En las últimas tres décadas, el número de casos de las encefalitis -un grupo de patologías cuyo aspecto clínico común es la inflamación del parénquima cerebral- ha experimentado un crecimiento del 12,5 %, llegando en 2019 a registrarse 1. 444. 720 nuevos casos.
Por ello, y con el fin de impulsar la visibilidad y la concienciación sobre estas enfermedades, desde 2013 se celebra cada 22 de febrero el Día Mundial de las Encefalitis. Aprovechando este día, la Organización Farmacéutica Colegial publica y difunde el Punto Farmacológico 186, un minucioso informe en el que se revisa la sintomatología común a este grupo de enfermedades, su epidemiología y etiología, poniendo el foco en las encefalitis de origen viral, específicamente, las producidas por el VNO.
La mayoría de las infecciones por el VNO en los seres humanos son asintomáticas; solo entre un 20 % y un 40 % desarrollan enfermedad clínica y en unos pocos casos (˂ 1 %) la infección se manifiesta como una enfermedad neuroinvasiva, que engloba tres síndromes: la meningitis (35-40 % de los cuadros de enfermedad neuroinvasiva), la encefalitis (55-60%) y la parálisis flácida aguda (5-10 %).
Las meningitis causadas por el VNO se manifiestan con síntomas indistinguibles de otras meningitis virales, como fiebre, dolor de cabeza y signos patognomónicos de la meningitis, como rigidez de nuca y signo de Kernig y/o Brudzinski, fotofobia y fonofobia.
La sintomatología de las encefalitis por el VNO varía desde un estado moderado y autolimitado de confusión hasta encefalopatía grave, coma y muerte, aunque esta última es más común en adultos de más de 55 años de edad y en personas inmunocomprometidas.
Aproximadamente un 10 % de las formas neurológicas pueden ser mortales. Además, existe un riesgo del 30-60 % de secuelas entre los supervivientes de la infección durante meses o incluso de por vida.
En España, existe el Protocolo para la vigilancia de la fiebre del Nilo Occidental de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE), en el que se establecen los criterios diagnósticos para establecer un caso. Además, la Fiebre del Nilo Occidental, por ser una enfermedad emergente, se considera de declaración obligatoria sujeta a un seguimiento adicional.
Durante 2024, se notificaron 158 casos humanos autóctonos de Fiebre del Nilo Occidental (142 confirmados y 16 probables) localizados en Andalucía (118), Extremadura (39) y Castilla-La Mancha (1). El 84,4 % presentaron enfermedad neuroinvasiva y, de estos, 20 fallecieron, estableciendo la tasa de letalidad de los casos sintomáticos en el 13 %.
Papel del farmacéutico
Actualmente, no se dispone de ningún tratamiento ni medicamento antiviral específico, tampoco de vacunas o profilaxis autorizadas para uso en humanos. En los pacientes que lo requieren, el tratamiento suele ser sintomático y de soporte y se realiza seguimiento de las posibles complicaciones.
Se están investigando tratamientos experimentales que incluyen la aplicación de interferón (IFN) α-2b, ribavirina, plasma hiperinmune intravenoso, inmunoglobulinas purificadas, anticuerpos monoclonales neutralizantes específicos del VNO, corticoides y oligómeros antisentido. Sin embargo, la mayoría de los datos publicados se refieren a informes de casos o series de casos que describen el uso de estos medicamentos con diversas dosis en diferentes momentos de administración y poblaciones de pacientes. El uso de corticoides, sobre el que existe más evidencia, aún sigue siendo controvertido.
Por tanto, la inexistencia de programas de vacunación o tratamientos específicos para los casos más graves ponen de manifiesto la importancia de implementar estrategias de prevención y sistemas de vigilancia.
En este sentido, el farmacéutico, en distintas áreas de su desempeño profesional, ejerce funciones fundamentales, como la educación sanitaria y la participación en los programas de vigilancia y control de la sanidad ambiental, epidemiológica y de zoonosis.
El farmacéutico comunitario se encuentra en una situación privilegiada de cara a la educación sanitaria a la población y puede informar sobre cuestiones básicas de la enfermedad, sobre todo a los grupos de riesgo (ancianos e inmunodeprimidos), y recomendar medidas de prevención y protección, como el uso de mosquiteras en puertas y ventanas, emplear prendas de manga larga y aplicar repelentes de insectos.
Cabe destacar el importante trabajo de los farmacéuticos en el ámbito de la salud pública, quienes, formando parte de equipos multidisciplinares, participan en los sistemas de vigilancia epidemiológica y respuesta rápida ante alertas y emergencias de riesgos para la salud. Su labor es clave identificando brotes ambientales o participando en estudios epidemiológicos y actividades de prevención.
En los casos más graves de Fiebre del Nilo Occidental, que requieren el ingreso en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), cobra relevancia la figura del farmacéutico hospitalario, entre cuyas responsabilidades figuran la de contribuir a mejorar la efectividad, la seguridad y el uso apropiado de los medicamentos; participar en actividades asistenciales; desempeñar funciones de docencia para el personal de UCI, y desarrollar estudios de investigación en pacientes críticos.