Política

Los expertos coinciden en ver a la Sanidad como una industria de cuidados y prosperidad económica

Diariofarma ha organizado un debate para analizar y poner encima de la mesa la necesidad de convertir al sector sanitario en motor de la recuperación económica de la era post covid-19.
Un momento del Coloquio online en directo celebrado para analizar el papel del sector sanitario en la recuperación económica

Para plantear a la Sanidad como uno de los ejes sobre los que debe pivotar el desarrollo económico futuro de España, Diariofarma ha organizado  el coloquio virtual 'Sanidad, motor económico en la era post-Covid’.

Este encuentro de expertos, organizado por Diariofarma ha contado con la participación de Galo Gutiérrez, director general de Industria en el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio; Iván Planas, director del área de Recursos Económicos del CatSalutFélix Lobo, catedrático de la Universidad Carlos III de MadridJesús María Fernández, ex diputado del Congreso de los Diputados y director de Hiris Care; Antonio Román, director asistencial del Hospital Vall d’Hebrón, y Enrique Castellón, consejero de Cross Road Biotech.

José María López Alemany, director de Diariofarma, ha ejercido de moderador solicitando a los participantes una valoración inicial sobre el papel de la sanidad como factor activador de la economía, el valor industrial, de exportaciones e inversor en I+D en España.

Galo Gutiérrez se ha mostrado de acuerdo y ha subrayado que la salud es un valor en sí mismo, además de la actividad industrial que lo acompaña. Ha puesto de relieve la importancia de considerar las actuaciones que, desde el punto de vista industrial, influyen en la actividad del sector sanitario y sus “derivadas” de tipo económico, incluyendo la reducción del absentismo laboral y el incremento de calidad de vida. “La pandemia nos ha puesto frente al espejo y nos ha hecho ver muchas cosas, como qué significa la industria de la salud y qué significa la sanidad para el país”, ha dicho.

Para Félix Lobo, existe aún un amplio margen de mejora en este aspecto, una consideración que además hay que poner en el contexto de una elevada valoración de la salud por parte de la ciudadanía. Tras la pandemia, según Lobo, existe un campo muy amplio para trabajar por mejorar el sistema, algo que muchos vienen apuntando desde siempre pero que el nuevo coronavirus ha hecho dolorosamente evidente. Son profundas reformas estructurales, complejas y que afectan a intereses contrapuestos, pero que se pueden abordar. Este economista también puso algunos ejemplos que podrían potenciarse, como el caso de exportar más servicios sanitarios, es decir, atraer a extranjeros que paguen por asistencia, como ya hacen algunas aseguradora americanas que tienen menores costes por la asistencia en nuestro país que en Estados Unidos.

Jesús María Fernández ha insistido en la noción de que salud y economía constituyen un binomio, puesto que no hay crecimiento económico sin un buen estado de salud y para tener un buen sistema de salud que cuida a las personas, donde hay acceso a los medicamentos necesarios y otros servicios, es necesario contar con una economía saneada y competitiva. Ha sometido a la consideración de los presentes los objetivos de la Organización de Naciones Unidas, en los cuales está “perfectamente definido” el papel crucial de la salud. Fernández considera este documento un buen marco de trabajo para poder dar un salto sustancial en políticas económicas, sanitarias y medioambientales. 

Para el exdiputado, la crisis originada por el coronavirus tiene “connotaciones de gran guerra”: debilitamiento de la economía, muchas muertes, cierre de fronteras… y ha recordado que, históricamente, tras las crisis graves vienen reformas profundas. “Mientras salimos de la crisis, en España nos encontramos con el reto de cómo reformar el sistema sanitario teniendo en cuenta la limitación de recursos y la obligación de adoptar decisiones muy difíciles por efecto de la situación económica”. Es imprescindible arbitrar políticas económicas que permitan conciliar la financiación del sistema sanitario y la activación de la economía.


Por su parte, Antonio Román ha apuntado que la pandemia del nuevo coronavirus ha supuesto una prueba de estrés para todo el SNS, de la que ha salido “bastante airoso” , con el matiz de que “efectivamente, se ha vivido una situación de guerra”. Considera que una de las lecciones relevantes es que ante una crisis global como esta hay que contar con todos los implicados. Es la estrategia que su organización adoptó, poniéndose en contacto con todos los centros, públicos y privados, de su área de salud en cuanto tuvieron noticia de la dimensión global de la situación. Se ha mostrado de acuerdo en que la infrafinanciación del sistema ha sido particularmente patente durante la pandemia, pero también ha afirmado que muchas de las actividades previas a la crisis han dejado de realizarse porque se ha visto claramente que carecían de valor. Por tanto, la mejora en financiación y medios, los recursos para conservar talento en las organizaciones sanitarias y la atención con el foco en la cronicidad son algunas de las claves que Román ha destacado.

En su valoración inicial, Iván Planas ha indicado que algunos de los parámetros que se emplean actualmente para valorar el sistema sanitario son muy injustos: “Vaya por delante que probablemente nuestro sistema sanitario contribuya con mucho más valor que el que las cifras reflejan”. A la contribución general en el apartado sanitario hay que añadir -ha insistido- su contribución como sector aglutinador de talento, instrumento acelerador del crecimiento económico y de la transformación tecnológica, que se transfiere a otros sectores de la economía. En el listado de Forbes para capacidad de innovación, 17 de las 100 primeras industrias son del sector salud: equipamiento, farmacéuticas y biotecnología. De acuerdo con las categorías elaboradas por Reuters, biotecnología y equipamientos médicos suponen el 20% de la innovación mundial. El porcentaje de innovación es del 12% en el sector farmacéutico, y del 7% en biotecnológicas. Para comparar, ha recordado que uno de los sectores más innovadores, el de las telecomunicaciones, tiene en ese listado un valor innovador del 6%. “Está más que demostrado que la salud es un sector que hace que los países que apuestan por él impulsen indirectamente el avance de otros sectores de la economía.

Para Enrique Castellón, una idea fundamental está relacionada con el lenguaje. Está convencido de que las palabras tienen un significado profundo, así que lamenta que se siga hablando de gasto sanitario en lugar de referirse a ese concepto contable como inversión sanitaria. “Decimos que necesitamos una economía basada en el conocimiento, y eso exige más inversión, pero también hay que organizar esa inversión para que realmente, como se ha dicho, la organización esté basada en el valor que aporta a las personas y a la sociedad”, ha declarado.

Retomaba su intervención Antonio Román para repasar las transformaciones pendientes en la sanidad española. Ha apuntado que es “extremadamente interesante” la ola de telemedicina que se ha observado durante la crisis de Covid-19, aspecto relacionado con esas “acciones sin valor” que van a dejar de realizarse. De hecho, él ha solicitado a los jefes de servicio de su organización que elaboren un listado de esas acciones sin valor. 

Inversión frente a gasto, evaluación de la inversión

Román ha suscrito la importancia de referirse a los fondos dedicados a sanidad como inversión y no como gasto. En España, ha añadido, el nivel de inversión en sanidad es bajo y su rendimiento es altísimo, algo que ha de ponerse en valor.

También suscribía la idea de inversión frente a gasto Iván Planas. Además de invertir más, él cree que hay que gastar mejor. Para contribuir al crecimiento económico, el sistema puede contribuir tanto desde la vertiente interna (calidad del gasto sanitario en las organizaciones y cómo genera crecimiento en otros sectores, recursos humanos -recuperando el profesionalismo- desde la externa. En esta última, la de consumos, Planas percibe un mayor potencial de generación de valor externo, como en el refuerzo de la evaluación de nuevas tecnologías para asegurar su valor. No obstante, opina que el marco excesivamente rígido de contratación pública es una traba, y que si hubiera otro “más inteligente” la relación entre industria y sistema sanitario podría ser más fructífera, un territorio que aún está por explorar para generar más valor.

Al hilo de la idea de mejor evaluación planteada por Planas, Jesús María Fernández se ha declarado partidario de contar con un sistema sanitario “más ágil, mejor evaluado y mejor organizado”. Es necesario, ha apuntado, avanzar en la teleasistencia. Además, ha recordado que el empleo sanitario ha crecido desde la crisis financiera de 2008, mientras que en otros sectores de actividad se han perdido puestos laborales por cientos de miles.

Ha planteado que quizá es necesario invertir mejor antes que incrementar la inversión, y que la presencia de la industria farmacéutica en España es pequeña cuando se compara con la de Alemania, Francia, Suiza “e incluso Bélgica”. Por eso razona que es necesario atraer talento investigador con más incentivos.

Política de compras basada en valor, no en precio

El director general de Industria ha subrayado que establecer una estrategia de país para potenciar los sectores que generan una riqueza duradera, como el de la salud, implica actividades diversas, añadiendo a las compañías farmacéuticas que se planteaban previamente otras como la de equipamiento médicos. Coincidiendo con muchos de los puntos de vista expresados por sus contertulios, ha advertido que Planas “ha puesto el dedo en la llaga” al apuntar a la industria farmacéutica como sector con empleo de calidad, innovador y exportador. En el contexto de pandemia se ha hecho patente que hay que disponer de una reserva estratégica “no de producto, sino de todos los elementos de la cadena que permiten dar respuesta a una emergencia”.

Así, a pesar de que en España la inversión en equipos médicos es importante, ninguno de los aparatos sofisticados que se adquieren se fabrica en el país (los respiradores de UCI, por ejemplo). Por eso, Gutiérrez señala la necesidad de establecer una política de compra pública que deje de centrarse en el precio como baremo único. “Es algo que en el sector farmacéutico está mejor resuelto porque existe una interrelación entre investigadores, hospitales y productores, una conexión que no hay en otros sectores y da lugar a un círculo vicioso”, ha añadido.

Enrique Castellón ha abundado en esa noción apuntando que la tracción de la I+D+i local no se está apoyando porque falta una política pública de compra, “no una política de compra pública”, que considere en la ecuación el beneficio que se genera en el país. 

Galo Gutiérrez recuperaba como “muy interesantes” las ideas planteadas sobre una política inteligente de precios con valoración de factores que afectan a la economía, a lo cual Iván Planas añadía: “Cuando hablo de compra inteligente no me refiero solo a comprar innovación, valor añadido o localización, sino a que el sistema sanitario sea un socio para la innovación en la industria”.

Perspectiva española y europea

Galo Gutiérrez hacía extensiva la necesidad de cambios al ámbito europeo, puesto que la crisis ha hecho palpables las dificultades en suministros de principios activos de medicamentos (dependientes de Asia). Ha apostado por una política europea de recursos, también para los equipos médicos. Contando con las ventajas científicas de España, ha propuesto traducirlas en avances tecnológicos para poder dar respuesta a situaciones de crisis, a sabiendas de que además es un elemento “de tracción” que genera muchísima riqueza en la cadena de valor.

Félix Lobo ha añadido a esta consideración la permeabilidad de la actividad sanitaria a otros productos relacionados: el progreso en industria farmacéutica guarda relación con productos veterinarios, fitosanitarios, cosméticos. Otro elemento fundamental es que estamos ante una industria contracíclica, con productos que necesitamos tanto en tiempos de prosperidad como en momentos de crisis, explicó. En relación a las críticas acerca de la dependencia excesiva de los países asiáticos, Lobo ha señalado que no hay que abandonar las ventajas de la globalización, pero sí se ha mostrado de acuerdo en que hay que corregir algunos de sus rasgos, como se ha sugerido en el debate, pero con la máxima de colaborar globalmente “para que esto no sea una selva si finalmente se desarrolla una vacuna”.

A este respecto, Jesús María Fernández ha declarado su convicción de que España necesita una política farmacéutica de estado para poder compararse con otros países europeos. En ella deberían intervenir “al menos” los cuatro ministerios implicados: Sanidad, Industria, Ciencia y Hacienda. Es algo clave para España y para Europa, que está perdiendo la carrera contra la pandemia al menos en lo tocante a vacunas. Ninguna de las que ha pasado de fase II a fase III es europea, recordando que Reino Unido ya no es parte de la UE

Esa política debería permitir, algo que Fernández considera imprescindible, hacer uso de la ingente cantidad de datos clínicos que tenemos en el SNS para ponerlos al servicio de la investigación.

Enrique Castellón también percibe la cuestión como un asunto que debe abordarse en el marco de Europa, pero ha advertido que el papel de España debe ser activo, y no el de un país que se limita a firmar acuerdos. España puede ser una potencia en el medio o largo plazo si se impulsa el sector farmacéutico y deja de percibirse la industria como un factor de riesgo para la sostenibilidad del sistema. 

Antonio Román ha aportado la visión asistencial de las carencias europeas apuntadas por los contertulios contando que “el hecho de que no se produzca un solo gramo de paracetamol en Europa ha podido ser dramático”. De la falta de sedantes para UCI es una situación que se pudo sortear a duras penas. “Sin ser economista, yo diría que en algunos aspectos se ha echado en falta la presencia española y europea en la industria sanitaria”, ha añadido. Ante la próxima crisis esto ya debería haber cambiado.

Más pesimista es la visión de Europa de Iván Planas, que ha recordado que en los peores momentos de la pandemia cada país de la UE ha primado sus intereses. En la partida de sugerencias de solución, ha aportado también la sugerencia de hacer que, como otros países europeos forman parte del la cadena de producción (respiradores chinos con componentes suizos y alemanes era el ejemplo), España se posicione mejor.

Castellón ha añadido que la inversión pública en salud es un “miserable” 1,2% del PIB, y que hacen falta incentivos a la inversión privada, poniendo como ejemplo el caso de Israel, donde los fondos públicos se destinaron a nuevas tecnologías con un nivel de riesgo que en España nunca se asumiría.

La inversión en I+D+i

El papel que la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) puede tener en el desarrollo económico de España también fue abordado en este coloquio en el que han colaborado Amgen, Sanofi y Boehringer Ingelheim. Para Antonio Román, falta autocrítica en cuanto al funcionamiento de instituciones públicas y hospitales en materia de I+D+i. “Es cierto que los centros de investigación tienen una notable cantidad de producción científica, pero eso contrasta con un bajo número de patentes. Se trabaja con una mentalidad que acaba en la publicación”, ha señalado.

“El esfuerzo debe hacerse para ser capaces de industrializar nuestra innovación”, ha añadido Galo Gutiérrez, recordando que durante la pandemia el responsable de I+D+i de una compañía se puso en contacto con él para plantear que tenía un producto que podría ponerse a prueba en un hospital español para su perfeccionamiento y que, de no ser posible, tendría que venderlo a una compañía extranjera que acabaría comercializándolo en España. 

Félix Lobo ha advertido también que en su opinión hay iniciativas que no se adoptan “por la resistencia de partes perjudicadas”. Como ejemplo ha aportado la organización de su universidad sobre la meritocracia, rompiendo la cadena de alumnos destacados que se seleccionan como profesores en la misma institución en la cual se han formado. Es un sistema que la Universidad Carlos III y la Universidad Pompeu Fabra han instaurado y les ha llevado a obtener éxito “con la normativa común en España, pero adaptada a esos criterios, que ha roto la perversa relación entre profesores y aspirantes a una plaza en la universidad”.

Jesús María Fernández ha advertido que si no se aprovecha la oportunidad existente para cambiar las cosas, no estaremos preparados para mantener el estado de bienestar. “Ahora podemos sentar las bases para que eso sea posible en los próximos 20 años”, ha aseverado. En su opinión, aun a falta de recursos financieros, hay otros recursos que no se están aprovechando en todo su potencial, como los datos clínicos. 

La coordinación entre administraciones es otro de los puntos en los cuales Iván Planas ha hecho hincapié en beneficio de la eficiencia, apuntando que si España es una potencia líder por sus sistema sanitario pero se queda rezagada en infraestructuras o calidad de la administración, sabemos qué estructuras debemos reforzar. 

Jesús María Fernández ha insistido en que es importante gastar mejor y ponerse de acuerdo para salir de la crisis. Félix Lobo también apuntaba a una “unidad de planteamiento” que supere las legislaturas para afrontar el futuro y evitar dejar a las futuras generaciones “una herencia de números rojos”.

Antonio Román recuperaba finalmente el concepto de inversión en salud y la advertencia de que en la era del big data España no debe quedar rezagada. Estamos ante una oportunidad única de mejorar, a su entender, con mayor inversión, combinada con “evaluación y control”.

Enrique Castellón apostaba en su última intervención en el coloquio por combatir el “pensamiento mágico” de que sin intervenir las cosas acaban funcionando, de modo que coincidía con la necesidad de actuar de forma coordinada. 

Iván Planas, por su parte, advertía que los fondos europeos para paliar la crisis durarán, como mucho, dos años, y que es crucial evitar que no se dediquen a gasto corriente. Según él, deben destinarse a actividades “semilla”, potenciando políticas públicas que hagan del sistema un socio de la industria, revisando procedimientos de aprobación y regulación que potencien la industria de la sanidad. 

En último lugar, Galo Gutiérrez añadía que la pandemia va a acelerar la digitalización, que en realidad ya era obligada, y que debemos encaminarnos a un pacto por la industria en la que el límite del horizonte no sea la legislatura sino el mejor aprovechamiento de los recursos.

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