Fomentar y agilizar el acceso a la innovación es el camino para que Europa recupere su papel como centro de atracción de la inversión y de la producción en el sector farmacéutico, lo que, a su vez, mejorará la llegada de los nuevos medicamentos para todos los pacientes de la Unión Europea.
Esta es la conclusión principal y el tema en torno al cual se ha debatido en la mesa redonda ‘Impulsar la industria innovadora para lograr la Autonomía Estratégica Europea’, promovida por la compañía de ciencia y tecnología Merck en Biospain 2023, el congreso organizado por la Asociación Española de Empresas de Biotecnología Asebio.
El debate ha puesto sobre la mesa la situación de pérdida de competitividad de Europa como lugar de inversión en I+D+i de la industria farmacéutica frente a otros países como Estados Unidos, China y Japón. En los últimos 20 años dicha inversión ha caído del 41% en 2001 al 31% en 2020.
En la actualidad, el 48% de los nuevos tratamientos tienen como origen Estados Unidos frente al 22% de Europa (Efpia). Susana Solís, miembro del Parlamento Europeo (Grupo Renew Europe), ha advertido de que “tenemos un problema crónico en Europa. Vivimos momentos de escasez a causa de nuestra dependencia en las importaciones de otros países y territorios, como China. Es importante reconocer la biotecnología como un sector estratégico y crítico para nuestra región, y facilitar su acceso a la financiación por medio de una legislación coherente”.
Un planteamiento muy alineado con el de Fernando Borredá Juste, secretario general de Industria del Ministerio de Industria de España, quien ha señalado que la biotecnología nos permite “desarrollar nuevos fármacos, equipos, terapias, medicina personalizada, lo cual no solo es bueno para el paciente, sino que también reduce nuestra dependencia del suministro global”.
Además, Borredá ha apuntado como otra medida a tomar, el asegurar las cadenas de suministro de seguridad y mejorar la coordinación entre las instituciones europeas y nacionales “para ser más eficaces”. En este sentido, Kristin Schreiber directora de Productos Químicos, Sanidad, Venta Minorista y Agroalimentación (DG-GROW) de la Comisión Europea, ha explicado que “para lograr la autonomía estratégica y la notificación temprana del riesgo de desabastecimiento, tenemos que poner en marcha planes de prevención e intercambiar información entre Estados miembros”.
Desde Merck se han apuntado tres líneas de acción para apoyar la autonomía estratégica de Europa. En primer lugar, simplificar el marco normativo europeo, lo que implica eliminar regulaciones innecesarias y armonizar las normativas para facilitar la innovación y la fabricación de productos de salud de alta calidad. Además, también se pide reducir las cargas administrativas para aumentar la agilidad en la respuesta a las necesidades médicas no cubiertas, lo que permitirá que las soluciones innovadoras lleguen a los pacientes de manera más rápida y efectiva. Por último, eliminar las barreras a la inversión, reduciendo costos, fortaleciendo infraestructuras y desarrollando políticas industriales que promuevan el crecimiento sostenible a largo plazo en el sector salud.
Estas medidas surgen de la necesidad de proteger la innovación del sector farmacéutico como “punto de partida para asegurar su resistencia a largo plazo. Es esencial mantener un marco que coloque a la región en una posición de ventaja frente a otros mercados del mundo”, ha comentado Teresa Rodó, Head of Global Healthcare Operations del Grupo Merck, que, además, ha recordado que “la pandemia demostró que cosas que creíamos imposibles, pueden hacerse posibles y acelerarse cuando unimos nuestras fuerzas”
En esta línea, Manuel Zafra, presidente de Merck en España, ha concluido el debate asegurando que “proteger la innovación es aún más crítico cuando lo que está en juego es el sector sanitario, lo cual influye directamente en el bienestar y el futuro de más de 746 millones de personas. Europa tiene que proteger la salud de sus ciudadanos”.