La patronal americana de la industria farmacéutica (PhRMA) ha emitido un informe sobre el número de contratos basados en modelos de pago por valor en Estados Unidos (43 desde 2009), que muestra una tendencia creciente a la aplicación de los mismos en los últimos años. Bien es cierto que el modelo de prestación sanitaria en el país norteamericano dista de ser igual que el de la mayoría de los países europeos, incluido España, aunque sirve para ver una realidad que se impone a un lado y otro del Atlántico.
En total, la PhRMA tiene contabilizados un total de ocho contratos basados en valor en los seis primeros meses de 2018, aunque seis de ellos corresponden a tres principios activos, es decir, son contratos que atañen al mismo medicamento, pero firmados con entidades aseguradoras diferentes. Concretamente, son empagliflozina, un antidibético comercializado por la alemana Boehringer Ingelheim; voretigene neparvovec, una terapia génica para enfermedad de la retina de Spark Therapeutics, y budesonida/formoterol, un nuevo tratamiento de AstraZeneca para la EPOC.
También han registrado acuerdos de pago por valor con el opioide oxycodona, de Collegium Pharmaceutical, para el manejo del dolor, y con liraglutida, tratamiento para la diabetes tipo 2 de Novo Nordisk. Además de éstos, la patronal de la industria americana reconoce que se podría haber firmado un número mayor de contratos de estas características, ya que no todos se anuncian de forma pública, como ha sido el caso de éstos.
Echando la vista atrás, se puede ver que la concreción de estos contratos ha sido una constante en los últimos años. El primero de la lista, en 2009, afectaba a la combinación de metformina y sitagliptina, de MSD. Aparecen también otros como el interferón beta 1a, de Merck, o el interferón beta 1b, de Bayer, ambos para la esclerosis múltiple, y con contratos de pago por valor firmados en 2011.
Pero este fenómeno se comenzará a consolidar realmente en Estados Unidos sobre todo a partir de 2015, año en el que se llegaron a hacer públicos un total de 10 contratos de estas características, con productos como evolucumab, de Amgen, para la hipercolesterolemia, así como ledipasvir-sofosbuvir, de Gilead, o dasabuvir-ombitasvir-paritaprevir-ritonavir, de AbbVie, ambos para la hepatitis C.
En años posteriores (2016 y 2017) se han dado a conocer también acuerdos de pago por valor con dulaglutida y prasugrel, de Lilly, para la diabetes y la enfermedad cardiovascular; alirocumab y sacubitril-valsartán, de Sanofi y Novartis, respectivamente, en el área de Cardiología; varios de Biogen para la esclerosis múltiple o etanercept, de Amgen, para la artritis reumatoide, entre otros.
Cada vez más, pero ¿son mayoría?
En los datos de PhRMA, puede verse que ya hay una veintena de compañías que han suscrito acuerdos de estas características con entidades aseguradoras, lo que confirma que la tendencia es imparable. Entre ellas, pueden verse entidades muy diversas: desde las conocidas como big pharma, a las compañías que ya ocupan puestos muy significativos en el sector pero cuentan con menor tradición, a empresas más pequeñas que han irrumpido recientemente en el mercado con nuevos productos.
No obstante, se echan en falta algunos nombres significativos, ausencia que viene a constatar las reservas que mostraban los representantes de las compañías en una encuesta realizada por PriceWaterhouseCoopers (PwC) y cuyos resultados fueron publicados en el informe 'Launching into value: pharma's quest to align prices with outcomes' . En aquella consulta, realizada en 2017 a una muestra de 101 ejecutivos de la industria, sólo el 25% reconocía haber firmado un acuerdo de pago por valor.
No obstante, de los que había iniciado esta senda, un 80% considerada que dichos contratos habían sido alta o medianamente satisfactorios y un 86% reconocía que había muchas o algunas posibilidades de que se plantearan la renovación de los mismos y/o firmar otros.