Eva María Martín García, presidenta de la Asociación Nacional para la Defensa del Derecho a la Objeción de Conciencia del Personal Biosanitario.
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En el actual contexto socio político se están produciendo movimientos que amenazan uno de los derechos individuales que constituyen la base de una sociedad democrática y pluralista: la objeción de conciencia. En unos casos, se proponen restricciones a su libre ejercicio; en otros, sencillamente, se promueve su supresión en la esfera pública.
Se debate en la sociedad civil el valor de la objeción de conciencia, donde se enfrentan dos posturas: una que, en consonancia con las declaraciones de derechos humanos y las normas deontológicas, defiende la objeción de conciencia como un derecho humano esencial vinculado a la libertad ideológica y de conciencia; otro que la entiende como un desafío al Estado del Derecho y un enemigo declarado de los colectivos que defienden los derechos reproductivos.
La libertad de conciencia tiene entre sus manifestaciones más genuinas, el derecho a la objeción de conciencia. No es patrimonio de una ideología: puede afectar a cualquiera, al margen de sus posiciones morales o ideológicas. Cuando ésta se ejerce de modo responsable y es fruto de un pensamiento coherente y sincero, debe ser respetada y garantizada.
Con este fin, un grupo de juristas y profesionales sanitarios, han lanzado un breve vídeo donde explican el sentido y el valor de este derecho, especialmente, en el ámbito sanitario. El vídeo aspira a proporcionar algunos puntos de reflexión sobre la trascendencia de un derecho que suele cuestionarse desde posturas que tratan de imponer de un modo unilateral de pensar y comportarse en la sociedad.
La objeción de conciencia no consiste en tener una opinión divergente, ni en oponerse públicamente a una ley instando su derogación, ni en prohibir aquello con lo que no se está de acuerdo, si no en que no te obliguen a ti a aquello que repugna, por razones éticas o profesionales, a tu conciencia. No es una postura caprichosa ni egoísta, sino que se basa en la responsabilidad y en el cuidado del paciente.
Los registros de objetores plantean incertidumbres a los profesionales. Es cierto que es necesario dejar constancia de nuestra objeción, pero tenemos que asegurarnos que de ello no se deriva ninguna discriminación o desventaja.
Tratar de solucionar los problemas privando de la vida a las personas más indefensas es una tragedia. La postura verdaderamente progresista y solidaria es dotar a la sociedad de medios para prevenir, educar y ayudar a todas las personas en situación de vulnerabilidad para que no se vean abocadas a acudir a la muerte como única salida.
Nunca podrán obligarnos a privar de la vida y quitarnos la libertad de nuestras conciencias. Pero me pregunto ¿privarán de sus derechos esenciales a los sanitarios que se nieguen a practicar eutanasias?
Eva María Martín García es presidenta de la Asociación Nacional para la Defensa del Derecho a la Objeción de Conciencia del Personal Biosanitario.