La transformación que requiere el SNS para afrontar el reto del envejecimiento y la cronicidad tiene en la normativa, o más bien en la falta de adecuación de la misma su mayor enemigo. Así lo ha señalado a Diariofarma el ex consejero de Salud de Cataluña, Boi Ruiz, en una entrevista en la que ha analizado la situación del Sistema Nacional de Salud… o de la Seguridad Social.
Para Ruiz, España no tiene un Sistema Nacional de Salud en toda su extensión, sino que “tenemos un sistema de Seguridad Social en transición a un SNS”. Esta evolución se inició con la promulgación de la Ley General de Sanidad en 1986 pero no se continuó con su correspondiente reglamento, por lo que muchas estructuras de la Seguridad Social siguen teniendo un papel en el ámbito sanitario que sería difícil de entender en un SNS. En este sentido, Ruiz se pregunta “cómo es posible que el Ministerio de Sanidad no tenga la competencia directa de entregar la tarjeta sanitaria, ni siquiera la comunidad autónoma, sino que lo hace el Instituto Nacional de la Seguridad Social”.
La respuesta a que se mantenga está situación pasada viene de los ‘reinos de Taifas’ ya que “el Gobierno central no ha querido cambiar el poder” entre la Seguridad Social, Economía y Hacienda y el Ministerio de Sanidad. Según Ruiz, “es difícil cambiar cuotas de poder administrativo en un sistema acomodado”. ¿Qué haces con toda la estructura normativa y Administrativa del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social o del de Hacienda?, se pregunta.
En 2012, a instancias de la Unión Europea, se obligó al Ejecutivo Central a clarificar las situaciones en las que existía reconocimiento al derecho de asistencia sanitaria. Se hizo a través del Real Decreto-ley 16/2012. Un decreto que para Ruiz “no hace nada nuevo” más que poner en Ley lo que antes era un reglamento. No obstante, “dio la impresión de que se había cambiado todo, no siendo así, fue un error de bulto”, explica el ex consejero. Para Ruiz lo que tenía que haber hecho el Gobierno era asignar el derecho, recogido en la Constitución y otra mucha legislación, a quien fuera ciudadano o residente y tuviera DNI. Con ese documento se expediría la tarjeta europea y no la de la seguridad social. Con ello se habrían solucionado muchos problemas. Por ello, lejos de lo generalmente establecido, el RDL 16/2012 no dio marcha atrás al SNS de vuelta a un sistema de Seguridad Social, sino que explicitó en forma de ley la realidad de la gestión del derecho a la asistencia en España.
La crítica a la falta de competencias del Ministerio de Sanidad también se eleva hasta el ámbito fiscal. Para Ruiz no es comprensible que el presupuesto sanitario se debata en el Consejo de Política Fiscal y Financiera y no en el Consejo Interterritorial del SNS. Incluso en el ámbito de Farmacia, el catalán es taxativo: “la única competencia que tiene el Ministerio en exclusiva es la decisión de si un medicamento se puede o no dispensar en oficina de farmacia” ya que incluso el precio se toma en el seno de una Comisión Interministerial.
Abundando más en el carácter de sistema de Seguridad Social que existe en nuestro país, Ruiz recordó que la mayor parte de los hospitales son propiedad de la Tesorería General de la Seguridad Social.
Y no es el único. La Cartera de Servicios es otro ejemplo de que estamos en un sistema de Seguridad Social ya que es un sistema de prestaciones. Se financian y proveen prestaciones, incluso económicas como es el caso del medicamento en el ámbito ambulatorio o las prótesis, que van a nombre del paciente puesto que la prestación es ponérsela.
Según Ruiz no se libran ni los presupuestos. En este sentido, rechaza que el presupuesto se siga haciendo con una estructura de “especializada, primaria, farmacia, etc. aunque nadie nos obliga”. Se debería hacer un presupuesto capitativo regional y con eso “se acabarían los problemas de pasar fondos de una partida a otra”, explica. Además, reclamó que los presupuestos sanitarios fueran “plurianuales” con el objetivo de poder pensar más a largo plazo.
Y este aspecto presupuestario es de vital importancia para Ruiz, ya que, según él “es inflacionista, es la antítesis de una política de medicina proactiva ya que interesa que enfermen más pacientes porque así tienes más dinero”. En vez de pedir resultados en cuanto a nivel de resolución determinado, en un tiempo de accesibilidad y unos resultados de calidad establecidos, que haría un sistema nacional de salud, se miden las prestaciones, por lo que si un hospital requiere más dinero tiene que hacer más. Para Ruiz una nueva prueba de que lo que tenemos es un sistema de Seguridad Social.
Otra cuestión a cambiar para el anterior responsable de la Sanidad catalana se refiere a los recursos humanos. En este sentido se pregunta por el motivo por el que los profesionales sanitarios tienen que tener un estatuto de funcionario público especial de la Seguridad Social. Según él, el sistema idóneo sería uno en el que los profesionales demuestren sus méritos y luego el sistema elige a los que se ajusten a sus necesidades en cada situación y momento. “El sistema actual es perverso y depende de la vacante que hay. Ahora si se jubila un médico especialista, por ejemplo un cardiólogo que hace válvulas, el Jefe de Servicio no puede buscar el perfil que necesita y resulta que le viene un electrofisiólogo, es algo que es difícil de entender. No tiene ningún sentido y fomenta picarescas de forma que es mejor no convocar plazas y se funciona con interinos”, explica el ex consejero .
Ruiz tampoco ha rehuido la batalla en el ámbito de la privatización de servicios. Para él, “un servicio público es aquél que tiene las garantías del interventor del mercado, el Estado”. Por ese motivo, la gestión privada no tiene nada que ver con privatización. Pone como ejemplo el servicio de taxis: un servicio público en el que está regulado el color y tipo de coche, los precios y el número de vehículos, pero ni el coche lo compra el estado, ni el taxista es funcionario. Por ese motivo, rechaza que cuando se hable de conciertos se asemeje a privatización o que se abandone al mercado. El derecho que rige la gestión privada, recuerda, emana de los parlamentos, “no por una asamblea en la Plaza Mayor”, por lo que la gestión privada no es libre mercado sino que está regulada por ley.
En este aspecto criticó a “los que se lucran especulando con la política” a quienes puso al mismo nivel que los que se lucran económicamente
con la sanidad”. Por ello criticó que “no hay un discurso de partido. Hay un discurso de oposición. Y eso es triste”. De este modo, cuando cambia el lado de la mesa, cambia el discurso. Como ejemplo puso “la desfinanciación de medicamentos que hicieron tanto PSOE como PP en el Gobierno y el otro partido se fue a la calle”.
En cuanto a la necesidad de evolución del sistema, este experto es claro. El sistema sanitario español ha sido “muy eficiente y solvente y sin debilidades cuando cumplía con el papel de medicina reactiva, tratando enfermedades como ha hecho siempre la seguridad social”. Pero ahora, que el sistema cura a los enfermos, “tenemos otro problema y hay que cambiar el sistema. No podemos sobrevivir con este sistema”, asegura.
La forma de abordar esa nueva realidad debe ir hacia los resultados en salud. De este modo, explicó cómo durante su mandato planteó un proyecto en relación a la insuficiencia renal. Expuso a los dializadores que no iba a haber más dinero, por lo que se tendrían que ocupar de ganar dinero “dializando menos en vez de dializando más”. Esta cuestión consistiría en reducir los casos de insuficiencia renal para cobrar el mismo dinero con menor actividad. Esta posibilidad, beneficiosa para el sistema, los pacientes, la salud y la industria “presenta dificultades para ser implantada en la administración”, explica Ruiz.
En cuanto a un posible pacto por la Sanidad, el exconsejero receló del resultado que podría salir, debido al cortoplacismo existente. Los políticos podrían querer buscar paz social en su entorno, algo que podría dar lugar incluso a “un 'modelo venezolano', con todos funcionarios, lo que sería el fin del sistema sanitario”. En cualquier caso señaló que un mínimo del Pacto de Sanidad no sería “técnico, es un pacto ético. Hay que dejar de usar esto como arma arrojadiza”.
Por todo ello, el ex consejero resume que “la principal reforma del sistema llegará cuando un ministro de Sanidad quiera, de verdad, tener poder político” y asumir todas las competencias que debería tener y avanzar hacia un sistema proactivo y no reactivo. No obstante, aseguró que es difícil ya que la política “es cortoplacista y los resultados de una atención proactiva se ven a medio y largo plazo”.