Política

Innovación en la compra para dar solución al acceso a las innovaciones

Innovación es la palabra mágica del momento. Innovación a la que dar acceso a los pacientes e innovación para gestar soluciones de compra, pago y adquisición que permitan afrontar los costes de dichos productos.

Innovación es la palabra mágica del momento. Innovación a la que dar acceso a los pacientes e innovación para gestar soluciones de compra, pago y adquisición que permitan afrontar los costes de dichos productos. Y en ambas cuestiones todo el sector tiene mucho que ganar... y mucho que perder. Así de claro quedó en la mesa “El acceso de los medicamentos innovadores a la prestación farmacéutica en España. Organización y gestión en el seno de los servicios sanitarios de las CCAA” celebrada en el marco del XV Encuentro de la Industria Farmacéutica Española que ha tenido lugar en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), con la colaboración de Farmaindustria.

Comunidades autónomas e industria coincidieron en la necesidad de obtener fórmulas que permitan a la innovación, la verdadera innovación, llegar a los pacientes. Por ese motivo, en primer lugar, las autonomías quieren delimitar claramente qué es innovación y diferenciarlo de la novedad. Según el director general de Coordinación de Asistencia Sanitaria del Servicio Madrileño de Salud, César Pascual, “la separación entre innovación y novedad no está muy clara, especialmente entre los clínicos”. Por ello, abogó por que alguien marque esa diferencia ya que “muchas veces, se trata de innovaciones incrementales”, indicó. Con él coincidió el director general de Farmacia del País Vasco, Iñaki Betolaza, que abogó por establecer criterios que “aporten transparencia para elaborar un índice sintético de innovación”, algo en lo que el Ministerio de Sanidad ya está trabajando.

El representante vasco indicó que el problema de acceso a la innovación “es un problema global que nos supera a los que estamos aquí”. Por ello, la única manera de proceder, según él es “pintar el futuro en el marco de colaboración que tenemos que tener, sí o sí”. En este sentido, indicó que en los últimos años la innovación ha tenido un impacto socioeconómico muy importante, pero el resultado en términos de salud “no ha tenido la misma evolución que los precios”. Además, se quejó de la falta de predictibilidad y previsibilidad existente para conocer el ritmo de introducción de las innovaciones. Según él, en la actualidad hay varios retos en el ámbito del acceso, tales como garantizar el acceso equitativo a la innovación, “no solo dentro de una enfermedad sino también entre las distintas enfermedades”. Además, reclamó la necesidad de “gestionar la incertidumbre, el valor y compartir riesgos” ya que, si no se hace así, “perderemos todos”. Por ello, la única solución es “ir a escenarios de win-win”.

 

Innovación es éxito, no un problema

Por su parte, el gerente de Farmacia y del Medicamentos del Servicio Catalán de Salud (CatSalut), Antoni Gilabert, explicó que el acceso a los medicamentos va ligado a la sostenibilidad porque “nos jugamos la viabilidad del sistema”. Además, advirtió que no creía que las medidas de ahorro “sean suficientes”, ya que eso es quitar lo superfluo. Según él, “tenemos que innovar ya que todo esto es la historia del éxito”. Además, destacó que ese éxito provoca tanto en la industria como en la administración un “sentimiento ambivalente”. Optimismo al ver el pipeline de las compañías, pero también un sentimiento de preocupación al pensar si “vamos a ser capaces de ponerlo a disposición de las personas”.

De este modo, Gilabert destacó que ambas partes buscan un retorno a la inversión. La administración en forma de resultados en salud y las empresas en dinero que dé rendimientos a la inversión. Por ello, se preguntó que si ese es el objetivo que ambos quieren, “¿por qué nos empeñamos en seguir caminos de confrontación y en mantener la clásica relación de cliente proveedor en vez de ir a partnership?”. El representante del CatSalut, lo tiene claro, “la innovación no puede ser un problema, debe ser la solución a algo”. Por ello, poniendo el ejemplo de la hepatitis C indicó que “se habrán hecho cosas bien y mal, pero en general estoy orgulloso de la situación actual”. En relación a este asunto, el presidente de Farmaindustria, Antoni Esteve, que moderaba la mesa, apuntó que si ha habido errores en la gestión de innovaciones como en el caso de la hepatitis C, “tenemos que aprender de lo que ha pasado para que no vuelva a ocurrir lo mismo”.

Por todo ello, Gilabert instó a “mirar a medio y largo plazo y no ser cortoplacistas”. Según el deberíamos dejar de centrarnos en la queja de por qué es lo que pasa para centrarnos en lo que debería pasar. Por ello, “el modelo único es el colaborativo”, indicó. Eso sí, parte de esa colaboración pasa por minimizar la incertidumbre existente en relación al uso de los nuevos medicamentos.

 

Los presupuestos no subirán

El diagnóstico de ambos fue compartido por Pascual ya que la situación de estrechez económica ha venido para quedarse y más con la actual limitación del gasto en medicamentos en función de la evolución del Producto Interior Bruto (PIB), algo “tremendamente peligroso desde el punto de vista de sostenibilidad del sistema”, según indicó. “Necesitaremos años para poder subir los presupuestos”, explicó el director general de Madrid, por lo que apostó por “poner en marcha fórmulas innovadoras de compra”, cada vez más necesarias, especialmente desde los cambios de legislación en el ámbito de compras de la administración y que pone en dificultades a quienes ejecuten una compra sin partida presupuestaria.

La industria no desentonó en el discurso realizado por las administraciones y puso de manifiesto que actualmente “la palabra clave de la política farmacéutica es el acceso”. El director general de Farmaindustria, Humberto Arnés, indicó que “todos estamos comprometidos en el acceso a las innovaciones, los profesionales, la industria, la administración y los pacientes”. Por ese motivo, indicó que “la solución depende de todos, pero el papel de las administraciones públicas es fundamental”. En este sentido, explicó que puede haber “fórmulas imaginativas” de entrada de los nuevos medicamentos para hacer frente a “la revolución tecnológica que afortunadamente se avecina”. Tal y como explicó, “hay múltiples mecanismos que se ven en el mundo cotidiano”, además de buscar “nuevos ahorros en otros ámbitos sanitarios y pensar si los recursos destinados a salud son suficientes o no”.

Según Arnés, la industria considera que un mínimo de principios básicos para hacer compatible el acceso y las necesidades de las administraciones. De este modo, “la evaluación debe separarse del proceso de incorporación al SNS, no debemos mezclar las cosas”. En este sentido, indicó que “no hay razón por la que Europa no pueda posicionar los medicamentos, la EMA (Agencia Europea de Medicamentos) podría hacerlo”.

Tras esa evaluación, la administración tiene que determinar si el medicamento se incorpora o no y a qué precio. Esa decisión se debe basar en varias cuestiones, como “el valor del medicamento” o los costes de investigación. Además, Arnés también abogó por balancear “lo que aporta el medicamento a la economía del país, como contempla la legislación” y, por último, reclamó que los precios estén alineados con los de los países en los que tenemos que competir. Por su parte, “la industria tiene que entender que el pagador no tiene recursos ilimitados”, reconoció.

Una vez en el mercado, Arnés señaló que en nuestro país se da una situación en la que “el que paga puede actuar sobre la demanda”. Por ello, indicó que “el médico debe tener autonomía total, aunque haya guías y se dé información que influya sobre su decisión”. Por otro lado, reclamó que otro principio que no se puede vulnerar es la exclusión de medicamentos. “No hay dos medicamentos iguales, excepto los genéricos. Tienen diferencias que hacen que uno sea el más adecuado para algunos pacientes”, indicó.

 

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