Artículo de opinión de José María López Alemany, director de Diariofarma.
Hoy hemos vuelto a ver un ejemplo de las innovaciones en el terreno farmacéutico a las que nos tiene acostumbrado Andalucía. En su momento fue la prescripción por principio activo, luego las subastas, más tarde las Alternativas Terapéuticas Equivalentes (ATEs) en los hospitales… Pues bien, ahora, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) ha elaborado una Guía Farmacoterapéutica de Referencia para la Prescripción en Receta para los centros del Sistema Sanitario Público de Andalucía (SSPA) que introduce, por primera vez en nuestro país, las ATEs en Atención Primaria.
Con el objetivo de reducir la “incertidumbre” que a los médicos les causa, según el SAS, tener a su disposición gran cantidad de medicamentos, el organismo andaluz ha decidido dejar los más de 260 medicamentos disponibles para tratar hasta 20 indicaciones, en solo 43. Así se simplifica la cosa, se reducen incertidumbres, variabilidades y, por qué no decirlo, también los costes.
Estoy seguro de que se dirá que se trata de una guía y, por tanto, voluntaria para los médicos. Pero todos sabemos que hay fórmulas para hacer más que probable su seguimiento al pie de la letra. Es más, hace unos meses el Gobierno andaluz tuvo la tentación de hacer esta guía de obligado cumplimiento, tal y como se recogía en el anteproyecto de Ley de Garantía y Sostenibilidad del SSPA.
Tiempo habrá de profundizar en la medida, en su legalidad, su idoneidad y sus efectos. Pero hoy me quiero parar en un hecho que me ha llamado poderosamente la atención. Ninguno de los 43 medicamentos de elección seleccionados por el SAS para tratar enfermedades como la hipertensión, el asma, la hipercolesterolemia, la diabetes, la depresión… es una innovación reciente. Es más, se trata en todos los casos de medicamentos que tienen genéricos comercializados, por lo que llevan en el mercado más de 10 años.
Yo soy un defensor del papel que los medicamentos genéricos tienen que jugar y del uso adecuado que, en cada caso, se debe realizar del arsenal terapéutico. Pero me resulta tan raro que entre 20 patologías de gran prevalencia no haya un único caso en el que un medicamento comercializado hace menos de 10 años sea elegido como el más idóneo, que no doy crédito.
Los autores de la guía explican que los criterios utilizados son eficacia, seguridad, adecuación y coste. Y a la vista de los resultados, me entran dudas de que el orden de priorización haya sido ese.
De este modo, resulta que para el SAS no ha habido a lo largo de estos últimos años ningún medicamento merecedor de ser elegido como de primera opción para sus pacientes en las patologías seleccionadas, que son de las más prevalentes en nuestro país. Por ese motivo, me pregunto si la calidad de la asistencia, si los resultados en salud obtenidos, son los óptimos o si por el contrario, los pacientes andaluces están (o estarán) en peor situación para afrontar su enfermedad que las de otras regiones de España. Los resultados se observarán, con el tiempo, eso sí.
Como siempre los resultados de las medidas sanitarias, se observan con el tiempo; precios irrisorios de fármacos que nos llevan a continuas faltas; medicamentos de probada eficacia que piden su baja de comercialización, etc.pero los resultados los veremos con el tiempo. Y como suele ocurrir, la sanidad sigue en un deterioro continuo, por más que se realizan encuestas que dicen lo contrario.
Estamos en la batalla, Política versus Sanidad y siempre pierde está última.