Todos los agentes implicados en el sistema deben ser corresponsables de la sostenibilidad del SNS. Así se recoge en la Declaración sobre Ética y Responsabilidad en la Sostenibilidad del SNS, un documento que representantes de los Comités de Bioética autonómicos y de España han aprobado en Zaragoza, a iniciativa del Comité de Bioética de Aragón.
Tal y como se recoge en dicha declaración, “la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud (SNS) no se conseguirá solo con una adecuada financiación, aunque este sea un requisito imprescindible”. Por ello, los Comités de Bioética creen necesario contribuir a la reflexión pública sobre la sostenibilidad del sistema a partir de los valores éticos que deben impulsar la responsabilidad de todos los agentes implicados en su desarrollo. Así, el objetivo es abrir un debate social que se traduzca en iniciativas y medidas concretas, susceptibles de evaluación, en los diferentes ámbitos implicados.
La declaración realiza valoraciones sobre las actuaciones que hacen los diferentes agentes. Empezando por los profesionales sanitarios, pasando por los políticos y gestores o proveedores hasta llegar a los ciudadanos y pacientes e, incluso, los medios de comunicación.
La declaración señala que “la variabilidad que se observa dentro del sistema sanitario, con diferencias en las prestaciones sanitarias entre comunidades autónomas y evidentes desigualdades que afectan, principalmente, a los colectivos más débiles y desfavorecidos de la sociedad”. Asimismo, argumenta que la puesta en riesgo del SNS “atenta” contra el Estado social, democrático y de derecho, dado que la protección de la salud “garantiza tanto los derechos a la vida y a la integridad de las personas como su participación en el sistema democrático y el ejercicio de los restantes derechos”.
En relación a los diferentes agentes, cabe destacar la responsabilidad que la declaración atribuye a los profesionales sanitarios, que deben asumir la responsabilidad que les corresponde en la sostenibilidad del SNS dado que, “en la medida en que toman a diario decisiones con significativas consecuencias sobre la distribución de recursos, se convierten en gestores del sistema”. Así, recomienda que se establezcan criterios para la asignación de recursos basados en la equidad y alerta de la tendencia a la medicina defensiva, “que se traduce en un incremento de costes sanitarios que no benefician al paciente y lastran el sistema sanitario”.
Responsabilidades de cada agente
En cuanto a los políticos y gestores, la declaración apunta que es “esencial” potenciar el papel coordinador del Consejo Interterritorial para “vertebrar el SNS desde el principio de defensa del interés general, con rendición de cuentas y transparencia”. “Hay que rechazar las desigualdades injustificadas entre Comunidades Autónomas, que no benefician a nadie y se alejan del interés colectivo”, añade.
En el caso de los ciudadanos, el documento apunta la necesidad de “promover la formación de ciudadanos y pacientes en el uso adecuado de unos recursos que, aun en tiempos de bonanza económica, siempre serán limitados”. En este sentido, se deben impulsar iniciativas que favorezcan los comportamientos responsables de la ciudadanía en el uso de los recursos colectivos: responsabilidad en el consumo de medicamentos prescritos, evitar la realización de pruebas complementarias innecesarias o repetidas, anulación con antelación de citas para consultas que no van a utilizarse, etc.
Respecto a los proveedores del SNS, los comités aseguran que “sería deseable” que los fuesen partícipes de un pacto por la sostenibilidad del SNS, “actuando con corresponsabilidad y transparencia, contribuyendo a las políticas basadas en las necesidades reales de salud de los ciudadanos, evitando la tendencia a la medicalización y sometiendo las novedades farmacéuticas al juicio de comisiones de evaluación de la tecnología, que las autoridades sanitarias deben crear con garantías de independencia.
Por último, la declaración incluye también un capítulo dirigido a los medios de comunicación y publicidad, dado que ejercen una “influencia incuestionable” en los estilos de vida de la población y en la socialización de la información científica.