Un trabajo realizado por investigadores de diversas universidades y centros de investigación aboga por plantear una reflexión a nivel regulatorio sobre el desarrollo de los medicamentos biosimilares en Europa. El trabajo, publicado en Springer, bajo el titulo ‘¿Importan los resultados de los ensayos de eficacia clínica en la toma de decisiones regulatorias para los biosimilares?’, propone reducir el programa de desarrollo clínico para la revisión regulatoria antes de la autorización de comercialización y en consecuencia plantea “considerar una revisión de las respectivas directrices regulatorias sobre biosimilares en Europa, para permitir un uso más racional de los recursos clínicos y mejorar el acceso a medicamentos innovadores y asequibles para los pacientes”.
Los autores aseguran que los hallazgos “no respaldan la preocupación de que, en ausencia de resultados comparativos de eficacia y seguridad, un candidato a biosimilar pueda ser aprobado de manera inapropiada basándose únicamente en datos de calidad”. Si bien matizan que “la combinación de modernos sistemas de análisis, control y farmacovigilancia implementados, así como en los requisitos de evaluación de comparabilidad en caso de cambios en la fabricación, el rendimiento clínico de los biofarmacéuticos está garantizado durante todo el ciclo de vida del producto”.
El trabajo analizó las decisiones de autorización de comercialización (MA), de los 33 anticuerpos monoclonales (mAb) y tres proteínas de fusión que han sido evaluadas por la EMA entre julio de 2012 y noviembre de 2022, así como las solicitudes retiradas (dos).
Según indica el estudio en el 67% de los casos, el resultado de la evaluación clínica y de calidad fue el mismo, es decir, tanto la evaluación clínica como la de calidad respaldaron la aprobación o la no aprobación. En el 11% de los casos, los MO (mayor objections) se identificaron en la parte de calidad de la presentación pero no en los datos clínicos. En el 22% de los casos, los MO se plantearon en el paquete de datos clínicos pero no en los datos de calidad.
Sin embargo, “no encontramos ningún caso en el que datos clínicos aparentemente negativos, incluidos ensayos de eficacia fallidos, condujeran a una decisión general negativa”, aseguran los autores. En cada caso, finalmente se consideró que el hecho de no confirmar un rendimiento clínico similar en todos los aspectos investigados no estaba relacionado con el biosimilar per se, sino que se debía a desequilibrios en los brazos del ensayo, inmadurez de los resultados de las variables secundarias, cambios en el producto de referencia, o incluso hallazgos casuales. Además, al realizar un análisis en profundidad de la calidad y los paquetes clínicos de los biosimilares de trastuzumab y rituximab, encontramos que “en ningún caso fueron necesarios datos de ensayos clínicos para resolver incertidumbres residuales respecto a la parte de calidad”.
Estos resultados, concluye el trabajo, “respaldan aún más el argumento de que se puede obtener evidencia suficiente de biosimilitud a partir de una combinación de pruebas analíticas y funcionales y estudios farmacocinéticos que también pueden generar datos de inmunogenicidad”. Igualmente, consideran que “esto pone en duda la utilidad de los estudios comparativos de eficacia a los efectos de la toma de decisiones regulatorias a la hora de aprobar mAb biosimilares y proteínas de fusión”.
Los productos biológicos representan el 35% del gasto en medicamentos en Europa a precios de catálogo y han estado creciendo a una tasa de crecimiento anual compuesta del 11,3% durante los últimos cinco años. Igualmente, se estima que en el periodo 2023-2027, el 55% de los biológicos que pierdan su exclusividad en el mercado se quedarán sin competidores.