Investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), en colaboración con TAPTAP Digital, han realizado un informe, basado en análisis geoespacial a partir de datos de las empresas especializadas Predicio y Tamoco, para identificar cuáles son las provincias españolas que requieren mayores medidas de protección frente a nuevos brotes de infección por SARS-CoV-2. En este sentido, sus promotores recomiendan ir más allá de la densidad poblacional e incorporar otros criterios como los índices de población de riesgo, la existencia de puntos críticos, la movilidad o el posible impacto de la reactivación comercial e industrial.
En este sentido, han identificado a Madrid y Barcelona como las ciudades con mayor riesgo de contagio en España, atendiendo a su densidad poblacional, aunque si se contemplan otras variables, como los índices de población de riesgo, o la cobertura de puntos críticos, como hospitales, farmacias o supermercados, habría otras provincias que requieren medidas de protección adicionales.
Así, las provincias más vulnerables por la concentración de población de riesgo serían Castellón, Cantabria y Guipúzcoa, mientras que Toledo, Segovia, Salamanca o Navarra son las que menos cobertura hospitalaria tienen respecto a la población vulnerable, según las conclusiones de esta investigación.
“El análisis de indicadores que afectan a la evolución del virus o del riesgo en un área geográfica determinada de manera aislada podría dar lugar a conclusiones incorrectas o evaluaciones sesgadas. Los índices multivariables producen un análisis más completo", indica el informe.
Otras variables a tener en cuenta en esos cálculos serían la movilidad de la ciudadanía o la posible propagación del virus en relación a la reactivación escalonada de la actividad comercial e industrial. Indican, al respecto de la movilidad, que ésta ha bajado, de forma general, desde los 25 a los 5 kilómetros por día por persona durante el confinamiento, lo que supone una reducción de un 80%, aproximadamente. Además, han comprobado que la medida de la restricción de toda actividad no esencial comenzó a afectar significativamente a la movilidad hasta unos cinco días después.