La Asociación de Economía de la Salud (AES) celebra este año su 40 aniversario en un contexto de profundos cambios en la política sanitaria y farmacéutica española. Su presidenta, Pilar Pinilla, afronta esta etapa con el objetivo de reforzar la influencia de la asociación en la agenda sanitaria, fortalecer la colaboración con instituciones afines y consolidar el papel de AES como foro de referencia en el debate sobre la evaluación económica y las políticas de salud. En esta conversación con Diariofarma, Pinilla analiza los retos que afronta el sistema en materia de evaluación de tecnologías, el desarrollo del Real Decreto de Evaluación de Tecnologías Sanitarias y del anteproyecto de Ley de los Medicamentos, así como el impacto de la inteligencia artificial en la toma de decisiones sanitarias.
Pregunta. AES cumple 40 años y usted asume la presidencia en un momento de especial relevancia para la asociación. ¿Qué objetivos se ha marcado en esta nueva etapa?
Respuesta. AES cumple 40 años manteniéndose fiel a su misión fundacional: fomentar el conocimiento y promover el debate en torno a la economía de la salud. Nuestro propósito sigue siendo contribuir con argumentos y análisis que ayuden a tomar las mejores decisiones posibles para mejorar la salud de la población y la calidad de los servicios sanitarios. Contamos con un plan estratégico iniciado en 2022, con horizonte a cinco años, que marca las líneas de trabajo actuales. Uno de los objetivos prioritarios es reforzar la influencia de AES en la agenda sanitaria, fortalecer la colaboración con instituciones afines, tanto nacionales como internacionales, y potenciar la multidisciplinariedad que caracteriza a la asociación. AES es un espacio técnico, pero también humano, donde se construyen soluciones desde distintas perspectivas, gracias a la multidisciplinariedad de nuestros socios.
P. Usted tiene una destacada proyección internacional. ¿Cómo se percibe desde fuera la situación de España en materia de economía de la salud?
R. Desde una perspectiva europea, España ha logrado importantes avances, especialmente en aspectos como el acceso a los medicamentos. Según el estudio WAIT, elaborado por Efpia y la consultora IQVIA, España ocupa la quinta posición en acceso. No obstante, desde AES creemos que cualquier decisión debe basarse siempre en la mejor evidencia clínica y económica disponible. Aunque los progresos son evidentes, persisten retos comunes a otros países, como la sostenibilidad del sistema o los tiempos de evaluación y decisión. Todo ello refuerza la necesidad de trabajar de forma más temprana y multidisciplinar para planificar y prever cuellos de botella y evaluar el impacto de las políticas. AES ofrece el foro idóneo para este debate.
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“El entorno geopolítico actual tiene un impacto directo en los sistemas sanitarios y en el gasto farmacéutico, que ya representa una parte significativa del presupuesto público”
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P. En Europa se están intensificando las colaboraciones entre agencias de evaluación, incluso con acuerdos bilaterales como el de España y Portugal. ¿Cree que esa cooperación internacional va a ser cada vez más necesaria?
R. Sin duda. Estamos muy lejos del tiempo en que cada uno trabajaba de manera aislada. La colaboración, tanto nacional como internacional, es fundamental porque los retos son compartidos. Desde AES hemos reforzado en el último año los vínculos con países de Iberoamérica a través de una serie de seminarios virtuales en los que analizamos las fortalezas y debilidades de sus sistemas sanitarios. Ahora queremos dar un paso más y abordar cuestiones como la evaluación de tecnologías sanitarias, el impacto de la innovación y los procesos de acceso. Portugal, por ejemplo, es uno de los países con los que estamos explorando una colaboración formal. Estas alianzas son esenciales para compartir conocimiento y encontrar soluciones comunes a desafíos que nos afectan a todos.
P. Y en el ámbito europeo, ¿hasta qué punto esa colaboración entre agencias puede ayudar a afrontar los retos futuros?
R. Por supuesto. Muchas de nuestras agencias ya colaboran de forma activa y varios de nuestros socios participan directamente en proyectos europeos al ser trabajadores de esas agencias. Un ejemplo reciente es el acuerdo firmado por la Red de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (RedETS) con la Organización Panamericana de la Salud para fortalecer el intercambio de experiencias y metodologías. En el plano europeo, la aplicación del Reglamento de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (HTA) nos sitúa en una nueva etapa, con evaluaciones clínicas conjuntas y asesoramiento científico compartido. Este modelo será nuestro día a día y permitirá armonizar criterios, evitar duplicidades y generar evidencia útil para todos los Estados miembros.
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“La evaluación debe entenderse como un proceso a lo largo de todo el ciclo de vida de la tecnología, desde el asesoramiento inicial hasta la reevaluación, garantizando así decisiones más informadas y proporcionales”
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P. En este contexto, ¿cree que España cuenta con los profesionales suficientes para afrontar las evaluaciones económicas que se prevén?
R. Más que una cuestión de falta de profesionales, creemos que es fundamental que estén bien posicionados dentro del sistema para aportar su conocimiento en los distintos momentos del ciclo de vida de las tecnologías. Desde AES defendemos una visión integral de la evaluación económica, que no debe limitarse a los análisis de coste-efectividad, sino adaptarse al contexto, al riesgo y al tipo de decisión que se afronta. No todas las tecnologías requieren el mismo nivel de evaluación ni de reevaluación, que, en el contexto del acceso acelerado, será muy importante.
P. ¿Y cómo valora el proyecto de Real Decreto de Evaluación de Tecnologías Sanitarias?
R. Desde AES lo valoramos de manera muy positiva, especialmente porque reconoce la evaluación económica como una herramienta esencial para la toma de decisiones. Sin embargo, lo importante será cómo se desarrollen los procesos y las políticas que permitan aplicar el decreto y ahí queremos contribuir. Queremos que sean transparentes, basados en la evidencia y con rigor científico, pero también que resulten pragmáticos. Es fundamental definir bien qué se evalúa, cuándo se evalúa y con qué nivel de profundidad. La evaluación debe entenderse como un proceso a lo largo de todo el ciclo de vida de la tecnología, desde el asesoramiento inicial hasta la reevaluación, garantizando así decisiones más informadas y proporcionales al riesgo y al impacto de cada innovación.
P. El proyecto de real decreto prevé la creación de dos oficinas de evaluación, una en la Agencia Española de Medicamentos (Aemps) y otra en RedETS. ¿Cree que es el modelo adecuado o hubiera sido mejor una agencia independiente, un HispaNICE?
R. AES lleva años abogando por una agencia independiente y muchos de nuestros socios han suscrito distintos manifiestos en esa dirección. Creemos que ese es el modelo ideal, la meta a la que llegar, pero debemos ser pragmáticos y avanzar paso a paso. El real decreto supone un progreso, sobre todo porque empieza a separar evaluación y decisión. Ahora hay que asegurarse de que los órganos evaluadores cuenten con los recursos y la autonomía necesarios para garantizar esa independencia. La meta sigue siendo una agencia independiente, pero el camino debe adaptarse al contexto español y a su realidad institucional.
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“La inteligencia artificial ya es una realidad y está cambiando la forma en que trabajamos. No sustituirá a los profesionales, pero sí a quienes no la utilicen”
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P. ¿Cómo valora la guía de evaluación económica elaborada por el Comité Asesor de la Financiación de la Prestación Farmacéutica (CAPF), que parece ser que será asumida por Sanidad?
R. No existe una guía perfecta, y menos en un entorno tan cambiante como el actual. Estas guías, en los tiempos que vivimos, deben entenderse como documentos vivos que se actualicen de forma continua a medida que evoluciona la evidencia científica y las necesidades del sistema. En otros países ya se trabaja con mecanismos de revisión dinámica que permiten adaptar rápidamente las metodologías. Además, sería deseable unificar criterios entre guías de medicamentos y de productos sanitarios, centrándonos más en la pregunta que queremos responder que en el tipo de tecnología. Desde AES hemos hecho aportaciones en esta línea y seguiremos trabajando para que el enfoque metodológico sea flexible, actualizado y coherente con las políticas de evaluación y financiación.
P. Desde la industria se plantea que esas guías deberían aprobarse por orden ministerial para dar seguridad jurídica, aunque eso limitaría su capacidad de actualización. ¿Cómo puede equilibrarse esa tensión entre seguridad y agilidad?
R. Es fundamental encontrar ese equilibrio. Hay que decidir qué debe legislarse y qué puede quedar en el ámbito técnico. Si la norma define que las evaluaciones deben basarse en determinados principios, como la incorporación de la evidencia económica, el desarrollo metodológico puede delegarse en los órganos competentes, que deberían tener margen para actualizar las guías sin necesidad de un proceso legislativo complejo. En definitiva, la ley debe fijar el marco, pero la metodología tiene que ser dinámica y adaptarse a los cambios científicos y tecnológicos.
P. En el Consejo de Gobernanza previsto en el real decreto se incluye un representante experto en economía de la salud designado por la Secretaría de Estado de Sanidad. ¿Cree que AES debería tener un papel en esa elección?
R. Lo más importante es que el proceso sea transparente. Si existe la posibilidad de proponer profesionales, AES estaría en una posición privilegiada para hacerlo, porque cuenta entre sus socios con expertos de primer nivel en evaluación económica y políticas sanitarias.
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“Estas guías, en los tiempos que vivimos, deben entenderse como documentos vivos que se actualicen de forma continua a medida que evoluciona la evidencia científica y las necesidades del sistema”
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P. Comentaba antes que se deberían fijar estándares de evaluación y unificar guías. ¿Sería conveniente que la Aemps y RedETS trabajaran más coordinadas en las metodologías, especialmente en los aspectos comunes a medicamentos y productos sanitarios?
R. Absolutamente. Sería deseable una colaboración estrecha entre ambas estructuras. Tenemos excelentes profesionales en ambos ámbitos y sería muy positivo aprovechar sinergias, compartir metodologías y generar economías de escala. Aunque los procesos puedan diferir, hay muchos elementos técnicos que podrían abordarse de manera conjunta, lo que haría el sistema más eficiente y coherente. En definitiva, se trata de construir un modelo colaborativo que optimice recursos y garantice evaluaciones de calidad.
P. Pasando al anteproyecto de Ley de los Medicamentos, ¿qué valoración hace de su contenido?
R. La valoración es positiva, porque sigue avanzando en la dirección adecuada. Es especialmente relevante la revisión de los factores que deben considerarse en la financiación, ya que hasta ahora esos criterios legales no siempre se reflejaban en la práctica en los informes de posicionamiento terapéutico. Para que la evaluación informe realmente la toma de decisiones, es necesario que sea rigurosa y transparente. La regulación europea nos va a guiar en los aspectos clínicos, pero hay que avanzar también en los sociales y económicos. En definitiva, las decisiones deben tener legitimidad técnica, pero también social, porque afectan a un sistema financiado por todos.
P. La inteligencia artificial está transformando la investigación y la gestión sanitaria. ¿Qué impacto tendrá en la evaluación económica?
R. La inteligencia artificial ya es una realidad y está cambiando la forma en que trabajamos. No sustituirá a los profesionales, pero sí a quienes no la utilicen. En evaluación, puede ser una herramienta poderosa para automatizar revisiones sistemáticas, búsquedas bibliográficas o síntesis de evidencia, y cada vez más para apoyar la modelización económica. Permitirá adaptar modelos a distintos contextos, evitar duplicidades y mejorar la validación de los análisis. Aún queda camino por recorrer, pero pronto veremos cómo la inteligencia artificial se integra plenamente en los procesos de evaluación. De hecho, será una de las temáticas centrales de nuestras próximas jornadas de AES, que celebraremos en junio en Sevilla bajo el lema “Datos, evidencia y decisiones: generando valor para la gestión y las políticas sanitarias”.
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“Hay que asegurarse de que los órganos evaluadores cuenten con los recursos y la autonomía necesarios para garantizar esa independencia”
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P. Más allá de la inteligencia artificial, ¿cuáles son los grandes retos de la evaluación económica en los próximos años?
R. La forma de evaluar va a evolucionar, pero la necesidad de evaluar seguirá siendo esencial. Habrá que adaptar las metodologías a un entorno más incierto, con presiones políticas y con decisiones que se toman antes de disponer de toda la evidencia. Existen herramientas para reducir esa incertidumbre, pero debemos aplicarlas de forma sistemática. También tendremos que incorporar una mirada más macroeconómica, especialmente ante un contexto internacional que condiciona las políticas farmacéuticas. Las guías metodológicas deberán ser dinámicas y contemplar la evaluación temprana, la reevaluación y el uso de datos de vida real como parte del proceso habitual.
P. ¿De qué manera puede afectar el entorno geopolítico a la evaluación económica y a las políticas de salud?
R. El entorno geopolítico actual tiene un impacto directo en los sistemas sanitarios y en el gasto farmacéutico, que ya representa una parte significativa del presupuesto público. Las tensiones internacionales pueden influir en los precios, en la transparencia y en las decisiones de inversión. Por ello, es más necesario que nunca reforzar las capacidades de evaluación y, cuando sea oportuno, incorporar una visión macroeconómica que considere no solo los beneficios en salud y sostenibilidad del sistema, sino también la capacidad de contribuir al crecimiento económico del país.
P. ¿Desea añadir alguna reflexión final?
R. Vivimos un momento de enorme cambio, pero también de grandes oportunidades. Los avances normativos y las nuevas herramientas deben entenderse como una ocasión para mejorar. Desde AES queremos contribuir activamente a este proceso, impulsando el debate constructivo entre los distintos profesionales y fomentando la colaboración y la multidisciplinariedad. Al final, todos compartimos el mismo objetivo: lograr el máximo impacto en salud y bienestar de la población, garantizando al mismo tiempo la sostenibilidad del sistema sanitario.












César Hernández, director general de Cartera y Farmacia del Ministerio de Sanidad:
Kilian Sánchez, secretario de Sanidad del PSOE y portavoz de la Comisión de Sanidad del Senado.:
Rocío Hernández, consejera de Salud de Andalucía:
Nicolás González Casares, eurodiputado de Socialistas & Demócratas (S&D - PSOE):
Juan José Pedreño, consejero de Salud de Murcia: