Opinión

Una lectura positiva de lo ocurrido con la vacuna de Oxford-AZ

Artículo de opinión de Francisco Rosa, periodista especializado en el sector farmacéutico, sobre la decisión de AstraZeneca de pausar el programa de ensayos con la vacuna desarrollada con la Universidad de Oxford para la Covid-19.

Artículo de opinión de Francisco Rosa, periodista especializado en el sector farmacéutico.

Pese a los recelos iniciales que emergieron con la noticia sobre la decisión de AstraZeneca de pausar los ensayos con la vacuna que desarrolla junto a la Universidad de Oxford contra la Covid-19, el poso general que ha quedado en la comunidad sanitaria y científica parece bastante positivo.

Francisco Rosa

Esas primeras reacciones quizás pudieran estar motivadas por la frustración del momento: nos pusieron el caramelo en la boca, diciéndonos que era posible disponer de una vacuna en diciembre si todo iba bien con los ensayos, y, cuando apenas habíamos empezado a saborearlo, nos lo quitaron… y la tropa se vino abajo.  

Esa reacción visceral es normal, si se tiene en cuenta que este virus nos ha robado nuestras vidas, unas vidas que, unos mejor y otros peor, habíamos aprendido a vivir. Queremos recuperarlas, aunque no sea para hacerlo todo de la misma forma. Queremos recuperar la sensación de control sobre cómo manejamos nuestro día a día y la vacuna es, hoy por hoy, la única esperanza para conseguirlo.

Esa respuesta inicial también puede deberse a que, como se quejan muchos y muchas, es la primera vez que como sociedad estamos siguiendo la evolución de un programa de desarrollo clínico del que dependen nuestras vidas, y lo estamos haciendo casi en directo. Esta situación, en sí misma, no es ni buena ni mala, pero exige madurez, tanto para poder encajar bien el fracaso, como para no echar las campanas al vuelo con cada paso adelante.

Quizás sea un buen aprendizaje para nosotros como sociedad. Quizás nos sirva para aprender a aceptar la evolución natural de ciertas situaciones sin tener que buscar a un culpable cuando el desenlace de la historia no es el que esperábamos. Hay que tener en cuenta, a este respecto, que se podría dar el caso de que ninguna de las vacunas que se están desarrollando ahora llegue a buen puerto. Todo parece indicar que no será así (los expertos, en general, confían en que habrá una o varias vacunas efectivas y seguras), pero nada está garantizado. ¿Estamos preparados para ese escenario? Si la respuesta es no, quizás deberíamos prepararnos. Aunque solo sea por si acaso.

Volviendo al tema que nos ocupa, creo que la noticia sobre la vacuna de Oxford y AstraZeneca tiene muchas lecturas positivas. Y es que existe cierta preocupación por el hecho de que todo el proceso para desarrollar y aprobar tratamientos y vacunas para la Covid-19 se esté llevando a cabo con una velocidad inusitada. Hay quienes piensan que las prisas nos podrían estar llevando a socavar los principios de la buena ciencia.

Pues bien, esta decisión parece suponer todo lo contrario. Estamos hablando, nada más y nada menos, de parar todo un programa de ensayos como consecuencia de que a uno de los muchos miles de participantes se le ha detectado un problema de salud, sin saber si había recibido vacuna o placebo. Una decisión como ésta podría servir, más bien, para generar tranquilidad y confianza en el proceso de desarrollo de vacunas para la Covid-19, en particular, y quizás pueda ayudar también a mejorar la confianza las vacunas, en general.

La decisión supone, por un lado, un espaldarazo a los mensajes de los representantes de la Organización Mundial de la Salud, la Comisión Europea, el Ministerio de Sanidad o la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, que insisten una y otra vez en que las vacunas que se autoricen van a ser seguras y eficaces.  

Y la misma repercusión podría tener en la imagen de la industria. Tanto AstraZeneca, como Pfizer, Sanofi Pasteur, GSK, Johnson & Johnson, MSD, Moderna, BioNTech y Novavax, compañías implicadas en procesos de investigación de vacunas para la Covid-19, han firmado un manifiesto en el que se comprometen a garantizar la integridad del proceso de desarrollo y producción de éstas, poniendo por delante la seguridad y el bienestar de la población. La decisión de AstraZeneca supone, precisamente, materializar ese compromiso.

Con respecto a los laboratorios, creo que tienen ante sí una gran oportunidad para mejorar su reputación, algo en lo que vienen trabajando muy seriamente en los últimos años, y me atrevo a decir que se han dado cuenta y que la están aprovechando.

No solo comprometiéndose con el cumplimiento riguroso de los estándares científicos en el desarrollo de vacunas para la Covid-19, o con la comercialización de las vacunas sin ánimo de lucro, como han hecho algunas farmacéuticas, sino también implicándose con las autoridades en la búsqueda de soluciones para garantizar el suministro de medicamentos esenciales en los momentos más duros de esta crisis sanitaria.

Por todo lo dicho, y como ya se apuntaba en el título de este artículo, se pueden extraer algunas lecturas positivas de toda esta situación que estamos viviendo y mirar el futuro con un poco más de optimismo.


Francisco Rosa es coordinador de contenidos en Diariofarma

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