Terapéutica

El uso de inmunoglobulinas puede ahorrar más de 74 millones anuales a la sanidad española

Un informe revela que en España sólo se cubre el 36% de las necesidades de plasma, importando casi el 60% restante de Estados Unidos.

Un estudio elaborado por la consultora EY ha puesto de relieve las deficiencias que arrastra la sanidad española en el uso de inmunoglobulinas. El trabajo, realizado en colaboración con Grifols, cuantifica por primera vez el impacto que tendría un acceso adecuado y estable a estos tratamientos en el Sistema Nacional de Salud español (SNS) para todos los pacientes que lo necesitan. 

De acuerdo con el informe, titulado ‘Asegurar el tratamiento con inmunoglobulinas en España: necesidad de una regulación alternativa’, un acceso adecuado y estable a estos tratamientos permitiría mejorar los resultados clínicos en decenas de miles de pacientes y, además, ahorrar más de 74 millones de euros anuales al Sistema Nacional de Salud gracias a la reducción de hospitalizaciones, infecciones y complicaciones evitables en distintas patologías.

Este estudio estima que, en inmunodeficiencias primarias, el uso de inmunoglobulinas recortaría el gasto hasta en 33,3 millones de euros anuales. En la leucemia linfocítica crónica asociada el impacto del ahorro asciende a 29,8 millones de euros, y en mieloma múltiple, a 11,3 millones de euros. Así, estas cifras reflejan no solo la coste-eficiencia de su uso, sino que pone el foco en la mejora de la calidad de vida que tendrían los más de 22.000 pacientes españoles dependientes de los tratamientos con inmunoglobulinas.

El informe confirma que su impacto no es solo médico, sino también económico y social. Los pacientes tratados con inmunoglobulinas mejoran significativamente su calidad de vida al necesitar menos hospitalizaciones, menos visitas médicas y menos cuidados intensivos, lo que supone un alivio directo para su calidad de vida y para la sostenibilidad del sistema sanitario español.

La falta de acceso o de suministro estable de inmunoglobulinas agrava considerablemente las complicaciones médicas. En pacientes con inmunodeficiencias, aumenta la incidencia de infecciones respiratorias, meningitis o artritis séptica, así como la necesidad de ingresos hospitalarios. En oncohematología y neurología, el tratamiento con inmunoglobulinas reduce la gravedad de las infecciones, acorta su duración y previene daños permanentes.

Actualmente, España solo cubre un 36% de sus necesidades de plasma, frente al 63% de media europea. Esto obliga a importar la mayoría del plasma desde Estados Unidos. Además, la donación directa mediante plasmaféresis apenas alcanza el 13% en España, muy por debajo del 40% europeo. El estudio alerta de que este déficit pone en riesgo la seguridad del suministro y hace más vulnerable al sistema sanitario ante crisis comerciales o geopolíticas.

“Invertir en inmunoglobulinas no es solo una cuestión económica, sino una apuesta estratégica por la salud y el bienestar de los pacientes,” afirma Jaime del Barrio, senior advisor del sector Salud y Life Sciences de EY. “La limitada disponibilidad de plasma, junto con la fuerte dependencia de terceros países, pone en riesgo el acceso de los pacientes a sus tratamientos. Por eso, es imprescindible avanzar hacia un modelo regulatorio que garantice la sostenibilidad del sistema y asegure la continuidad asistencial para quienes más lo necesitan”, añade.

Autosuficiencia sanitaria

La actual coyuntura internacional subraya la importancia de reforzar nuestra capacidad estratégica en el ámbito sanitario. La dependencia del SNS de las importaciones de plasma, especialmente desde Estados Unidos, pone de manifiesto la necesidad de avanzar hacia una mayor autosuficiencia en productos hospitalarios críticos, como las inmunoglobulinas. Dada su calificación como hemoderivados esenciales, fortalecer la producción nacional no solo reduciría riesgos, sino que contribuiría a garantizar la estabilidad y resiliencia del sistema en contextos de incertidumbre comercial y geopolítica. En este sentido, el informe destaca que, para revertir esta situación, es necesario fomentar la donación de plasma, reducir la dependencia de las importaciones, reforzar la autonomía estratégica europea y adaptar la legislación vigente para reconocer el valor esencial y crítico de estos medicamentos para la sociedad.

Concretamente, la Unión Europea fijó en el Plan Resilient EU2030, que era necesario crear planes de contingencia para garantizar el suministro y la producción de medicamentos hemoderivados para llevar a cabo la Autonomía Estratégica Abierta de la UE. Especialmente porque se espera que su crecimiento anual compuesto sea del 9,4% hasta 2030 debido al envejecimiento de la población y el aumento del riesgo de la prevalencia de los trastornos de inmunodeficiencia.

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