Terapéutica

Inmunoterapia e IA aumentan la esperanza de vida de los pacientes con cáncer de piel

“Será necesaria una mayor coordinación entre las autoridades sanitarias y la industria farmacéutica, así como un gran esfuerzo por parte del SNS para que estos fármacos puedan estar disponibles para todos”, señalan especialistas en el Congreso Nacional de la AEDV

El cáncer de piel representa uno de cada tres cánceres en el mundo. En España se diagnostican alrededor de 78.000 nuevos casos al año, de los cuales un 5% son melanomas, un tipo de cáncer más agresivo y con peor pronóstico, mientras que el 95% restante se corresponde con cáncer de piel no melanoma, fundamentalmente carcinomas basocelulares (CBC) y espinocelulares (CEC), que, aunque en términos generales tienen mejor pronóstico, en ocasiones pueden dar lugar a complicaciones importantes y metástasis.

En el marco del 49º Congreso de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV), especialistas en dermatología oncológica han abordado las últimas novedades en este campo, que incluyen el uso de nuevos fármacos y tratamientos, así como la incorporación de herramientas de inteligencia artificial (IA) a los métodos de diagnóstico.

Aunque el tratamiento más extendido para el cáncer de piel continúa siendo el quirúrgico (en el caso de tumores pequeños y localizados, basta con una extirpación sencilla), hay pacientes para los que la cirugía no es una opción, o bien necesitan de procedimientos complementarios. Onofre Sanmartín, jefe clínico del Servicio de Dermatología de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología, ha explicado, en este sentido, que para el tratamiento de los carcinomas basocelulares, que representan el 80% de los casos diagnosticados de cáncer de piel en España, “el uso de nuevos fármacos como el vismodegib y el sonidegib, inhibidores de la vía de señalización hedgehog, proporciona una tasa de respuesta superior al 75% en los pacientes con peor pronóstico”. 

De igual modo, “se está avanzando mucho en el tratamiento pre-cáncer cutáneo”, dirigido a pacientes con la piel dañada por el sol de forma crónica. “Para ellos, hemos desarrollado nuevos fármacos de uso tópico, como la tirbanibulina, que revierte y/o reduce el riesgo de aparición de carcinomas; y si finalmente aparecen, son más pequeños o lo hacen en menor número”, ha informado el doctor Sanmartín.

Algunos de los mayores avances en dermatología oncológica se están dando en el campo de la inmunoterapia, en concreto gracias a los inhibidores de puntos de control inmunitario, unos nuevos fármacos que bloquean la acción de las proteínas que limitan la respuesta inmunitaria del propio cuerpo, con el objetivo de ayudar a las defensas del paciente en su lucha contra el cáncer, en lugar de atacar directamente los tumores.

 “El uso de inhibidores del check point inmune supone un gran adelanto en el tratamiento del melanoma avanzado”, ha insistido el Dr. Sanmartín, pues “mejora ostensiblemente la supervivencia libre de enfermedad en los pacientes con metástasis, y actualmente está en estudio su uso neoadyuvante para facilitar la cirugía o la respuesta a la radioterapia”. Una de las principales ventajas es su baja toxicidad, ya que se administra por vía intravenosa y no genera efectos secundarios como la caída del pelo, la aparición de llagas o la bajada de leucocitos, propios de la quimioterapia.

Cabe destacar también la introducción de terapias moleculares dirigidas contra BRAF y MEK, un estándar de tratamiento en pacientes con mutación del gen BRAF, que afecta a la mitad de los diagnosticados con melanoma. “Se está investigando la posibilidad de reducir el tumor con fármacos diana para luego poder aplicar inmunoterapia; es una alternativa realmente prometedora, que demuestra lo que puede llegar a dar de sí en el futuro la medicina personalizada”, ha declarado el doctor Sanmartín.

Todos estos nuevos tratamientos permiten aumentar la esperanza de vida de los pacientes con cáncer cutáneo y mejorar su día a día, al presentar efectos secundarios menores, en comparación con los producidos por las técnicas de quimioterapia y/ o radioterapia. Aun así, el Sanmartín ha advertido de que “una gran parte sólo está disponible mediante el acceso a ensayos clínicos”. Según él, “el problema se agrava durante el proceso de comercialización, ya que no todos los fármacos autorizados por los organismos reguladores disponen de precio de reembolso, lo que en la práctica imposibilita su uso, dado el elevado coste económico para el paciente”. Por ello, en el futuro, asegura que “será necesaria una mayor coordinación entre las autoridades sanitarias y la industria farmacéutica, así como un gran esfuerzo a nivel nacional, para que estos fármacos puedan estar disponibles para todos los pacientes desde el primer momento”.

Son muchas las aplicaciones que la inteligencia artificial (IA) ya es capaz de aportar a la práctica dermatológica. En la actualidad se utiliza, entre otras cosas, para establecer diagnósticos diferenciales precisos frente a patologías comunes como la psoriasis, la dermatitis atópica o el acné, así como para el desarrollo de protocolos terapéuticos personalizados y la predicción de resultados a medio y largo plazo. También desempeña un papel fundamental para la teledermatología, donde el diagnóstico en remoto se apoya en aplicaciones que permiten el reconocimiento de imágenes. Por su creciente relevancia, estos temas también han ocupado un espacio en el 49º Congreso Nacional de la AEDV.

En dermatología oncológica, la IA contribuye a automatizar el diagnóstico de los tumores cutáneos, ya que permite diferenciar entre lesiones melanocíticas y no melanocíticas, llegando incluso a establecer clasificaciones más precisas, dentro de estos dos grandes grupos tumorales. Ello supone una ventaja para el diagnóstico temprano del cáncer cutáneo y ayuda a generar sistemas de cribado capaces de priorizar los casos en función de su gravedad. “La inteligencia artificial permite a los pacientes con cáncer de piel llegar antes a nuestras consultas”, ha señalado en este sentido el Dr. Antonio Martorell, dermatólogo del Hospital Manises de Valencia.

Al mismo tiempo, las aplicaciones basadas en inteligencia artificial resultan interesantes para el diseño de modelos que generan algoritmos de predicción a partir de datos anonimizados procedentes de pacientes. Como ejemplo, existen algoritmos computacionales que permiten predecir la progresión metastásica del melanoma cutáneo basándose en los datos de expresión genética y microRNA  del propio tumor. “La IA nos ofrece la posibilidad de determinar, en base a predicciones algorítmicas, qué pacientes pueden llegar a tener peor pronóstico. El Big Data y el análisis de esos datos nos van a permitir segmentar mejor a los pacientes y personalizar más los tratamientos”, ha asegurado el doctor.

Preguntado por si llegará el día en el que la IA pueda rivalizar con el propio dermatólogo Martorell ha sido firme: “No, la IA sólo ha llegado para ayudarnos, mejorando la experiencia en la consulta y la atención al paciente, pero las máquinas carecen de capacidad de intuición y de innovación, contrariamente al cerebro humano, por lo que difícilmente podrán nunca sustituirnos”. Aun así, ha querido recalcar su inmensa utilidad: “yo veré siempre a la inteligencia artificial como una oportunidad, siempre y cuando los dermatólogos nos impliquemos en el desarrollo de los productos; animamos mucho a nuestros colegas a entrar en contacto con el mundo de la IA, a que la entiendan, la estudien y vean de qué forma puede ayudarles a resolver problemas en sus consultas”, ha explicado.

Fuera del ámbito de la onco-dermatología, durante el Congreso se han presentado también varios trabajos de inteligencia artificial liderados por dermatólogos. Uno de ellos es el proyecto Skiana-care, que dirige el propio Martorell, y consiste en una aplicación diseñada para smartphone que permite evaluar la severidad de pacientes que sufren acné juvenil. El usuario se fotografía a sí mismo con el móvil, de modo que la aplicación es capaz de determinar el grado de extensión de las lesiones cutáneas y establecer la gravedad del mismo. Este modelo informático tiene como objetivos el educar a la población juvenil en la salud de la piel y a su vez identificar a los pacientes que pudieran necesitar a futuro atención dermatológica especializada a fin de prevenir la formación de cicatrices, en función del nivel de gravedad y perfil del acné detectado.

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