La introducción de los biosimilares en Cataluña se ha caracterizado por dos aspectos determinantes: una penetración lenta, que se ha acelerado en los últimos meses, y lo que parece ser la repetición de patrones ya vistos en la implementación de los fármacos genéricos. No obstante, se han puesto en marcha una serie de iniciativas, a través de la formación e información así como con el establecimiento de objetivos de cumplimiento de indicadores a los proveedores sanitarios que están dando frutos.
Estas son algunas de las conclusiones alcanzadas por los asistentes al Encuentro de Expertos organizado en Barcelona por Diariofarma, donde se ha debatido sobre 'La gestión de los biosimilares en Cataluña' y en el que han participado representantes de la administración, de los proveedores de servicios sanitarios, clínicos y pacientes además de la industria farmacéutica.
En opinión de Joaquim Delgadillo, gerente de Prestaciones Farmacéuticas y Acceso al Medicamento del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut), los rasgos diferenciales de la paulatina pero firme adopción del biosimilar en Cataluña, se han centrado en aspectos como la experiencia, el empoderamiento del paciente, o el incremento de la información y formación de gestores, clínicos y proveedores, “todo lo cual”, asegura, “debe aumentar las cifras de penetración en los próximos meses”.
Delgadillo ha confirmado que fue a partir del 2016 cuando el CatSalut se centró en la tarea de poner en marcha estrategias de evaluación de los biosimilares, estudiando aspectos como intercambiabilidad, penetración, seguridad y similitud. “Así, en el 2017, empezamos a utilizar biosimilares en función de los contratos de los diferentes centros con el CatSalut, asignando los presupuestos y determinando la intención de alcanzar cuotas de penetración del 80% en pacientes naïve, lo que supondría además beneficios para los centros capaces de alcanzar esas cifras”, describe.
En este sentido, el gerente de prestaciones farmacéuticas del CatSalut ha subrayado que el sistema catalán de salud observa fórmulas de bonificación para los centros que no superan el presupuesto asignado, recordando que, en caso contrario, el déficit generado se reparte entre proveedor y CatSalut.
Este experto ha apuntado que la gran mayoría de centros catalanes que optaron por la prescripción de biosimilares en pacientes naïve, han superado el objetivo del 80%, lo cual ha animado a ampliar la estrategia a todo tipo de pacientes mediante indicadores globales de utilización de biosimilares, aspecto destinado a controlar un posible deslizamiento terapéutico hacia otras moléculas. La evaluación de los resultados se ha realizado en base a la firma de nuevos contratos con los proveedores, o en función de la aparición y aplicación de nuevos biosimilares.
Ana Clopés, directora de Política del Medicamento del Instituto Catalán de Oncología (ICO), ha coincidido en afirmar que, con la aparición de los biosimilares, se ha abierto una tremenda oportunidad de inversión en salud, y muy especialmente en el terreno de la oncología, permitiendo la sostenibilidad del Sistema en base a fármacos que, en Europa, están demostrando robustez en su implementación, gracias a su eficacia y seguridad.
La experiencia aportada por el ICO en el uso de biosimilares, como proveedor de salud oncológica, parece paradigmática de cómo se está introduciendo este tipo de fármacos en Cataluña. Clopés ha señalado que uno de los aspectos fundamentales en este proceso ha sido el consenso existente entre especialistas y gestores, basado en la evidencia clínica, y que ha sido posible gracias al trabajo de las comisiones de asesoramiento terapéutico, foros donde se han realizado los seguimientos de resultados y trazabilidad, y se ha podido comprobar, de primera mano, las características de los biosimilares. Además, Clopés ha rechazado que los oncólogos sean una especialidad reacia a la utilización de los biosimilares, algo que se puede ver a partir de la última declaración realizada al respecto por la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO por sus siglas en inglés).
Respecto a los procedimientos de contratación de estos fármacos y su compás de introducción, el ICO, sirve igualmente como ejemplo de cuáles son las fórmulas de implementación de estas moléculas en Cataluña. La directora de Política de Medicamento de esta organización ha apuntado que la introducción del fármaco se realiza en diferentes fases. “El primer paso se centra en la creación de los consensos necesarios entre profesionales de la salud y gestores”, describe, “para en un segundo paso, poner en marcha procedimientos de confianza, basados en los criterios establecidos por los expertos, que incluyan aspectos técnicos de seguridad, trazabilidad e innovación, que facilitarán a los equipos de compra la contratación de los fármacos y la evaluación de resultados”. Clopés ha asegurado que esta es la fase que se está experimentando actualmente en el ICO.
En opinión de clínicos como José Alfredo Gómez Puerta, jefe del servicio de reumatología del Hospital Clinic de Barcelona, la llegada de los fármacos biológicos ha supuesto un cambio de paradigma para ciertas especialidades, como la reumatología, donde incluso se habla de revolución terapéutica. Pero la llegada de estas moléculas también implica un serio encarecimiento de los tratamientos, por lo que opina que el biosimilar debe jugar un papel esencial como herramienta capaz de aliviar la factura farmacéutica.
“Es evidente que el biosimilar ha llegado para quedarse, entre otras razones porque su penetración ha sido, hasta la fecha, natural y en base a decisiones directas de los propios clínicos, que han podido apostar por ellos en consenso con pacientes y gestores. Aquí juega un papel esencial el concepto de individualización del tratamiento, porque será la evolución del paciente quien dicte la necesidad o no de aplicar biosimilares. No hay que olvidar que una tercera parte de los pacientes con patología reumática siguen respondiendo perfectamente a los tratamientos convencionales”, apostilla.
La visión de la industria, aportada en este caso por Pedro Wassmann, director de Relaciones Institucionales de Sandoz, compañía que ha colaborado para la realización del encuentro, no difiere mucho de lo que opinan los propios clínicos. En primer lugar, Wassmann ha querido subrayar que, desde Sandoz, la apuesta por el biosimilar -terreno en el que la firma es líder del mercado, con cinco productos y más de diez años de experiencia-, no se observa como un gasto, sino como una inversión que, además de revertir positivamente en el paciente, permite ampliar las posibilidades de investigación e innovación en cada una de las áreas clínicas en las que se prescriben estos fármacos.
El representante de Sandoz consideró que el consenso entre gestores y clínicos en relación a los biosimilares “es clave para que el paciente se beneficie”. Por ello, reclamó “formación e información” tanto para médicos como para usuarios y puso en valor la llegada de los biosimilares porque suponen “una competencia que beneficia al paciente”.
Otro aspecto interesante es conocer la posición del paciente en el terreno de los biosimilares. En opinión de Santiago Alfonso, vicepresidente del Foro de Pacientes y director de Acción Psoriasis, la puesta en marcha de los biosimilares es, en efecto, una inversión en salud y una auténtica revolución para el paciente, que observa como el prescriptor no duda en ofrecer un fármaco que mejora su calidad de vida, sin que eso suponga un desequilibrio en la ratio coste-beneficio.
En este sentido, Alfonso ha subrayado la necesidad de cuidar un sistema sanitario que permite contar con este tipo de fármacos, y defiende que la mejor forma de garantizar la continuidad del sistema sanitario español, y el catalán en particular, es, desde la óptica del paciente, cumplir con el “contrato” establecido a nivel de obligaciones, para poder exigir los beneficios que aportan fármacos como los biosimilares.
Un tema interesante abordado por todos los debatientes ha sido el de la intercambiabilidad. En este sentido, Santiago Alfonso y Pedro Wassmann han coincidido en afirmar que el clínico debe ser partícipe en este proceso, y que se debe evitar caer en situaciones de intercambiabilidad masiva y deslizamientos.
Por su parte, el reumatólogo consideró necesario hacerlo con el consenso del médico siempre ya que si se obliga al cambio por un biosimilar siempre “puede haber deslizamiento terapéutico”. Además, Gómez alertó del posible efecto nocebo ante un cambio de tratamiento, especialmente si no se explica bien al paciente. Esta visión fue también compartida por la representante del ICO. “Si la sustitución es obligada se generan problemas”, aseguró Clopés.
Los expertos reunidos por Diariofarma han sugerido que quizás sea necesario un mayor nivel de respaldo regulatorio en este sentido, insistiendo en sugerir un esfuerzo suplementario a la Administración Sanitaria en el terreno de la intercambiabilidad, que sea también extensible a la oferta de información y formación sobre biosimilares, poniendo especial énfasis en luchar contra la información negativa, como aspecto clave para una mayor penetración del biosimilar los centros catalanes y de aceptación por parte del paciente.
A modo de conclusión, los expertos han subrayado que el biosimilar supone un reto para la Sanidad, pero que también conlleva beneficios indudables como un mayor nivel de innovación, un ahorro en las arcas sanitarias y el fomento de la sostenibilidad del sistema. Finalmente han apuntado que el éxito de los biosimilares pasa, indefectiblemente, por una implantación paulatina pero no traumática, siguiendo las Guías y Recomendaciones establecidas, y empoderando al paciente y, por último, han considerado interesante la idea de crear un Observatorio que a nivel nacional pudiera servir para compartir e intercambiar experiencias sobre políticas de impulso de los biosimilares, sus efectos y el impacto en resultados en salud.
Texto y fotos: Diariofarma y Javier Gracia