Profesión

La autonomía estratégica europea requiere fondos como se ha hecho en China y EE.UU.

La sesión ‘Europa al timón’, dedicada en el marco de BioSpain a la autonomía estratégica en un entorno geopolítico cambiante, ha servido para hacer un llamamiento a la asignación de fondos a un sector que ha perdido posiciones respecto a Estados Unidos y China.

Moderada por Clara Campás, directora general de ASABYS, en la sesión han participado Csaba Gali, de HERA (la Autoridad para Contramedidas, Preparación y Respuesta a Emergencias Sanitarias); Matthew Downham, director de las cadenas de producción y suministro de la Coalición por la Innovación para Preparación ante Epidemias; Jonathan Ewbank, director general de ERINHA (Infraestructura de Investigación Europea sobre Agentes Altamente Patógenos); María Teresa Parejo Navas, directora general de estrategia industrial y de la pequeña y mediana empresa en el Ministerio de Comercio; y Carlota Gómez de la Hoz, responsable de asuntos corporativos y sostenibilidad de HIPRA.

La gran pregunta que ha planeado en todo el encuentro ha sido qué tiene que hacer Europa para alcanzar la autonomía estratégica. Una de las recomendaciones del panel ha sido invertir billones, como se ha hecho en China y Estados Unidos.

No solamente en tiempos de pandemia, las alteraciones recientes en la cadena de suministro y el cambiante escenario geopolítico han hecho más importante que nunca reforzar la autonomía estratégica en sectores clave, como el biotecnológico. Ese era uno de los puntos de partida. 

Clara Campás ha compartido con Diariofarma las claves del debate: “Aunque Europa está haciendo el trabajo, tiene que ser más eficiente, alineando los diferentes elementos que confluyen en la situación actual, la industria privada, las administraciones y los estados”. 

Csaba Gali se refería a esas interacciones apuntando que “cuanto más prácticas y fáciles sean, mejor”, e insistiendo en la idea de que hay que asignar presupuestos a las iniciativas. Tanto Estados Unidos como China han destinado ‘billones’ (miles de millones en su equivalente europeo) para lograr su posición actual. 

No resulta de mucha ayuda -sugerían los participantes- que los presupuestos de investigación básica sean inciertos, y es un elemento que habría que disociar de las legislaturas. 

Retrato de situación

Entendiendo la necesidad de dotar al sector de una herramienta que ayude a interpretar la nueva realidad, AseBio ha presentado en la sesión sobre geopolítica, también en el marco de BioSpain, el documento ‘The new geopolitics of biotechnology: emerging powers and established hegemonies’.

Se trata de un mapa interactivo que analiza la posición de España en el contexto europeo y compara el panorama geopolítico global de la biotecnología frente a sus principales competidores: Estados Unidos, Europa y China.

El sector biotecnológico mundial está atravesando una transformación geopolítica de gran calado

Estados Unidos mantiene su papel dominante, pero su hegemonía se ve desafiada por el rápido y estratégico ascenso de China, configurando un escenario cada vez más multipolar. Europa, situada entre estos dos gigantes, lucha por no perder competitividad en la carrera global.

El análisis confirma que el liderazgo estadounidense se apoya en tres pilares fundamentales: el dominio del mercado, con la mayor parte de las 100 principales empresas biotecnológicas por capitalización; la inversión masiva en I+D, con 120.000 millones de euros en 2023 frente a los 11.800 millones de las compañías chinas; y un ecosistema financiero dinámico, donde el capital riesgo impulsa a las start-ups a apostar por la innovación disruptiva antes que por la rentabilidad inmediata.

Frente a esto, China representa la tendencia más disruptiva. En apenas una década, su cuota global de patentes biotecnológicas creció un 317%, alcanzando el 14,2% del total y acercándose rápidamente a EE.UU. (37,2%) y Europa (22,7%). El gigante asiático también ha superado a Occidente en publicaciones científicas, con 21.080 en 2024, y lidera en número de universidades punteras en investigación biotecnológica, generando ‘cluster’ regionales con gran potencial para descubrimientos futuros.

Europa (UE, Reino Unido y Suiza en conjunto) continúa siendo un actor clave, pero su posición se debilita. Su cuota de patentes cayó un 27% entre 2010 y 2021, reflejo directo del ascenso de China. Aunque sus universidades siguen atrayendo talento internacional, el continente debe reducir su brecha de innovación si no quiere perder la carrera por la soberanía tecnológica.

España como nuevo polo de innovación

El análisis también revela un terreno desigual dentro de Europa. El epicentro de la biotecnología está en Suiza, Alemania, Reino Unido y Francia, donde compañías históricas como Novo Nordisk, Novartis, Sanofi y Bayer concentran facturación, inversión en I+D y generación de empleo. Solo en 2022, el sector creó más de 913.000 puestos de trabajo en Europa y aportó 38.100 millones de euros al PIB.

En este contexto, España emerge como un nuevo polo de innovación. Aunque carece de grandes corporaciones dominantes, su ecosistema de pequeñas empresas y ‘start-ups’ centradas en I+D es vibrante y denso.

Los datos avalan esta tendencia: el sector representó el 1,5% del PIB nacional en 2022 y en 2023 alcanzó un récord histórico de inversión, con más de 228 millones de euros. España ocupa el noveno puesto mundial en producción científica en biotecnología, con un 21% más de citas que la media global, y es un referente en ensayos clínicos.

El reto, sin embargo, es la escalabilidad. El modelo español ha demostrado solidez en I+D, pero debe transformarse en éxito comercial, generación de empleo y liderazgo económico. Para ello, el país enfrenta tres desafíos clave: elevar su inversión en I+D, que con el 1,49% del PIB sigue por debajo del promedio europeo (2,22%); garantizar financiación suficiente para que pymes y start-ups puedan crecer y competir a escala global; y establecer un marco regulador ágil, predecible y pro-innovación, en sintonía con el de la UE, que facilite la llegada de nuevas tecnologías al mercado.

En definitiva, la pandemia y las crisis de suministros han evidenciado la vulnerabilidad de Europa y su dependencia externa en productos críticos como los medicamentos. La biotecnología se convierte así en un sector estratégico de primera magnitud, clave para garantizar la seguridad económica y la autonomía de la Unión Europea. España cuenta con los elementos necesarios para ser un hub líder, pero debe superar importantes retos para consolidar su posición en el tablero global, aseguran desde AseBio.

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