La Federación Europea de Industria y Asociaciones Farmacéuticas (Efpia), ha presentado los retos del nuevo equipo que liderará a la organización. En una rueda de prensa celebrada en Bruselas, el equipo formado por Stefan Oelrich, presidente de la División Farmacéutica de Bayer, como nuevo presidente, Teresa Graham y el español Carlos Gallardo, como vicepresidentes primero y segundo han señalado que el principal objetivo es volver a hacer que Europa lidere el sector de las ciencias de la vida a nivel mundial.
La EFPIA cree que, al elegir liderar, Europa puede traducir la excelencia científica de la región en terapias de vanguardia, y esos avances terapéuticos en una mejor salud para los ciudadanos y crecimiento económico, lo que a su vez puede generar empleo, inversión e ingresos para financiar los servicios de salud pública y reinvertirlos en la ciencia.

Para ello apuesta por acciones tales como armonizar las aprobaciones de ensayos clínicos en toda Europa, apoyar colaboraciones público-privadas audaces y crear ecosistemas de financiación dinámicos para las pymes europeas de biotecnología y ciencias de la vida. Stefan Oelrich, aseguró que “ha llegado el momento de restablecer a Europa como epicentro mundial de la innovación biofarmacéutica. Al impulsar los esfuerzos para atraer inversiones, acelerar el ritmo de la traducción científica a medicamentos y agilizar el acceso de los pacientes a los tratamientos, podemos construir, y lo haremos, un ecosistema biofarmacéutico que prospere de forma sostenible para la salud y la seguridad económica de los europeos hoy y mañana”.
Por su parte Teresa Graham, vicepresidenta primera de la EFPIA, considera que “la prosperidad futura de Europa depende de cómo invertimos en salud hoy. Apoyar la innovación sanitaria no se trata solo de mantener la competitividad global, sino de ser un motor estratégico para economías más fuertes y una sociedad más resiliente y preparada para el futuro”. Finalmente, Carlos Gallardo, aseguró que “el avance de las ciencias de la vida es fundamental para encontrar nuevas soluciones a los retos de salud, y la industria farmacéutica traduce estas innovaciones en productos de alto impacto que ofrecen mejores resultados en materia de salud. Este sector contribuye de forma clave al futuro de Europa, ofreciendo salud a nuestros ciudadanos acelerando el acceso a nuevos medicamentos y contribuyendo a la prosperidad económica, la estabilidad y el liderazgo educativo. Es fundamental que los políticos y legisladores de Europa y sus Estados miembros actúen con rapidez y decisión ahora para garantizar la salud y la prosperidad de nuestros ciudadanos durante las próximas generaciones”.
Entre otras acciones, los tres líderes plantean revertir la pérdida de investigación de vanguardia a otras regiones y devolver los ensayos clínicos a Europa: se han perdido 60.000 plazas en la última década; lograr que los sistemas sanitarios sean más sostenibles, reduciendo la carga de hospitalizaciones y enfermedades crónicas; reducir la brecha de inversión con EE. UU. y atraer los miles de millones de euros perdidos en investigación, desarrollo y fabricación, así como los empleos de alto valor que conllevan y reconstruir el ecosistema dinámico y conectado de pequeñas empresas de biotecnología, hospitales universitarios y académicos, atrayendo y reteniendo al mejor talento. Garantizar que las herramientas para combatir la próxima amenaza sanitaria mundial y los desafíos sanitarios actuales se puedan descubrir, desarrollar y fabricar aquí en Europa.
Para ello consideran necesario “una acción urgente y decisiva” para evitar “un éxodo continuo de empleos e inversiones, y de seguir dependiendo de regiones como EE. UU. y China para la innovación y el suministro de medicamentos en el futuro”.
En suma, argumentan que “Europa necesita un cambio radical de política ya”, y este pasa por aumentar significativamente el gasto en medicamentos innovadores, como inversión en la seguridad sanitaria y económica futura de Europa, desarrollar un marco regulatorio líder a nivel mundial que fomente la innovación y elevar la protección de la propiedad intelectual a niveles similares a los de otras regiones proinnovadoras, como EE. UU.