Terapéutica

La sombra del farmacéutico se alarga en el Día de la Seguridad del Paciente

Con motivo de la conmemoración del Día Mundial de la Seguridad del Paciente, Diariofarma se ha puesto en contacto con las sociedades científicas que representan a los farmacéuticos de los distintos niveles asistenciales para que comenten su labor en la protección de los pacientes y las barreras que se encuentran.
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La Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) acordó, en su última reunión, la conmemoración del primer Día Mundial por la Seguridad del Paciente para este 17 septiembre, y la jornada ha estado llena de acciones a nivel internacional, y también local, para recordar la necesidad de ofrecer una atención segura en todos los niveles asistenciales y, concretamente, en relación con la gestión de la medicación.

En este día, el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social ha organizado una jornada, inaugurada por la ministra en funciones, María Luisa Carcedo, en la que ésta ha subrayado el trabajo que se viene realizando desde el Departamento que hasta ahora dirige para mejorar la seguridad del paciente, "como son identificar y retirar de la práctica clínica intervenciones sanitarias innecesarias, que no han demostrado eficacia, tienen efectividad escasa o dudosa, no son coste-efectivas o no son prioritarias, así como para una buena conciliación de la medicación".

No ha sido la única referencia a las acciones públicas para un bueno uso de los fármacos. En este sentido, ha recordado que, desde 2005, Sanidad desarrolla la Estrategia de Seguridad del Paciente en colaboración con las administraciones autonómicas, las sociedades científicas y las asociaciones de pacientes, y que, en dicho marco, se han desarrollado numerosos programas y actividades para promover el uso seguro de los medicamentos en todos los niveles asistenciales.

La propia OMS también ha estado activa durante la jornada, lanzando continuos mensajes en relación con este tema. Y es que, en materia de seguridad, los errores de medicación están a la cabeza de las principales amenazas para la salud, reconoce la máxima autoridad mundial. Por eso, han diseñado una información gráfica, que ha circulado a través de las redes sociales, en la que establecen los cinco puntos clave para garantizar dicha seguridad: el inicio del tratamiento, la toma del medicamento, la prescripción de una nueva medicación, la revisión y la retirada de la misma. "El apoyo de profesionales sanitarios en todo ese proceso es clave", reconocen. Y dentro de ese grupo de profesionales no se puede obviar la labor que realizan los farmacéuticos de los distintos niveles asistenciales.

La visión de los farmacéuticos en sus distintos niveles

Vista su relevancia, Diariofarma se ha puesto en contacto con las sociedades científicas que representan a los farmacéuticos de los distintos ámbitos, que han explicado cuáles son los principales problemas de seguridad que se encuentran y su posible aportación para minimizarlos, o, aún mejor, para acabar con ellos, identificando también las barreras que se lo impiden.

Desde la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria, Marisa Alonso, miembro de la subcomisión de Revisión del Uso de la Medicación, indica, como posibles riesgos, "las recetas que vienen escritas a mano" o "prescripciones que no son suficientemente claras", y que "pueden dar lugar a la dispensación de un medicamento erróneo". "También existe un problema de seguridad cuando, a la hora de dispensar algún medicamento no sujeto a prescripción médica, el paciente no informa de la medicación que está tomando y existe una contraindicación o una interacción". 

En estos casos, el papel del farmacéutico es, opina, "fundamental, ya que puede detectar muchas situaciones que podrían dar lugar a un problema de seguridad para los pacientes". Servicios asistenciales como el de revisión del uso de la medicación, el de seguimiento farmacoterapéutico, el de revisión de botiquines o el del manejo de inhaladores son ejemplos de ello, apunta. No obstante, existe una barrera importante para maximizar esta contribución, por la falta de acceso a la historia clínica. Tener acceso a esos datos implica contar "con toda la información terapéutica de los pacientes, para poder identificar de forma más rápida las situaciones que pueden dar lugar a los problemas de seguridad de los medicamentos". "También sería necesaria una comunicación más fluida con otros profesionales sanitarios para poder resolver más rápido y de forma más eficaz los problemas detectados", concluye.

El problema de la comunicación

También percibe una barrera en la falta de comunicación José Manuel Paredero, vocal de la Sociedad Española de Farmacia de Atención Primaria (Sefap) en Castilla-La Mancha. Falta sobre todo, dice, "fluidez en la comunicación". "Vamos a pedales, y eso pese a que tenemos a nuestra disposición todas las tecnologías para poder hacer esto. Sin embargo, seguimos teniendo que enviar correos que no son leídos, o hacer llamadas telefónicas sin éxito, porque el médico atiende a cuatro municipios en una mañana. Nos gustaría, por ejemplo, poder hacer uso de la historia clínica para transmitir todas estas informaciones", plantea, y asegura echar de menos, también, "una infraestructura que permita la coordinación con la farmacia hospitalaria y comunitaria de una manera más ágil".

En su caso, los problemas de seguridad más habituales tienen que ver con duplicidades, interacciones y contraindicaciones. "A los que más atención prestamos son las interacciones y las contraindicaciones, que son las que pueden tener un mayor impacto en la salud y suelen pasar más desapercibidas", explica, señalando que los sistemas informatizados ya suelen alertar de los problemas de duplicidad, de los que también andan atentos los farmacéuticos comunitarios.

Como ejemplo, se refiere al caso reciente de una alerta de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) en relación con Febuxostat, que fue desaconsejado, atendiendo a los resultados de un estudio, en pacientes que habían sufrido un infarto, ictus o angina de pecho. En estos casos, la intervención de los farmacéuticos de Atención Primaria pasa por "identificar a los pacientes en riesgo y, en caso de que sea necesario, contactar con ellos, aunque lo normal es hablar con el prescriptor para ver cuál es la alternativa más adecuada".

Más allá de casos puntuales, la farmacia de Atención Primaria desarrolla también sus propios programas de acción para atender a una serie de problemas a los que hacen seguimiento continuo, explica Paredero. "Tenemos un top 20 de problemas relacionados con la medicación, que vamos actualizando año a año, y a los que les hacemos un seguimiento más estrecho. Personas con dos o tres benzodiacepinas, en tratamiento con opioides durante más de dos años, o usando más de cuatro inhaladores de manera concomitante son algunos ejemplos. Compartimos la información de esos pacientes con los médicos, para que sean conscientes y puedan actuar", afirma.

Análisis, tecnologías y prácticas de uso seguro en el hospital

Sobre la aportación de los especialistas en Farmacia Hospitalaria en cuestión de seguridad habla el presidente de la Sociedad que les representa, Miguel Ángel Calleja, quien destaca el "liderazgo" que han venido ejerciendo en prevención de errores de medicación en los hospitales durante los últimos años. Para ello, indica, han "promovido el análisis y aprendizaje de los errores para poder evitarlos, apoyado la implantación de nuevas tecnologías en el circuito de los medicamentos para prevenir errores, como la prescripción electrónica o el uso de bombas inteligentes para la administración de medicamentos, e implantado prácticas para el uso seguro de los medicamentos", en especial, para los de alto riesgo. Destaca la intervención de estos profesionales, también, para mantener la seguridad en las transiciones asistenciales.

En cuanto a los obstáculos para optimizar la labor de los FH en el campo de la seguridad, Calleja apunta directamente a "la variabilidad de recursos, especialmente humanos, entre comunidades autónomas". A este respecto, defiende que "la incorporación de al menos un farmacéutico en cada servicio clínico permitiría maximizar la seguridad de todo el proceso".

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