Según un reciente informe elaborado por IMS Health, a la altura de 2020 las innovaciones de los últimos 25 años habrán llegado a la cifra de 943 nuevos principios activos. Cada vez más, los nuevos medicamentos serán fármacos del área de Oncología y medicamentos huérfanos, de acuerdo con dicha proyección.
La categoría de mayor envergadura dentro de las 225 nuevas terapias que se aprobarán de aquí a 2020 es la de anticancerígenos. En términos de patologías concretas, se estima que para el mieloma múltiple las tasas de supervivencia superarán el 50% si los nuevos tratamientos mantienen la eficacia que han venido demostrando en los primeros ensayos clínicos.
Por otro lado, más del 90% de los nuevos tratamientos contra el cáncer serán terapias dirigidas, entre las cuales un tercio usarán biomarcadores para definir las poblaciones de pacientes en las que su eficacia será mayor.
La era de las terapias de precisión para todos los tipos de cáncer “aún estará en el horizonte en 2020, pero se habrán dado pasos importantes en esta dirección en una variedad de tipos tumorales”, reza el informe.
Los biomarcadores se incluyen cada vez con mayor frecuencia como objetivo de los ensayos clínicos y, en consecuencia, más fármacos de reciente aprobación vienen acompañados de un protocolo para el empleo de biomarcadores. Se estima que un tercio de los nuevos anticancerígenos tendrán como objetivo tipos de cáncer poco frecuentes, que se integran en la categoría de enfermedades raras.
Por otra parte, IMS vaticina una creciente presión por parte de los pagadores para limitar el acceso o el empleo de estos caros tratamientos dirigidos y al mismo tiempo, se espera de los biomarcadores que identifiquen a los pacientes en los cuales la terapia está aprobada.
De hecho, aunque los autores del informe consideran que una parte sustancial de las nuevas terapias estarán disponibles para amplias poblaciones de todo el mundo, admiten que es habitual que estos tratamientos tarden años en salir de los mercados desarrollados, y vaticinan que el grueso de innovaciones de los próximos cuatro años estará aún más concentrado en esos mercados.
Para Javier Cortés, jefe de la Sección de Cáncer de Mama y Tumores Ginecológicos del Hospital Universitario Ramón y Cajal, el reto de los precios de la innovación es una cuestión que puede resolverse a partir de la búsqueda de objetivos comunes entre gestores y clínicos: “Hay diversas fórmulas que pueden emplearse para combinar la incorporación de las terapias innovadoras y la sostenibilidad del sistema, la clave es adoptar las que mejor se adapten al objetivo común de ambos, que es proporcionar a los pacientes el mejor tratamiento disponible”.
Siguiendo los planteamientos de esta proyección, los tratamientos oncológicos de los próximos cuatro años incluirán en mayor proporción inmunoterapias, terapias dirigidas y tratamientos personalizados, en ocasiones utilizados en régimen de combinación, con mejoras aún más acusadas en términos de supervivencia y esperanza de vida de muchos tipos de cáncer.
La mayor parte de las innovaciones en el área de Oncología repercutirán en tumores que afectan a una proporción considerable de la población (mama, pulmón, colorrectal, leucemia y linfoma), para los cuales ya se dispone de opciones terapéuticas innovadoras presentadas en los últimos cinco años. Las innovaciones vendrán a mejorar eficacia, seguridad o formas de administración.
Menor será el número de moléculas para cánceres de difícil tratamiento: mieloma, páncreas, ovario y melanoma, aunque también en este espectro de patologías se esperan mejorías sustanciales en cuanto a supervivencia.
En la actualidad hay cinco tratamientos para el mieloma en últimas fases de desarrollo, varios de ellos con nuevos mecanismos de acción. Uno de ellos, una alternativa oral, mejorará la actual tasa inferior al 50% de supervivencia a cinco años para la mayoría de los pacientes.
Es de esperar que varios de estos nuevos fármacos sean aprobados rápidamente con procedimientos prioritarios y designación de Terapia Innovadora (breakthrough) por parte de las autoridades reguladoras, incluyendo el primer inhibidor oral del proteasoma (ixazomib), una molécula de activación de la señalización linfocítica F7 (SLAMF7; elotuzumab) y un anticuerpo monoclonal dirigido a CD38 (daratumumab).
Hay 19 inmunoterapias en desarrollo basadas en PD-1 o PD-L1 y muchos tumores podrían mostrar resultados con este abordaje que consiste en utilizar el propio sistema inmune del paciente.
Muchos de estos fármacos se utilizarán en combinación con terapias dirigidas, elevando la perspectiva de regímenes extremadamente costosos para algunos tumores, lo cual requerirá sólidas evidencias para determinar su empleo adecuado, tanto desde el punto de vista clínico como desde el presupuestario.