El Servicio de Farmacia del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña ha lanzado un innovador proyecto, surgido a raíz de la nota de seguridad sobre el tratamiento con fluoropirimidinas en pacientes con déficit de dihidropirimidina deshidrogenasa (DPD) emitida por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps). Esta alerta recomienda realizar un cribado de déficit de la enzima DPD, encargada del metabolismo de las fluoropirimidinas, en todos los pacientes que vayan a recibir estos tratamientos. Esta medida busca minimizar el riesgo de toxicidad grave en pacientes con alteraciones genéticas específicas que dificultan la metabolización de estos fármacos.
En respuesta, el hospital gallego desarrolló inicialmente un proyecto de implantación multifacético, comparando las tecnologías de análisis fenotípico, a través de pruebas bioquímicas y genotípico para evaluar cuál ofrece un mejor rendimiento en la identificación de pacientes de alto riesgo. Ahora, el equipo avanza con la creación de un Sistema de Ayuda a la Decisión Clínica (CDSS), que facilitará la prescripción segura y personalizada de estos tratamientos para el cáncer gastrointestinal.
Personalizar el tratamiento desde la genética
Luis Ramudo, farmacéutico del hospital y uno de los líderes del proyecto, señala que la recopilación de datos clínicos estructurados ha evidenciado que la dosificación de fluoropirimidinas depende de múltiples factores, además del genotipo del paciente. “Además del perfil genético, existen otros factores críticos como el tipo de quimioterapia (oral o intravenosa), el tiempo de infusión, la edad o el estado de salud del paciente. Esto implica que evaluar todos estos elementos de manera integral es un desafío que no puede abordarse solo con un enfoque genético,” explica Ramudo.
El propósito del proyecto es construir un CDSS que integre información farmacogenética y variables clínicas relevantes en un algoritmo de decisión. Este sistema permitirá ajustar la dosis de manera individualizada, minimizando errores de dosificación y asegurando que se sigan los protocolos y guías clínicas más actuales.
Fases del desarrollo
El proyecto sigue cuatro fases: diseño del algoritmo, implementación del motor de reglas del sistema experto, creación de un plan de pruebas y evaluación de la eficiencia del sistema, con una planificación total de 12 meses. Actualmente, el equipo se encuentra definiendo la estructura de datos y las reglas de decisión del sistema, así como recabando financiación para llevar a cabo las siguientes fases.
Una decisión clave del equipo ha sido prescindir, por el momento, de la inteligencia artificial en favor de un sistema experto de reglas programadas. “Aunque la IA es muy potente, suele actuar como una ‘caja negra’, lo que significa que no siempre se puede comprender el porqué de una decisión. Nuestro sistema necesita ser trazable; queremos saber y controlar las razones exactas detrás de cada decisión para que el proceso sea verificable y ajustable conforme a la evidencia y las guías clínicas,” detalla Ramudo.
Beneficio para FH y Oncología
Ramudo destaca que el proyecto tiene un gran valor no solo para el área de Farmacia Hospitalaria, sino también para Oncología, ya que permite estructurar el conocimiento clínico y mejorar la toma de decisiones en el tratamiento de cáncer. Aunque la iniciativa surgió desde el Servicio de Farmacia Hospitalaria, el equipo de Oncología del hospital ha mostrado un interés particular en el proyecto, ya que la herramienta puede ayudar a estructurar registros de datos de pacientes y procesos de manera que sean fácilmente auditables.
Además, el proyecto representa un avance hacia un proceso de validación más seguro y eficiente, minimizando errores de dosificación y permitiendo un ajuste preciso y personalizado. Con esta herramienta, los profesionales de la salud podrán reducir los riesgos asociados a los tratamientos de quimioterapia, optimizando la seguridad y eficacia en cada etapa del tratamiento.
La meta del equipo es presentar el proyecto a futuras convocatorias de financiación para consolidarlo y expandirlo. Este sistema no solo facilitará la personalización del tratamiento, sino que también permitirá que los datos clínicos se organicen en variables claras y estructuradas, en lugar de quedar almacenados como texto en la historia clínica electrónica. Este cambio hará posible el análisis y explotación de la información para generar nuevo conocimiento y mejorar la toma de decisiones