Tras conseguir una reducción de las infecciones de transmisión sexual en los años ochenta, volvieron a aumentar a partir de la segunda mitad de la década de los noventa, de modo que patologías como el VIH sida, la sífilis o la gonorrea vuelven a ser el foco de políticas de prevención, en la que también se cuenta con la oficina de farmacia. La aportación de ésta en pacientes con dependencia a las drogas y con conductas sexuales de riesgo ha centrado una de las mesas de debate de Infarma.
Este tipo de infecciones han aumentado sobre todo en hombres que mantienen relaciones con otros hombres, por lo que es necesario llegar a la población de riesgo mediante otros recursos, entre ellos, las oficinas de farmacia, según Elena Castiella, presidenta del COF de Vizcaya y del Consejo de Farmacéuticos del País Vasco. El hecho de ser profesionales sanitarios formados, accesibles a la población, y capacitados para ofrecer educación sanitaria e informar sobre conductas de riesgo, las convierten, para esta experta, en lugar adecuado para atender a estas personas.
Así, la farmacia se constituye como punto de acceso sanitario para estos pacientes, en coordinación con otros centros, como ONGs, y así lo contempla el Plan de Prevención, Control y Atención a las Infecciones por Transmisión Sexual de Cataluña, según ha apuntado Mireia Alberny, del ámbito de Atención Primaria de Barcelona, del Instituto Catalán de Salud.
En esta línea, en Cataluña, 160 oficinas de farmacia forman parte del programa de substitución de opiáceos, ateniendo a unos 600 pacientes, según Joan Colom, director de la Subdirección General de Drogodependencias del Departamento de Salud. Este experto destaca los buenos resultados del programa de intercambio de jeringuillas y la participación en el mismo de las farmacias. Actualmente, éstas representan el 74% de puntos de intercambio (404, de un total de 537).
En cuanto a los puntos fuertes de las farmacias en este ámbito, señaló que disponen de profesionales cualificados, un entorno normalizado (que no estigmatiza tanto como otros centros más relacionados con las personas dependientes de la droga), su accesibilidad y proximidad. En cambio, señaló como puntos débiles que el contacto con el farmacéutico es breve y que el anonimato no está garantizado, así como el miedo de los pacientes a ser estigmatizados. En opinión de Colom, más allá de ofrecer el material, las oficinas de farmacia deben implicarse más en la educación sanitaria a estas personas y en derivarlas hacia otros recursos sanitarios.
La mesa ofreció la experiencia en el País Vasco, a través de Sonia Saenz de Buruaga, farmacéutica en Bizkaia y presidenta de SEFAC Euskadi, que también ha constatado el aumento de las infecciones de transmisión sexual. En esta comunidad autónoma, que lleva siete años con el programa de detección del VIH implantado, las farmacias realizaron en el año 2015 un total de 2.667 test, mientras que en otros centros se realizaron 801.
Además, desde 2011, farmacias vascas comenzaron a realizar la prueba de detección de la sífilis. En 2016, se llevaron a cabo 377 test, con 10 resultados positivos. De cara al futuro, se prevé que también puedan ofrecer el cribado de clamidia.
Saenz de Buruaga destacó como áreas de mejora la formación de los farmacéuticos en consejo y educación sanitaria, así como en comunicación con el paciente. Además, un 10% de derivaciones desde las oficias de farmacia no llegan al centro de referencia, y sólo se hacen el 75% de test realizables. Como puntos fuertes, subrayó la confianza que despierta la farmacia entre la población, el vínculo emocional que se puede establecer con el paciente y el aspecto motivacional que el servicio conlleva.