Ramón San Miguel, farmacéutico del Complejo Hospitalario de Navarra, y Asunción Albert-Marí, farmacéutica del Hospital La Fe de Valencia, han participado en la jornada PostMidyear ASHP, organizada por la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) con el apoyo de Amgen, para contar algunos de los highlights en relación con la atención a los pacientes externos. De sus ponencias se puede extraer que la integración del farmacéutico en los equipos asistenciales no es una moda española, sino que, más bien, es un tendencia mundial. De hecho, Estados Unidos está más bien en el vagón de cabeza en este sentido.
San Miguel se ha referido, en primer lugar, a un cambio normativo introducido en el Estado de California, por el que se le atribuye al FH la competencia de confeccionar el historial farmacoterapéutico del paciente cuando accede al sistema, con el fin, principalmente, de evitar errores y discrepancias. La reforma tuvo como avalista principal a un senador, con el que se discutieron posibles soluciones para algunas situaciones que se estaban dando en el sistema sanitario y que finalmente, tras convencerse de los beneficios de esta intervención, llevó adelante la propuesta legislativa que se aprobó el pasado mes de septiembre.
De lo visto en aquella ponencia, este farmacéutico destaca el reconocimiento del papel básico que se le atribuye a este profesional dentro de los equipos para poder llevar a cabo intervenciones exitosas, a través, por ejemplo, de la correcta conciliación de los tratamientos. Eso no quita para que, como siempre que se trabaje en equipo, surjan los típicos "conflictos competenciales, así como las discrepancias, por opiniones diferentes". La implicación del senador y el trabajo de concienciación a la opinión pública, con la presentación de evidencias sobre costes y resultados en salud fueron claves para el éxito, que tendrá que traducirse ahora en resultados en la práctica real que habrá que medir.
También ha aludido a un cambio en el modelo de atención en algo parecido a los centros de salud españoles, al que se ha bautizado como Patient-Centered Medical Home. El modelo incluye la atención integrada, no solo entre niveles asistenciales, sino también con el entorno del paciente, e incluyendo, además de los médicos y personal de Enfermería, a otros profesionales, como el farmacéutico. Este último basa su aportación en la evitación de problemas relacionados con la medicación, así como la garantía de seguridad y eficacia de los tratamientos, el manejo de los mismos, la adherencia, etc. "Es clave, en estos casos, hacer que el paciente comprenda su tratamiento y llevar a cabo una monitorización adecuada”, ha indicado.
Además, San Miguel ha recogido algunas de las ideas clave para mejorar la integración de esos farmacéuticos en este programa, más allá de que ese proceso no ha estado exento de complejidades al no estar reconocidos como profesionales sanitarios y depender su actividad, orgánicamente, de otros. Esas ideas clave serían las de seleccionar y hacerse fuertes en aquellas funciones que le son más asequibles, por su formación, y en las que pueden demostrar con mayor facilidad el valor que aportan, así como la medición del resultado de sus intervenciones, incluidos los costes evitados, y contarlo. Y es que, ha opinado, “a veces pecamos de hacer muchas cosas y no contar lo que hacemos”.
El papel del FH en la crisis de los opioides
Por su parte, Albert-Marí ha centrado su intervención en relatar lo extraído de un par de ponencias centradas en la crisis de los opioides, generada por el alto consumo de estos productos que está teniendo lugar en Estados Unidos en los últimos años. Concretamente, esta farmacéutico ha subrayado que dicho consumo se ha cuadriplicado desde 1999, lo cual no ha redundado en los niveles de dolor que manifiesta la población estadounidense.
Quizás con eso tenga que ver el hecho de que se haya detectado que el 30% de los pacientes esté haciendo un mal uso de los opioides, reflejado ese mal uso en casos de sobredosis, o utilización para indicaciones diferentes a las recomendadas, entre otros aspectos. En este sentido, cabe decir que son muchos los ciudadanos que reconocen su ingesta para dormir, rebajar el estrés o, simplemente, sentirse mejor, ha apuntado la farmacéutica de La Fe.
En su opinión, un farmacéutico hospitalario bien integrado en las unidades de dolor puede contribuir, entre otras cosas, a la selección de pacientes de riesgo, implicándose, por ejemplo, en la retirada de dosis, el seguimiento, en el manejo de la deshabituación, etc. De hecho, se ha referido a un par de modelos de intervención en Orange y Colorado, en los que la participación de los farmacéuticos habría redundado en una reducción de dosis y prescripciones. En relación con esto, se ha referido también a la necesidad de mejorar la técnica de comunicación con el paciente, teniendo en cuenta los sesgos que éste aplica para resistirse a la retirada de un tratamiento al que está habituado, con el fin de poder contrarrestarlos, respetando, en último término, su "autonomía" para tomar decisiones.