Las terapias avanzadas están sirviendo como un revulsivo para fomentar la creencia en el potencial de la investigación pública como fuente generadora de soluciones en salud. El último escenario en el que se ha podido comprobar que se va conformando una corriente general a favor de esa apuesta fue el acto organizado por la Fundación Bamberg, con el patrocinio de Gilead, para hablar de terapias avanzadas, en general, y de las CAR-T en particular.
Fue el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, el primero en sacar pecho por el logro que supone la aprobación de NC1, la terapia celular desarrollada por el Hospital Puerta de Hierro y aprobada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios para su uso hospitalario en pacientes con lesión medular, la cual estará disponible, como confirmó el consejero, a partir del 1 de enero. "Ya estamos preparados para administrar la terapia", confirmó.
También habló de NC1 la coordinadora de la Estrategia de Terapias Avanzadas de la Comunidad de Madrid, Encarnación Cruz, quien recordó con orgullo que estemos ante la primera aprobación en Europa "de un medicamento desarrollado en hospital, a través de ensayos clínicos, y que se puede administrar de forma normalizada". Todo ello, admitió, tras un proceso "complejo", el cual, no obstante, ha dejado un modelo para la asignación de precio que "podría servir de base para la fijación de éstos en medicamentos industriales".
Pero si hubo un participante en la jornada que se mostró entusiasmado con las potencialidades de la investigación pública en terapias avanzadas ese fue José Luis Díez, jefe de Servicio de Hematología Gregorio Marañón, quien llamó a llamó a utilizar este éxito "como pretexto para que las administraciones dejen de ser espectadoras y paganinis y comiencen a desarrollar su propia tecnología".
Recordó, en este sentido, que en España existen ya proyectos con CAR-T en investigación, como es el del Hospital Clínic de Barcelona, "y hay más", aseguró. No obstante, para que esta tendencia se consolide, apeló a "un cambio de cultura", basada en la confianza en las propias fortalezas.
"No se trata de competir contra la industria"
En su opinión, "no se trata" de que la investigación pública se ponga "a competir contra la industria". Más bien abogó por "seleccionar dianas que no sean interesantes a los laboratorios". "Pero lo que está claro es que tenemos que incorporarlo a nuestra actividad con el objetivo de luego vender esa innovación y sacarle partido", añadió, e hizo un llamamiento a las autoridades para "conseguir que las plantas de reprogramación genética no se queden en Ámsterdam ni Londres". Y es que, para Díez, las terapias avanzadas suponen "una oportunidad para incorporar esa tecnología a nuestra nación, a nuestra tierra, y crear de eso puestos de trabajo y rendimiento económico".
Sobre el impacto que puedan tener las terapias avanzadas en la investigación pública habló también el jefe del Servicio de Farmacia del Hospital Clínico San Carlos, José Manuel Martínez Sesmero, aunque desde otro prisma. Y es que, para él, además de la investigación que se está realizando y que está por desarrollar en este campo para la generación de nuevos medicamentos, lo que se ha abierto es un campo muy interesante para "estudiar resultados y poder posicionar las diferentes terapias". Para él, la oportunidad está también en "investigar con datos de la vida real para resolver preguntas importantes, sobre todo teniendo en cuenta la labor del pagador, que está incurriendo en costes de oportunidad a cada segundo".
Sobre la evaluación de resultados en salud habló también otro farmacéutico, Vicente Escudero, del Servicio de Farmacia del Hospital Gregorio Marañón, quien subrayó la importancia de definir adecuadamente lo que hay que medir, siendo para ello fundamental "incorporar al paciente". Además de eso, remarcó la necesidad de "cambiar procesos y adoptar tecnologías". Todo ello, dentro de "un cambio cultural" imprescindible dentro de las profesiones sanitarias.
Equipos multidisciplinares, sí o sí
Además de fomentar la investigación pública, las terapias avanzadas están consiguiendo algo que es de gran relevancia, como es la formación de equipos multidicisplinares para gestionar su aplicación. Es una de las condiciones, explicaron los ponentes de la jornada, para que el Ministerio acredite a los centros, un proceso que sigue generando controversia, por ser el número reducido y haber varias comunidades autónomas pidiendo su incremento.
En estos equipos, como confirmó Díez, colaboran los hematólogos, con personal de las unidades de cuidados intensivos (UCI), así como especialistas en Inmunología, genetistas y farmacéuticos, entre otros. Con respecto a la labor de los servicios de Farmacia, reconoció que, si hasta ahora "se les tenía en cuenta solo para la adquisición y cuestiones monetarias", han pasado a ser "fundamentales".
Insistió en esta idea la subgerente del Hospital Gregorio Marañón, quien atribuyó a Farmacia el éxito de su hospital en la estructuración de todo el proceso asistencial. "Los farmacéuticos están acostumbrados a trabajar con procedimientos normalizados y también están interesados en la evaluación de resultados, en ver cómo estamos tratando a los pacientes. Tienen una cultura más implantada en todo esto. Les gusta trabajar con datos, con aspectos económicos en su día a día. Para mí, ha sido fundamental contar con ellos", concluyó García.