La labor de los farmacéuticos de atención primaria es “esencial” en la certificación de los equipos PROA comunitarios. Así lo ha asegurado este martes Rocío Fernández Urrusuno , coordinadora del Grupo de Infecciones en Atención Primaria de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria, en el marco del Taller sobre el ‘Papel del FAP en la Certificación de PROA comunitarios’, celebrado este martes. “La intervención del FAP es imprescindible para alcanzar más del 60% de los requisitos y estándares de certificación de los equipos PROA comunitarios”, asegura.
El nivel de participación del profesional farmacéutico de AP en la certificación del Centro “es altísimo, a veces como coordinador del equipo, a veces mano a mano con el coordinador”, ha argumentado esta farmacéutica, que recuerda que, entre las funciones de los farmacéuticos de atención primaria se encuentran por ejemplo, la participación en la elaboración o adaptación de guías de terapéutica antimicrobiana, la monitorización del consumo de antimicrobianos, de los datos microbiológicos o de indicadores clínicos, el análisis de datos y la comunicación de resultados a profesionales y gestores, la formación de profesionales en el uso adecuado de los antimicrobianos y otros aspectos relacionados con la seguridad del paciente, los canales de comunicación con la población, con la farmacia comunitaria o con los centros sociosanitarios, entre otros.
“Todas estas son áreas de trabajo habituales de los farmacéuticos de atención primaria, así que nuestra implicación como profesional clave en el éxito de los PROA comunitarios es altísima”, ha afirmado.
“Para aquellos centros de salud que no hubiesen implementado anteriormente este tipo de programas, las normas constituyen un punto de partida, una motivación para formar equipos y un modelo para desarrollar programas locales, adaptados a la realidad de los centros y las áreas. Para aquellos centros con PROA activos constituyen un aliciente para avanzar en una línea de mejora continua hacia modelos de trabajo más exigentes, con más recursos y mayor capacidad de poner en marcha intervenciones más ambiciosas, que se puedan mantener a largo plazo. La finalidad última es garantizar una mayor adherencia de los profesionales a las intervenciones PROA que redunden en mejores resultados clínicos”, ha argumentado Fernández Urrusuno.
El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), coordinado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), del Ministerio de Sanidad, presentó en febrero de 2023 las Normas de certificación de los Programas de Optimización de Antimicrobianos hospitalarios y comunitarios. Estas normas habían sido aprobadas a finales de 2022 por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Se trata de dos documentos elaborados por el PRAN junto a las sociedades científicas del ámbito comunitario Sefap, AEPap, Seimc, Semergen, Semfyc, Semg y Sepeap; y SEFH y SEIMC del ámbito hospitalario; y con la colaboración de las comunidades autónomas.
“Desde la puesta en marcha del PRAN en 2014 se puso de manifiesto la necesidad de definir una batería de elementos comunes que constituyeran la base o el conjunto mínimo de buenas prácticas que deberían reunir todos los PROA que se desarrollaran en España”, ha sostenido Rocío Fernández Urrusuno, coordinadora del Grupo de Infecciones en Atención Primaria de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (Sefap). Para la FAP, estas normas de certificación han aportado un marco de estrategias e intervenciones de referencia, una guía de trabajo para los equipos PROA para garantizar la instauración de programas de calidad, favoreciendo a la vez la coordinación asistencial y el apoyo institucional.
Por último, la portavoz de Sefap también ha destacado la experiencia acumulada durante muchos años por los FAP como líderes de los Programas de Uso Racional de Medicamentos y como promotores o miembros de las Comisiones Interniveles con los Hospitales de referencia, como líderes de los Programas de Uso Racional de Medicamentos y como miembros de grupos de trabajo en otras áreas terapéuticas. “Esto es muy importante, porque estos canales de comunicación y de coordinación con el resto de profesionales de los equipos de Atención Primaria, así como los lazos de coordinación con los otros niveles asistenciales que ya habían sido creados, constituyen ahora elementos facilitadores para desarrollar algunas de las líneas de trabajo conjuntas contempladas en las normas destinadas a garantizar la continuidad asistencial”, ha concluido.