La aplicación de terapias dirigidas en el tratamiento de neoplasias de la sangre y su uso desde las primeras fases de la enfermedad cuando hay criterios de tratamiento “está permitiendo transformar el pronóstico de enfermedades como el mieloma múltiple, la leucemia linfocítica crónica y el linfoma de células del manto”. Así lo han expresado diverso expertos participantes en el seminario ‘Avances en Onco-Hematología’, organizado en Santiago de Compostela con la colaboración de Janssen y el aval de la Asociación Galega de Hematoloxía e Hemoterapia.
Según Sonia González, especialista del Servicio de Hematología del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela y una de las moderadoras del evento, en el caso del mieloma múltiple, “en los últimos 5-10 años hemos tenido, afortunadamente, una avalancha de nuevos fármacos con mecanismos de acción diferentes a la quimioterapia convencional, que han supuesto una verdadera revolución para los pacientes con mieloma, ayudando a mejorar de forma sustancial no solo la supervivencia, sino también su calidad de vida”.
En cuanto al tratamiento de la leucemia linfocítica crónica, Manuel Pérez Encinas, especialista en Hematología del mismo departamento y moderador a su vez de este foro, ha destacado que “la aparición de terapias diana se ha traducido en una más alta tasa de respuestas y una mejora en el control de la enfermedad a largo plazo, incluyendo una mayor supervivencia y un mejor perfil de tolerabilidad. Todavía no podemos hablar de curación, pero sí de un mejor control”.
El mieloma múltiple (MM) es un cáncer incurable de la sangre, el segundo tipo de cáncer hematológico más común , con cerca de 3.000 nuevos casos diagnosticados cada año en España .
En los pacientes con esta patología, tal como explica la doctora González, “antes de la aparición de las nuevas terapias, el trasplante autólogo de progenitores hematopoyéticos constituía el único tratamiento capaz de proporcionar respuestas profundas de calidad”. Gracias a la incorporación de estas nuevas terapias, “podemos ofrecer a todos los subgrupos de pacientes, candidatos y no candidatos al trasplante, estrategias terapéuticas de eficacia elevada”, ha incidido la especialista en Hematología.
Otro de los avances destacados por los especialistas es la aprobación por parte de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) de terapias dirigidas para el abordaje del mieloma múltiple en primera línea, lo que permite incorporar tratamientos de mayor eficacia en las fases más tempranas de la enfermedad. “Esto podría traducirse en largos periodos de remisión en los que los pacientes podrían disfrutar de una calidad de vida similar a la población general”, ha explicado González, quien ha insistido en que “la primera línea de terapia que reciben los pacientes es probablemente la más importante".
Esta experta ha recordado que se continúa trabajando para desarrollar nuevas estrategias de abordaje del MM a través de la inmunoterapia en estadios precoces de la enfermedad y prevé que “nos acercarán progresivamente al objetivo, tantos años soñado, de curar el mieloma”.
En Europa, más de 50.900 personas fueron diagnosticadas con mieloma múltiple en 2020 y más de 32.500 pacientes fallecieron. Mientras que algunos pacientes con mieloma múltiple no presentan síntomas inicialmente, otros pueden presentar síntomas comunes de la enfermedad, que pueden incluir fracturas o dolor óseo, recuento bajo de glóbulos rojos, cansancio, niveles altos de calcio o insuficiencia renal.
En el caso de la leucemia linfocítica crónica (LLC), el tipo de leucemia más frecuente en los adultos de los países occidentales, el doctor Pérez Encinas ha destacado por su parte que su abordaje “ha cambiado radicalmente” en los últimos años debido a la incorporación de nuevas opciones terapéuticas y ha afirmado que “son pocos los casos que no responden a los nuevos tratamientos”. El cambio ha sido progresivo, ha explicado: “Inicialmente, los nuevos fármacos se daban solamente cuando había fallado la inmunoquimioterapia. Después, se pasó a recomendarlos en primera línea de tratamiento a los pacientes con datos de agresividad en los cuales la inmunoquimioterapia suele ser poco efectiva. Actualmente se recomiendan las terapias dirigidas en cualquier tipo de paciente con LLC que precise tratamiento y, aunque la inmunoquimioterapia sigue siendo una opción terapéutica en formas poco agresivas de la enfermedad, la tendencia es el cambio por las nuevas terapias”.
La LLC es una enfermedad que, por lo general, tiene una progresión lenta. De hecho, muchos pacientes pasan años sin experimentar o sin desarrollar sintomatología. Sin embargo, en aquellos casos en los que la LLC es más agresiva, “la supervivencia se ha incrementado de modo relevante con la llegada de los nuevos tratamientos”, ha apuntado también el especialista.
La incidencia general de la LLC en Europa es de aproximadamente 4,92 casos por cada 100.000 personas al año y es aproximadamente 1,5 veces más frecuente en varones que en mujeres. La LLC es, predominantemente, una enfermedad que afecta a las personas de edad avanzada, con una mediana de edad de 72 años en el momento del diagnóstico.
Por su parte, el linfoma de células del manto (LCM) es un linfoma muy poco frecuente, ya que solo representa entre el 2% y el 5% de todos los linfomas. Sin embargo, es más agresivo que la LLC. “Hace años que sabemos que las terapias diana, similares a las usadas en la LLC, podían conseguir respuestas en LCM; pero su uso estaba relegado a fases avanzadas cuando habían fallado todas las opciones de inmunoquimioterapia. Ahora sabemos que su uso más precoz mejora la eficacia y actualmente se recomiendan desde la primera y segunda recaída, por lo que el principal avance es la incorporación más precoz y rutinaria de las terapias diana en el manejo de los pacientes con LCM. Actualmente se están ensayando en la primera línea de tratamiento”, ha concluido el doctor Pérez Encinas.
Esta enfermedad afecta a una población pequeña de pacientes con una prevalencia de 0,5 de cada 100.000 personas en la Unión Europea (UE) con grandes necesidades terapéuticas no cubiertas. El LCM es más prevalente en varones que en mujeres y la mediana de edad en el momento del diagnóstico es de 65 años. Aunque la supervivencia ha mejorado en las últimas décadas20, sigue siendo difícil de tratar y todavía se caracteriza por episodios consecutivos de progresión y necesidad de tratamiento con cada recaída de la enfermedad.