La Cátedra MSD-UIMP de Salud, Crecimiento y Sostenibilidad, de la compañía biofarmacéutica MSD y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, ha organizado en Santander el encuentro 'Antibióticos, economía e innovación', en el que expertos de distintos ámbitos han abordado el surgimiento de resistencias a los antibióticos, han analizado los sistemas de incentivación y financiación de la investigación, y han apuntado a la mejora de las campañas de información y la incorporación de las nuevas tecnologías como soluciones.
Durante el encuentro se puso de manifiesto el incremento del consumo de estos productos, un ámbito en el que, según el estudio 'Achieving global targets for antimicrobial resistance', publicado en la revista Science, España lidera las ventas mundiales de antimicrobianos por habitante, superando las 26 dosis diarias definidas (DDDs) lo que triplica la media mundial (8,54). Datos que han sido confirmados por el Eurobarómetro especial sobre resistencias microbianas, que indicaba, en abril de 2016, que un 47% de los españoles habían tomado un antibiótico en los últimos 12 meses, ocupando la segunda posición en mayor uso de antibióticos de Europa, solo superada por Malta (48%).
No obstante, durante el encuentro se puso de manifiesto la causa no es únicamente la utilización elevada, sino que muchas veces por el mismo tipo o familia de antimicrobianos, lo que incrementa la presión antibiótica y por ende las propias resistencias. Según el informe Jiacra, del Plan Nacional de Resistencia a Antibióticos con datos de 2016, los antibióticos betalactámicos suponen en nuestro país un 64,07% del total consumido en Primaria y el 61,26% en el área hospitalaria, con las cefalosporinas de tercera y cuarta generación y los carbapenemas con la densidad de consumo más elevada.
Para Emilio Bouza, catedrático de Microbiología en la Universidad Complutense de Madrid, "el aumento del uso de algunos antimicrobianos se debe, no tanto al aumento de la resistencia, como al aumento del miedo a la presencia de resistencia". Uno de los caballos de batalla, a su juicio, "es la reducción del tiempo de tratamiento empírico con mejores y más rápidos intentos de filiación etiológica”.
Por su parte, Rafael Cantón, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, subrayó que “España ha sido y es uno de los países, junto con alguno de nuestro entorno como Francia, Italia o Grecia, con mayor consumo de antimicrobianos", y confirmó que el hecho es "multifactorial, ya que implica una prescripción elevada, en ocasiones de complacencia, un fácil acceso de la población a la dispensación, una alta demanda por parte de los pacientes y una ausencia de campañas continuadas de formación a los ciudadanos por parte de la Administración".
En cuanto al aumento del consumo de antibióticos en el ámbito hospitalario (un 9,5% entre 2012 y 2016), se precisó que éste responde al crecimiento de las infecciones por bacterias multiresistentes, siendo España uno de los primeros países en Europa en número de infecciones por estas bacterias. Según la OMS, es necesario el desarrollo de nuevos antibióticos con urgencia. También en nuestro país se han puesto en marcha iniciativas, como los programas de optimización de uso de antimicrobianos (PROA), que, según Cantón, "han dado buenos resultados en algunas comunidades autónomas sin tener que hacer una reserva explicita de los antimicrobianos de última generación". "Los PROA promueven un uso adecuado mediante la formación del profesional sin necesidad de establecer políticas restrictivas”, prosiguió.
Microorganismos multirresistentes en España
Durante el encuentro se hizo referencia también a un estudio reciente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), donde se incluían los microorganismos multirresistentes más frecuentes en España: Escherichia coli (25.8%), Pseudomonas aeruginosa (11.4%) y Klebsiella pneumoniae (3.9%), de los que se prevé que podrían causar 180.600 infecciones en 2018, de las cuales 35.400 resultarán en el fallecimiento del paciente a los 30 días (el 19.6%).
Para afrontar esta realidad con éxito, Bouza remarcó la necesidad de realizar un diagnóstico precoz, para lo cual es fundamental que los servicios de Microbiología “dispongan de mejores pruebas diagnósticas". "Es una inversión que redundará en un menor consumo de antibióticos innecesarios”, continuó. Por su parte, Cantón señaló que "las nuevas tecnologías, tanto las aplicadas en el laboratorio de Microbiología, como las referentes a la comunicación, pueden ayudar a reducir los tiempos de emisión de resultado, favoreciendo un mejor diagnóstico y elección de los tratamientos antimicrobianos".
Otra solución pasa, como apuntó recientemente el European Center for Disease Prevention and Control (ECDC), por disponer de fondos para apoyar tanto a las campañas de concienciación sobre resistencias antibióticas como la dotación de tests rápidos de diagnóstico para Atención Primaria, que permitan a los profesionales establecer diagnósticos y ayudar a la prescripción prudente de antibióticos. En este sentido, David Cantarero, profesor titular y responsable del Grupo de I+D+I en Economía de la Salud de la Universidad de Cantabria, reconoció que "nuestro país cuenta ya con un Plan de lucha contra la resistencia a los antibióticos, si bien muchas de sus líneas estratégicas no cuentan aún con suficiente financiación, vía los Presupuestos Generales del Estado, cuatro años después de su puesta en marcha".
Modelos de Evaluación de Tecnologías Sanitarias
También señaló que esos fondos deben destinarse a la financiación de nuevos antibióticos frente a los principales microorganismos multirresistentes, que no siempre se incluyen entre los arsenales terapéuticos debido a sus costes. En este sentido, opinó que "hay modelos de Evaluación de Tecnología Sanitaria que no tienen en cuenta el valor social ni actual ni futuro de un nuevo antibiótico, cuyo comparador podría ser un genérico antiguo con precio bajo". Por eso, aboga por “incluir en los análisis de evaluación económica el valor social del nuevo medicamento”.
A este respecto, abogó por el diseño de "nuevas estrategias de financiación para garantizar el acceso y adquisición de recursos farmacológicos", así como "la selección y el posicionamiento de aquellos antibióticos con mayor calidad y la promoción de la investigación de otros nuevos, así como la monitorización de pacientes por grupos interdisciplinares de profesionales sanitarios y financiando la búsqueda de nuevas moléculas a través de la intervención del sector público”.
El reconocimiento de la Especialidad de Enfermedades Infecciosas también fue destacada como una medida que podría contribuir a mejorar la selección de los tratamientos. Según Bouza, "la creación de la figura del Coordinador-Responsable de los Programas de Control de Antibióticos, en la que el perfil más completo quizá lo ofrezca el especialista en Enfermedades Infecciosas y que puede ser una forma de apoyar a la especialidad, debe redundar necesariamente en un mejor control del uso de antimicrobianos y en una reducción de las resistencias”.