El futuro traerá nuevos medicamentos que cambiarán el curso natural de enfermedades mortales y es necesario establecer las herramientas y mecanismos para hacer frente a la demanda asistencial y económica que ello va a suponer. Afrontar la llegada de la innovación supone hacer cosas de forma diferente, algo que se ha empezado a hacer con la hepatitis C. Así al menos lo consideran los ponentes de la última mesa de la jornada ‘El acceso a la innovación. Lo que hemos aprendido de la hepatitis C’, organizada por Diariofarma, con el apoyo de Ascendo Consulting, con el objetivo de analizar los retos que tiene el Sistema Nacional de Salud (SNS) para asegurar el acceso de los pacientes a la innovación.
El gerente de Farmacia y del Medicamento del Catsalut, Antoni Gilabert, consideró que todo lo que ha ocurrido con la hepatitis C “nos ha venido bien como país” ya que nos ha quitado la venda de los ojos sobre “cómo se han venido haciendo las cosas”. Según Gilabert, con el Plan de la hepatitis C ha modificado aspectos del ámbito del medicamento en relación a cómo se financia y se fija precio, también en temas de prescripción y en tercer lugar todo lo referido a la compra y pago de los medicamentos.
En fijación de precios, Gilabert considera que ante una innovación disruptiva no se debe dejar pasar el tiempo. Hay que tomar una decisión rápida para evitar que los acontecimientos obliguen a tomar una decisión contraria. También señaló que hay que avanzar en la metodología de la evaluación económica y del impacto presupuestario, aunque alabó la realización del Plan ya que “cuando se elabora un plan sobre algo, las cosas empiezan a funcionar. No se pueden arreglar problemas complejos con soluciones simples”, explicó.
También señaló que con la hepatitis C “hemos pasado de un modelo de precios fijo, más o menos revisable, a un modelo complejo que responde más a las necesidades de lo que nos viene” y que “por primera vez de forma centralizada se empieza a registrar resultados”, algo necesario para saber cuál es la opción más coste-efectiva.
Por otro lado, señaló que hay que innovar en los modelos de acceso, y se debe evaluar cada innovación con sus alternativas para determinar “cuándo es adecuado utilizarla”. También consideró necesario el seguimiento y monitorización de resultados, “puesto que las cosas son baratas o caras en función del resultado” y, del mismo modo, puso encima de la mesa que igual que las compañías quieren recuperar cuanto antes su inversión, la administración quiere atrasar lo más posible el riesgo. Por ello planteó un posible cambio a los acuerdos de precio volumen de forma que no se pague más cuando también es mayor la incertidumbre del resultado.
El responsable de farmacia del Catsalut, señaló que “necesitamos un modelo de acceso que anticipe, planifique y que intente encontrar una solución colaborativa”, pero ante todo, es necesario establecer un “debate profundo si no se quiere seguir improvisando”. En este sentido, avanzó que Cataluña va a poner en marcha un think-tank para anticipar “qué hacer ante la llegada de la innovación” ya que es un asunto de una gran “seriedad” para los próximos 10-15 años.
En la mesa también estuvo presente la consejera Técnica del Ministerio de Sanidad, Mercedes Martínez Vallejo, que quiso romper con algunos de los convencionalismos más habituales del sector. “No somos socios ni partners, como habitualmente se dice, sino que nos necesitamos unos a otros. El Estado no tiene recursos para desarrollar medicamentos y lo deja en manos de la industria”. Según ella, “la ambición que pueda tener la industria con el capital finito que puede tener la administración”. Y es que, tal y como explicó, “hay que encontrar un punto de equilibrio” ya que la administración “no va a ser capaz de dar todo lo que la industria demanda según sus expectativas”.
Por ello, consideró que en vez de hablar de win-win, hay que hablar de lose-lose puesto que ambos tienen diferentes objetivos. La industria debe perder algo de la rentabilidad esperada y la administración se tiene que esforzar en seguir financiando la sanidad y la prestación farmacéutica, indicó. En este sentido, puso de ejemplo que con el pacto con Farmaindustria se avanza en esa línea ya que refleja también un poco esto al limitar el crecimiento de la factura.
Martínez Vallejo destacó que nuestro país ha “asumido desde hace años el reto de financiar la innovación. Somos uno de los países que más rápido incorpora la innovación y de los más eficientes”, indicó. No obstante, bajó la euforia en cuanto a la innovación que llega en la actualidad y puso como ejemplo que la última década del siglo XX fue extraordinaria y llegaron medicamentos que hoy en día siguen siendo estándar de tratamiento en oncología.
“Plan de Hepatitis: “Magnífico” para Moreno, “mejorable” según Olmos”
Rubén Moreno y José Martínez Olmos
El sector reclama herramientas que anticipen, planifiquen y sean flexibles
Antoni Gilabert, Mercedes Martínez Vallejo, Jordi Martí y Roberto Urbez
La equidad es el mayor reto existente en el acceso a la innovación
César Pascual, Miguel Ángel Calleja, Javier Crespo y Eva Bech
Asegurar el acceso a la innovación requiere de planificación y evaluación
José María Abellán y Manuel Carrasco
Por su parte, el director general de Celgene en España, Jordi Martí, puso el foco en la insuficiencia presupuestaria de las comunidades autónomas. Indicó que “aunque más recursos no lo arreglarían todo, pero el panorama actual es muy malo”.
También recordó el riesgo de desarrollo de fármacos que es creciente cada vez, así como el retraso en la incorporación de las novedades a la práctica clínica. En este sentido, señaló que actualmente la cuota de mercado de las innovaciones solo alcanza el 2,8%, mientras que hace cuatro años era del 4,1%.
Ante esta situación y, con el convencimiento de que los medicamentos que vienen son muy buenos, explicó que “lo que buscamos todos es el precio justo”. Por ello animó a buscar cambios. Según él “tiene poco sentido hablar de medicina personalizada y no hablar de precio personalizado, hay que avanzar a precios por indicaciones, algo posible si se empieza a registrar y medir”. Por ello, señaló que hay que encontrar “un punto de colaboración” y tener confianza.
La mesa se completaba con el director general de Bristol-Myers Squibb, Roberto Urbez, quien quiso alabar lo conseguido en España con el Plan de la hepatitis C, algo que “no se ha conseguido en ningún país de Europa”.
A pesar de alabar el plan, también reclamó flexibilidad y “métodos para reevaluarlo cuando las cosas cambian”. La situación vivida por su compañía es que llegó a un acuerdo de techo de gasto con el Ministerio de Sanidad cuando el número de pacientes a tratar era de 3.500, y a los 20 días de lanzar su medicamento se anunció el Plan que elevaba el número de pacientes a 50.000.
“Estamos de acuerdo con las formas distintas de fijación de precio, pero tiene que haber posibilidad de renegociar si cambian las circunstancias. Debe haber métodos para reevaluarlo cuando las cosas cambian”, señaló. Recogiendo el juego de Martínez Vallejo, explicó que “no queremos win-win, queremos lose-lose, pero no queremos win-lose…”. Y es que el medicamento de BMS alcanzó su techo de gasto a los dos meses de ser comercializado y, desde entonces tuvo que servir a coste cero a los hospitales y todavía a día de hoy están negociando a cuántas unidades se tienen que cambiar las facturas. Algo que sería mucho más rápido y automático con sistemas de monitorización y registros de pacientes fiables, indicó.
Además, Urbez puso encima de la mesa la importancia del precio dual para la llegada de la innovación a nuestro país. “No tenemos que olvidar que si tenemos innovación en este país es porque tenemos precio dual, si no tuviéramos el precio confidencial no se lanzarían en España hasta pasar el año de Alemania”.