proyecto lleva seis meses en funcionamiento y el 18 de diciembre se volverán a reunir en Microsoft, otro de los colaboradores del proyecto y cada uno de los nueve equipos presentará la evolución que ha tenido. “Es un trabajo colaborativo y que está orientado no a generar investigación, sino a generar soluciones, a trasladar el conocimiento para que los usuarios finales puedan aprovecharlo”, explica Mayol.
“Con que llegue uno a implantarse en el sistema, estaremos más que contentos porque sería un éxito tremendo. Poder en menos de seis meses tener una solución que se implante en todo el sistema es algo excepcional”, asegura.