Artículo de opinión de José María López Alemany, director de Diariofarma.
Si los resultados preliminares del estudio de seroprevalencia que se han hecho públicos en Galicia se confirman, tenemos un problema. Algunas fuentes apuntan a que menos del 1% de la población habría entrado en contacto con el SARS-CoV2 en la región. Eso implicaría que un elevado porcentaje de los casos totales habría sido detectado y, por tanto, el curso asintomático de la enfermedad sería casi irrelevante.
En Galicia, según los datos oficiales, hay 9.466 casos confirmados por PCR. Esto supone el 0,35% de la población. Si las cifras de inmunización se sitúan por debajo del 1% supondría que como mucho el número de personas que han estado en contacto con el virus multiplican por tres a los detectados. Si esa proporción se mantiene para toda España, supondría poco más de 600.000 infectados en todo el país, el 1,3%. Un grave problema. Incluso si los datos allí observados se multiplicaran por cinco o diez para el resto de España, seguiríamos con el mismo problema ya que el virus no habría circulado lo suficiente y, aun así ha causado importantes estragos.
Con este nivel de inmunización frente al covid-19, nada se puede confiar a la inmunidad colectiva. Como tampoco podemos quedarnos encerrados 100 nuevos estados de alarma por 48 días (13 años) confinados, con 30.000x100=3 millones de muertos, lo que hay que hacer es aprender a convivir con el virus, que no es otra cosa que, mientras llega la ansiada vacuna, aprender a minimizar el riesgo de infección, especialmente con medidas de protección individual o, dicho de otro modo: distanciamiento y test, test, test; mascarillas, mascarillas, mascarillas y gel, gel, gel. Pero no solo eso, incrementar la concienciación, educación e información de la sociedad es imprescindible también. Asegurar que se puede cumplir con todo esto debería ser anterior al inicio de la desescalada, que el Gobierno ha denominado Fase 0. Pero parece que no entra en los planes del Gobierno que ya ha la puesto en marcha sin saber siquiera el nivel de seroprevalencia.
Por cierto, los test, test, test, no deben ser para cada uno de nosotros porque sí, sino para aquellos que han podido tener contacto con un paciente, con el objetivo de detectar precozmente su posible infección y evitar que se conviertan también en contagiadores. Por ello, es de vital importancia aplicárselos a los sanitarios, fuerzas de seguridad, pero también a personas que por su trabajo están en contacto con mucho público y de forma cercana.
Información, concienciación y educación
Llevamos 48 días de estado de alarma y creo que no se han aprovechado para concienciar y educar a la población, hacerles corresponsables de la situación y explicar la gravedad de la pesadilla que estamos viviendo y de la que muchos se despertarán de golpe. Fernando Simón se ha dedicado a hablar de la etiqueta respiratoria, término que queda muy bien, pero estoy convencido de que poca gente sabe a qué se refiere. Y aún así, no será suficiente con una etiqueta respiratoria perfecta. La prueba es que él mismo, que se supone que está rodeado de personas formadas, resultó contagiado.
Además, aunque está claro que el confinamiento ha reducido enormemente el contagio, también es obvio que no lo evita: el 14 de marzo había en España 5.753 casos; 14 días después, 72.248 y ayer mismo, 213.435. Es decir que al menos 141.187 personas, dos tercios del total, se han contagiado durante el confinamiento. Si hablamos de muertes, más de la mitad del total se han producido por contagios durante ese confinamiento. Es probable que las muertes a partir del 4 de abril, 12.799 hasta el 30 de abril, ya correspondan a contagios producidos en el confinamiento. ¿Se sabe dónde se han producido estos contagios? ¿Se han puesto los mecanismos para la detección precoz en las siguientes fases?
Pero volviendo al tema de la información a la población, creo que en este tiempo no se han dado directrices clave sobre protección y lo que es más grave, cuando se han dado en algunos casos han sido contradictorias. Se sigue negando la eficacia del uso de las mascarillas en cualquier circunstancia fuera del ámbito domiciliario, cuando de momento es la medida más clara de protección, junto con las medidas de higiene. Y más sabiendo que cada vez hay más certezas sobre la extraordinaria viabilidad del virus en el aire y superficies. Una vez más retrasamos medidas imprescindibles y no seguimos las actuaciones que han funcionado en otros países. Por ejemplo, Portugal, que multará a quienes viajen en transporte público sin mascarilla. Creo que habiendo vivido lo que hemos vivido, y sufrido lo que hemos sufrido, no pasa nada por pasarse de frenada y obligar a medidas que puedan parecer excesivas.
En lo que se refiere a la identificación precoz de los brotes que se van a producir, creo que tampoco se ha trabajado a fondo en ello. No se ha informado a la población sobre la identificación temprana de los síntomas y la importancia de ponerse en contacto con los servicios sanitarios a la mayor brevedad posible para proceder a diagnosticar precozmente el virus, aislar a sus contactos y realizar un seguimiento exhaustivo de los mismos.
Yo hace tiempo que no salgo de mi confinamiento, pero me da la sensación de que no se han habilitado dispensadores de gel hidroalcohólico en las calles y en las zonas de mayor afluencia. Una medida que considero esencial y que sí que se veía en la época de la gripe A y, por el contrario, ahora no. Es esencial que haya dispensadores de gel en todas las zonas de alta afluencia.
En este tiempo, tampoco se ha instado, cuando no obligado, a las empresas a poner medidas de entrada escalonada de los trabajadores a sus puestos de trabajo para aquellos que no puedan teletrabajar, así como para establecer turnos allí donde no los había. El objetivo principal debe ser evitar aglomeraciones en el transporte público.
Igualmente, considero que ha sido un error no haber facilitado que las empresas pudieran obtener esos equipos de protección, sino todo lo contrario ya que en muchos casos se ha incautado. Tampoco se ha permitido a las empresas la realización test entre los trabajadores, algo que puede ayudar a estructurar los equipos de trabajo y permitir trabajar con mayor seguridad.
Sistemas de información
Más allá de todo esto que, con el impulso de las administraciones, entra de lleno en la responsabilidad individual, creo que falta mucho por avanzar en la disponibilidad de información fiable para analizar en tiempo real la evolución de la pandemia.
A lo largo de las últimas semanas hemos asistido a auténticas chapuzas con la información que daba el Ministerio de Sanidad. Sumando casos que luego restaba, eliminando fallecidos contabilizados días atrás, en lo que parece una improvisación continua y falta de previsión. Y así, no confío en que se tengan ajustados los sistemas de información para detectar el mínimo síntoma de que 15 días atrás empezaron a crecer los contagios o si se perderán más días en dar la alerta, lo que podría resultar trágico, de nuevo.
La información que ha ofrecido hasta ahora diariamente el Ministerio deja mucho que desear. Esperemos que, como anunció el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, esté disponible para todos los ciudadanos un cuadro de mandos que permita conocer la situación de cada zona.
En cualquier caso, reitero mi convencimiento en que si cada uno de nosotros, desde el punto de vista individual, tomamos medidas de protección, la desescalada irá bien. Pero es necesario concienciar en el uso e informar sobre el buen uso, de los equipos de protección, impedir las situaciones de aglomeración de personas y que los procesos de detección precoz y aislamiento funcionen. Y mantener la tensión hasta que llegue la vacuna. De otro modo, en pocas semanas volveríamos a la casilla de salida, con un sistema sanitario agotado, con una economía hecha trizas y con una perspectiva de futuro todavía más negra que la actual.
Por todo ello, ahora más que nunca, test, test, test; mascarillas, mascarillas, mascarillas; gel, gel, gel e información, concienciación y educación sanitaria.
José María López Alemany es director de Diariofarma.