Terapéutica

Los nuevos antibióticos tienen los días contados, las vacunas son el futuro

La innovación en el campo de antibióticos es una forma de “ganar tiempo” frente a las infecciones, pero las bacterias acaban desarrollando resistencias, situando a las vacunas como única solución definitiva frente a las infecciones resistentes.

La innovación en el campo de antibióticos es una forma de “ganar tiempo” frente a las infecciones, pero las bacterias acaban desarrollando resistencias, situando a las vacunas como única solución definitiva frente a las infecciones resistentes.

Con motivo del encuentro “Enfermedades emergentes y reemergentes en Europa, de la investigación básica a la aplicada”, celebrada recientemente en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander, Esteban Rodríguez, consejero delegado de Biofabri y ponente en la jornada, reflexionaba sobre las vacunas, que considera la posibilidad más sólida como respuesta definitiva a la resistencia antimicrobiana.

Según Rodríguez, máximo responsable de la única planta de fabricación de vacunas en España, los nuevos antibióticos, a pesar de su utilidad, tienen los días contados debido a la capacidad de las bacterias para desarrollar resistencias. “Esto no es nada nuevo, el propio Alexander Fleming explicaba que cualquier organismo, incluidas las bacterias, se adapta ante la aparición de circunstancias adversas, con la supervivencia de los más aptos y la subsiguiente aparición de resistencias”, recordaba en una conversación con Diariofarma a raíz del encuentro científico.

El amplio consenso sobre la necesidad de nuevas vacunas en la comunidad internacional, incluyendo la posición de instituciones como Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, da fe del potencial de las vacunas: “Una vez que se ha desarrollado una vacuna eficaz, su utilidad es patente al margen de si el patógeno es resistente o no a los antibióticos”, apuntaba.

Uno de los programas de desarrollo clave en Biofabri es una nueva vacuna frente a la tuberculosis, que se encuentra en fase IIa. Esta terapia se diseñó para proteger a los pacientes una vez superada la edad pediátrica, ya que la vacuna actualmente disponible (BCG, de ‘Bacillus Calmette-Guerin’) no protege de la forma más frecuente de la enfermedad, la tuberculosis pulmonar, ni es eficaz en adolescentes ni adultos.

Para dar una idea de la carga que supone esta enfermedad, Rodríguez aporta dos datos: que la tuberculosis se ha situado como principal causa de mortalidad por enfermedad transmisible en solo dos años (superando a la infección por VIH) y que está entre las diez primeras causas de mortalidad globales.

A su entender, en España es necesario ampliar los proyectos de colaboración público-privada para aprovechar lo mejor del mundo académico y de la industria, una filosofía que en el pasado ha costado implantar. “A medida que nos embarcamos en nuevos proyectos, los académicos han ido viendo hasta qué punto son beneficiosos para la sociedad en su conjunto y para su propia investigación, que ven transformarse en opciones terapéuticas reales”, apuntaba.

Sea bajo esta fórmula u otra, lo que sí considera irrenunciable en este contexto es el impulso innovador: “Dejar de lado la innovación es tan absurdo como parar el reloj y creer que uno ha detenido el tiempo”, razonaba.

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